Congreso de la Biblia

La centralidad de la Biblia – Siete propuestas

LA BIBLIA, “PALABRA EXTERNA” E INALTERABLE

Lectura bíblica: Hebreos 4:12-13

Tal vez han leído esa famosa frase de Lutero, un buen alemán: “Y mientras yo dormía o bebía la cerveza de Wittenberg junto a mis amigos Philip y Amsdorf, la Palabra debilitaba al papado de forma tan grandiosa que ningún príncipe o emperador consiguió causarles tantas derrotas. Yo nada hice: la Palabra lo hizo todo.”

Uno de los grandes redescubrimientos de la Reforma – en especial de Martín Lutero – fue que la Palabra de Dios llega a nosotros en forma de Libro. En otras palabras, Lutero comprendió este hecho poderoso: Dios preserva su mensaje para el hombre de generación en generación por medio de un Libro, no por medio de un obispo en Roma o la experiencia, el sueño o la revelación de algún nuevo profeta.

Lutero llama a la Biblia la ‘Palabra externa’, para enfatizar que se trata de algo objetivo, fijo, que está fuera de nosotros y, por lo tanto, que no cambia. Lo importante no es tanto lo que Dios “me dice” sino lo que Dios “dice”. Ninguna jerarquía eclesiástica ni ningún profeta iluminado puede reemplazarla o amoldarla. Hay que tomarla o dejarla. Es un libro con letras que están fijadas, con palabras y oraciones.

Este es un elemento sumamente conservador, que debería hacernos pensar. La iglesia encuentra su mensaje en un Libro que fue fijado hace muchos años, y no cambia ni una coma. Y el desafío es transmitir esas verdades fijas, que no cambian, a todas las naciones y culturas, y en todos los tiempos.

Alguien podría argumentar: “Bueno, pero nuestro mensaje es Cristo, no un Libro”. Y eso es verdad. Pero es solamente cuando leemos, estudiamos, meditamos y predicamos este Libro, que podemos tener una visión clara de Jesucristo.

Como escribió John Stott hace varios años: “Hay una sola manera de obtener conceptos claros, verdaderos, elevados de Cristo, y es mediante la Biblia. La Biblia es el prisma que descompone la luz de Jesucristo en sus muchos y hermosos colores. La Biblia es el retrato de Jesucristo”.

Fueron pensamientos como estos los que nos llevaron a proponer tres énfasis principales para este congreso, o, mejor dicho, un solo énfasis en la secuencia lógica de tres proposiciones:

  • Reafirmar la centralidad de las Escrituras en la vida y la misión de la iglesia
  • Reafirmar la centralidad de Cristo en las Escrituras
  • Reafirmar la verdad de que “si Cristo es el centro de las Escrituras, cuando la Biblia está en el centro, Cristo está en el centro.”

Todo lo que hemos escuchado ha ido, de una u otra manera, en esta triple dirección. Por eso, al cerrar este encuentro, en el marco de los 500 años de la Reforma, queremos dejar algunas propuestas y desafíos hacia adelante. No pretenden ser propuestas institucionales y mucho menos personales, sino que surgen del diálogo con pastores, líderes, presidentes denominacionales, creyentes de años, jóvenes universitarios, etc., como así también de los trabajos de investigación que se han presentado:

 

  1. Apartar un tiempo en todos nuestros cultos para la lectura pública de las Escrituras.

Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Tim. 4:13 DHH).

El joven pastor Timoteo tenía que lidiar con muchos temas en la iglesia de Éfeso, insertada en un verdadero centro de idolatría y opresión espiritual. Sin lugar a dudas, tendría muchísimo trabajo para hacer hacia adentro de la iglesia también, ya que se había infiltrado la falsa enseñanza. Pero Pablo le hace un encargo muy preciso a Timoteo: Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Tim. 4:13).

Enfrentamos el desafío de reinstalar la lectura pública de las Escrituras en nuestros cultos y en todos nuestros encuentros. Tal vez sea necesario cantar una canción menos o repetirla menos veces, entendiendo que la lectura pública de la Biblia es un componente central de la adoración del pueblo de Dios.

Leer no es difícil: puede hacerlo hasta un niño de primer grado. Pero la lectura de las Escrituras en público debe ser mucho más que una simple lectura de corrido. La lectura pública de la Biblia es la transmisión pública de la voz de Dios, la misma voz que creó el mundo, la que “desgaja las encinas, y desnuda los bosques” (Sal. 29:9), la voz que calma la tempestad y la voz que levanta a los muertos.

¿Podemos asumir el compromiso de hacer de la lectura pública de las Escrituras, un momento imprescindible, intenso y solemne para niños, jóvenes y adultos en todos nuestros cultos?

 

  1. Promover la predicación expositiva de la Biblia: ¿qué dice el texto?

Biblia en altoEl apóstol escribe sus últimas líneas desde la cárcel, listo para ser sacrificado. “Te encarezco (solemnemente) delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra” (2 Tim. 4:1-2).

En estos días hemos tenido varios talleres y plenarias que nos explicaron mejor qué significa “predicar la palabra”. Los que predicamos necesitamos confiar más en el poder del Espíritu Santo y menos en nuestras propias capacidades. Proponemos regresar a la predicación expositiva de la Biblia, pero no tanto como método homilético (aunque es muy bueno), sino como la sencilla práctica de comenzar con la pregunta: “¿Qué dice el texto?”

“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Sal. 119:130).

A veces hemos creado un conflicto entre hacer énfasis en la Palabra o hacer énfasis en el Espíritu. Pero ese conflicto no debe existir porque son inseparables. “La Palabra de Dios es la espada del Espíritu”.

El gran R. A. Torrey, compañero de Moody, escribía hace más de 100 años: “La obra de Dios es llevada a cabo por la Palabra y por el Espíritu, o, mejor dicho, por el Espíritu por medio de la Palabra. El secreto de la vida efectiva es conocer el poder del Espíritu por medio de la Palabra. El secreto del servicio efectivo es usar la Palabra en el poder del Espíritu.”

 

  1. Fomentar la memorización bíblica.

El conocido autor Dallas Willard escribió: “Si yo tuviera que elegir entre todas las disciplinas de la vida espiritual, escogería a la memorización de la Biblia, porque es un camino fundamental para llenar nuestra mente con lo que ella necesita. ‘Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca’. ¡Es aquí donde usted la necesita! ¿Cómo podrá ponerla en su boca? Por medio de la memorización”.

  • La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros niños a ser transformados a imagen de Cristo. Es cuando miramos a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, que somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. El proceso de santificación es un proceso de contemplación del Señor. Y miramos a Cristo a través de la Palabra. La memorización de la Biblia nos permite mirar a Jesús más fijamente y verle de una manera más clara.
  • La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros adolescentes a obtener victoria diaria sobre el pecado. “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra… En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:9 y 11).
  • La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros jóvenes a obtener victoria sobre Satanás, imitando a su Señor, que venció al enemigo con el “Escrito está”. “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Jn. 2:14).
  • La memorización de la Biblia ayudará a los padres a ser personas a quienes Dios contesta las oraciones: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).
  • La memorización de las Escrituras nos dará poder para comunicar el evangelio, porque es “la ley de Jehová”, que es perfecta, la que “convierte el alma” (Sal. 19:7).
  • La memorización de las Escrituras permitirá a nuestros mayores, aún en su lecho de dolor, recordar que “Dios es nuestros amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1).

 

  1. Ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar una cosmovisión bíblica.

A no conformarse con meros slogans evangélicos, sino ayudarlos a enfrentar los desafíos de un mundo secularizado y de un sistema educativo que abrazó el naturalismo ateo.

Abraham Kuyper, teólogo y primer ministro de Holanda de principios del siglo XX, dijo esta conocida frase: “No hay un centímetro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre el cual Cristo, como soberano sobre todo, no clame ‘¡mío!’”.

¿Podemos asumir el compromiso de ayudar a las nuevas generaciones a entender el mundo y el rol de ellos desde la poderosa Palabra de Dios? ¿Podremos ayudarles a construir puentes entre el sermón del domingo, la oficina del lunes y la universidad del martes? ¿Les daremos las herramientas para cerrar la brecha entre lo sagrado y lo secular?

¿Podremos acompañarles en el arduo proceso de ir más allá del uso devocional y eclesial de la Biblia para pensarla y vivirla en relación con las leyes, la bioética, la economía, la política, las artes, la educación y las problemáticas sociales, constituyéndose en la base de una nueva cultura alternativa?

 

  1. Revitalizar la enseñanza de toda la Escritura en nuestras iglesias.

En los últimos años ha habido un descenso notable en las actividades de enseñanza bíblica en muchas congregaciones. Programas como la “escuela bíblica dominical” han sido discontinuados, pero, lamentablemente en muchos casos, no reemplazados por nuevas propuestas de enseñanza bíblica. En lo que se refiere al programa para niños, a veces hemos puesto demasiado esfuerzo en el entretenimiento (que “no molesten durante el culto”), o en el simple conocimiento intelectual de historias. Otras veces hemos caído en aplicaciones moralizantes de las Escrituras, olvidando que el centro de la Biblia es Dios, no nosotros. La alimentación de los panes y los peces no habla acerca de compartir mi merienda, sino de la capacidad del santo Hijo de Dios de satisfacer todas las necesidades del hombre.

¿Podemos asumir el compromiso de desarrollar programas de enseñanza bíblica para todas las edades? ¿Podemos soñar con familias enteras yendo con gozo a la casa de Dios a aprender sus leyes y testimonios?

 

  1. Incentivar la lectura diaria de las Escrituras en el seno del hogar.

Los puritanos consideraban que el culto familiar era tan fundamental que excluían de comunión a un hombre si no conducía a su familia a la adoración. Ellos pensaban que el culto familiar era la columna vertebral de la sociedad.

Congreso de la Biblia 2017Esta bendita tradición no la hemos enseñado lo suficiente. Tal vez no ha sido la experiencia en nuestros propios hogares. Pero el Señor siempre nos da la oportunidad de comenzar.

Claro que uno podría decir: “Pero estamos en el siglo XXI, no en el XVII, el tiempo de los puritanos”. Es verdad. Los horarios y el ritmo de la vida actual atentan contra estas prácticas, pero podemos encontrar maneras de hacerlo. Y esto es particularmente importante para los nuevos creyentes. Debemos enseñarlo, debemos predicarlo. Podemos imaginar a una madre sola, de aquellas que tanto vemos en nuestras iglesias, luchándola con la vida y su pequeño hijo. ¿Podremos enseñarle a que, cuando llega de ganar el pan, antes de comer los fideos pueda abrir la Biblia y leérsela a su hijo? Surgirán preguntas del niño o del adolescente. Y ella podrá responder: “Mamá no sabe, hijo. Dios es más grande de lo que podemos abarcar. Pero vamos a pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe. Y vamos a preguntarle al pastor el domingo.”

Si la Biblia preside la mesa familiar, la iglesia local lo va a notar. Se creará una atmósfera de adoración, de confesión, un clima de comunión, un nivel de conversación y de diálogo que revolucionará a las familias y será un testimonio para los que no conocen al Señor.

 

  1. Manifestar el poder de esa Palabra en la vida pública, sirviendo cada área de nuestras vidas, venciendo el pecado y amando al prójimo de manera práctica y sacrificial.

Hemos querido plantear estos desafíos concretos, en especial los primeros seis, que tienen que ver con el uso de las Escrituras y no tanto con la aplicación de sus enseñanzas. Son desafíos para la iglesia de Cristo en Argentina. Pero como Sociedad Bíblica Argentina, entidad sirviente de las iglesias de Argentina, queremos asumir el compromiso público de ayudar a las iglesias locales en cada uno de estos desafíos, a través de materiales, programas, conferencias, propuestas y eventos. ¡La Biblia en el centro, Cristo en el centro!

Cerramos con palabras del reformador, Martín Lutero: “El mundo arremeterá contra ella, pero en vano. Pues donde están las Escrituras, allí está Dios: ella es suya, es su señal, y si la aceptas, has aceptado a Dios. ¿Qué te parece ese vecino que se llama ‘Dios’? Con Él a tu lado, ¿qué te puede hacer la muerte o el mundo? Es verdad, las Escrituras son tinta, papel y letras. Pero allí hay Uno que dice que estas Escrituras son suyas, y ese Uno es Dios”.

Por eso también pudo escribir las estrofas que cantamos:

Y si demonios mil están prontos a devorarnos,
no temeremos porque Dios sabrá cómo ampararnos.
¡Que muestre su vigor Satán y su furor!
Dañarnos no podrá, pues condenado es ya
por la Palabra santa.

Esa Palabra del Señor, que el mundo no apetece,
por el Espíritu de Dios muy firme permanece.
Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar,
y el cuerpo destruir, mas siempre ha de existir
de Dios el reino eterno.

Mensaje de cierre del Congreso de la Biblia, Ruben Del Ré.

LA BIBLIA, “PALABRA EXTERNA” E INALTERABLE

Lectura bíblica: Hebreos 4:12-13

Tal vez han leído esa famosa frase de Lutero, un buen alemán: “Y mientras yo dormía o bebía la cerveza de Wittenberg junto a mis amigos Philip y Amsdorf, la Palabra debilitaba al papado de forma tan grandiosa que ningún príncipe o emperador consiguió causarles tantas derrotas. Yo nada hice: la Palabra lo hizo todo.”

Uno de los grandes redescubrimientos de la Reforma – en especial de Martín Lutero – fue que la Palabra de Dios llega a nosotros en forma de Libro. En otras palabras, Lutero comprendió este hecho poderoso: Dios preserva su mensaje para el hombre de generación en generación por medio de un Libro, no por medio de un obispo en Roma o la experiencia, el sueño o la revelación de algún nuevo profeta.

Lutero llama a la Biblia la ‘Palabra externa’, para enfatizar que se trata de algo objetivo, fijo, que está fuera de nosotros y, por lo tanto, que no cambia. Lo importante no es tanto lo que Dios “me dice” sino lo que Dios “dice”. Ninguna jerarquía eclesiástica ni ningún profeta iluminado puede reemplazarla o amoldarla. Hay que tomarla o dejarla. Es un libro con letras que están fijadas, con palabras y oraciones.

Este es un elemento sumamente conservador, que debería hacernos pensar. La iglesia encuentra su mensaje en un Libro que fue fijado hace muchos años, y no cambia ni una coma. Y el desafío es transmitir esas verdades fijas, que no cambian, a todas las naciones y culturas, y en todos los tiempos.

Alguien podría argumentar: “Bueno, pero nuestro mensaje es Cristo, no un Libro”. Y eso es verdad. Pero es solamente cuando leemos, estudiamos, meditamos y predicamos este Libro, que podemos tener una visión clara de Jesucristo.

Como escribió John Stott hace varios años: “Hay una sola manera de obtener conceptos claros, verdaderos, elevados de Cristo, y es mediante la Biblia. La Biblia es el prisma que descompone la luz de Jesucristo en sus muchos y hermosos colores. La Biblia es el retrato de Jesucristo”.

Fueron pensamientos como estos los que nos llevaron a proponer tres énfasis principales para este congreso, o, mejor dicho, un solo énfasis en la secuencia lógica de tres proposiciones:

  • Reafirmar la centralidad de las Escrituras en la vida y la misión de la iglesia
  • Reafirmar la centralidad de Cristo en las Escrituras
  • Reafirmar la verdad de que “si Cristo es el centro de las Escrituras, cuando la Biblia está en el centro, Cristo está en el centro.”

Todo lo que hemos escuchado ha ido, de una u otra manera, en esta triple dirección. Por eso, al cerrar este encuentro, en el marco de los 500 años de la Reforma, queremos dejar algunas propuestas y desafíos hacia adelante. No pretenden ser propuestas institucionales y mucho menos personales, sino que surgen del diálogo con pastores, líderes, presidentes denominacionales, creyentes de años, jóvenes universitarios, etc., como así también de los trabajos de investigación que se han presentado:

 

  1. Apartar un tiempo en todos nuestros cultos para la lectura pública de las Escrituras.

Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Tim. 4:13 DHH).

El joven pastor Timoteo tenía que lidiar con muchos temas en la iglesia de Éfeso, insertada en un verdadero centro de idolatría y opresión espiritual. Sin lugar a dudas, tendría muchísimo trabajo para hacer hacia adentro de la iglesia también, ya que se había infiltrado la falsa enseñanza. Pero Pablo le hace un encargo muy preciso a Timoteo: Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Tim. 4:13).

Enfrentamos el desafío de reinstalar la lectura pública de las Escrituras en nuestros cultos y en todos nuestros encuentros. Tal vez sea necesario cantar una canción menos o repetirla menos veces, entendiendo que la lectura pública de la Biblia es un componente central de la adoración del pueblo de Dios.

Leer no es difícil: puede hacerlo hasta un niño de primer grado. Pero la lectura de las Escrituras en público debe ser mucho más que una simple lectura de corrido. La lectura pública de la Biblia es la transmisión pública de la voz de Dios, la misma voz que creó el mundo, la que “desgaja las encinas, y desnuda los bosques” (Sal. 29:9), la voz que calma la tempestad y la voz que levanta a los muertos.

¿Podemos asumir el compromiso de hacer de la lectura pública de las Escrituras, un momento imprescindible, intenso y solemne para niños, jóvenes y adultos en todos nuestros cultos?

 

  1. Promover la predicación expositiva de la Biblia: ¿qué dice el texto?

Biblia en altoEl apóstol escribe sus últimas líneas desde la cárcel, listo para ser sacrificado. “Te encarezco (solemnemente) delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra” (2 Tim. 4:1-2).

En estos días hemos tenido varios talleres y plenarias que nos explicaron mejor qué significa “predicar la palabra”. Los que predicamos necesitamos confiar más en el poder del Espíritu Santo y menos en nuestras propias capacidades. Proponemos regresar a la predicación expositiva de la Biblia, pero no tanto como método homilético (aunque es muy bueno), sino como la sencilla práctica de comenzar con la pregunta: “¿Qué dice el texto?”

“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Sal. 119:130).

A veces hemos creado un conflicto entre hacer énfasis en la Palabra o hacer énfasis en el Espíritu. Pero ese conflicto no debe existir porque son inseparables. “La Palabra de Dios es la espada del Espíritu”.

El gran R. A. Torrey, compañero de Moody, escribía hace más de 100 años: “La obra de Dios es llevada a cabo por la Palabra y por el Espíritu, o, mejor dicho, por el Espíritu por medio de la Palabra. El secreto de la vida efectiva es conocer el poder del Espíritu por medio de la Palabra. El secreto del servicio efectivo es usar la Palabra en el poder del Espíritu.”

 

  1. Fomentar la memorización bíblica.

El conocido autor Dallas Willard escribió: “Si yo tuviera que elegir entre todas las disciplinas de la vida espiritual, escogería a la memorización de la Biblia, porque es un camino fundamental para llenar nuestra mente con lo que ella necesita. ‘Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca’. ¡Es aquí donde usted la necesita! ¿Cómo podrá ponerla en su boca? Por medio de la memorización”.

  • La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros niños a ser transformados a imagen de Cristo. Es cuando miramos a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, que somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. El proceso de santificación es un proceso de contemplación del Señor. Y miramos a Cristo a través de la Palabra. La memorización de la Biblia nos permite mirar a Jesús más fijamente y verle de una manera más clara.
  • La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros adolescentes a obtener victoria diaria sobre el pecado. “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra… En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:9 y 11).
  • La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros jóvenes a obtener victoria sobre Satanás, imitando a su Señor, que venció al enemigo con el “Escrito está”. “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Jn. 2:14).
  • La memorización de la Biblia ayudará a los padres a ser personas a quienes Dios contesta las oraciones: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).
  • La memorización de las Escrituras nos dará poder para comunicar el evangelio, porque es “la ley de Jehová”, que es perfecta, la que “convierte el alma” (Sal. 19:7).
  • La memorización de las Escrituras permitirá a nuestros mayores, aún en su lecho de dolor, recordar que “Dios es nuestros amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1).

 

  1. Ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar una cosmovisión bíblica.

A no conformarse con meros slogans evangélicos, sino ayudarlos a enfrentar los desafíos de un mundo secularizado y de un sistema educativo que abrazó el naturalismo ateo.

Abraham Kuyper, teólogo y primer ministro de Holanda de principios del siglo XX, dijo esta conocida frase: “No hay un centímetro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre el cual Cristo, como soberano sobre todo, no clame ‘¡mío!’”.

¿Podemos asumir el compromiso de ayudar a las nuevas generaciones a entender el mundo y el rol de ellos desde la poderosa Palabra de Dios? ¿Podremos ayudarles a construir puentes entre el sermón del domingo, la oficina del lunes y la universidad del martes? ¿Les daremos las herramientas para cerrar la brecha entre lo sagrado y lo secular?

¿Podremos acompañarles en el arduo proceso de ir más allá del uso devocional y eclesial de la Biblia para pensarla y vivirla en relación con las leyes, la bioética, la economía, la política, las artes, la educación y las problemáticas sociales, constituyéndose en la base de una nueva cultura alternativa?

 

  1. Revitalizar la enseñanza de toda la Escritura en nuestras iglesias.

En los últimos años ha habido un descenso notable en las actividades de enseñanza bíblica en muchas congregaciones. Programas como la “escuela bíblica dominical” han sido discontinuados, pero, lamentablemente en muchos casos, no reemplazados por nuevas propuestas de enseñanza bíblica. En lo que se refiere al programa para niños, a veces hemos puesto demasiado esfuerzo en el entretenimiento (que “no molesten durante el culto”), o en el simple conocimiento intelectual de historias. Otras veces hemos caído en aplicaciones moralizantes de las Escrituras, olvidando que el centro de la Biblia es Dios, no nosotros. La alimentación de los panes y los peces no habla acerca de compartir mi merienda, sino de la capacidad del santo Hijo de Dios de satisfacer todas las necesidades del hombre.

¿Podemos asumir el compromiso de desarrollar programas de enseñanza bíblica para todas las edades? ¿Podemos soñar con familias enteras yendo con gozo a la casa de Dios a aprender sus leyes y testimonios?

 

  1. Incentivar la lectura diaria de las Escrituras en el seno del hogar.

Los puritanos consideraban que el culto familiar era tan fundamental que excluían de comunión a un hombre si no conducía a su familia a la adoración. Ellos pensaban que el culto familiar era la columna vertebral de la sociedad.

Congreso de la Biblia 2017Esta bendita tradición no la hemos enseñado lo suficiente. Tal vez no ha sido la experiencia en nuestros propios hogares. Pero el Señor siempre nos da la oportunidad de comenzar.

Claro que uno podría decir: “Pero estamos en el siglo XXI, no en el XVII, el tiempo de los puritanos”. Es verdad. Los horarios y el ritmo de la vida actual atentan contra estas prácticas, pero podemos encontrar maneras de hacerlo. Y esto es particularmente importante para los nuevos creyentes. Debemos enseñarlo, debemos predicarlo. Podemos imaginar a una madre sola, de aquellas que tanto vemos en nuestras iglesias, luchándola con la vida y su pequeño hijo. ¿Podremos enseñarle a que, cuando llega de ganar el pan, antes de comer los fideos pueda abrir la Biblia y leérsela a su hijo? Surgirán preguntas del niño o del adolescente. Y ella podrá responder: “Mamá no sabe, hijo. Dios es más grande de lo que podemos abarcar. Pero vamos a pedirle al Espíritu Santo que nos enseñe. Y vamos a preguntarle al pastor el domingo.”

Si la Biblia preside la mesa familiar, la iglesia local lo va a notar. Se creará una atmósfera de adoración, de confesión, un clima de comunión, un nivel de conversación y de diálogo que revolucionará a las familias y será un testimonio para los que no conocen al Señor.

 

  1. Manifestar el poder de esa Palabra en la vida pública, sirviendo cada área de nuestras vidas, venciendo el pecado y amando al prójimo de manera práctica y sacrificial.

Hemos querido plantear estos desafíos concretos, en especial los primeros seis, que tienen que ver con el uso de las Escrituras y no tanto con la aplicación de sus enseñanzas. Son desafíos para la iglesia de Cristo en Argentina. Pero como Sociedad Bíblica Argentina, entidad sirviente de las iglesias de Argentina, queremos asumir el compromiso público de ayudar a las iglesias locales en cada uno de estos desafíos, a través de materiales, programas, conferencias, propuestas y eventos. ¡La Biblia en el centro, Cristo en el centro!

Cerramos con palabras del reformador, Martín Lutero: “El mundo arremeterá contra ella, pero en vano. Pues donde están las Escrituras, allí está Dios: ella es suya, es su señal, y si la aceptas, has aceptado a Dios. ¿Qué te parece ese vecino que se llama ‘Dios’? Con Él a tu lado, ¿qué te puede hacer la muerte o el mundo? Es verdad, las Escrituras son tinta, papel y letras. Pero allí hay Uno que dice que estas Escrituras son suyas, y ese Uno es Dios”.

Por eso también pudo escribir las estrofas que cantamos:

Y si demonios mil están prontos a devorarnos,
no temeremos porque Dios sabrá cómo ampararnos.
¡Que muestre su vigor Satán y su furor!
Dañarnos no podrá, pues condenado es ya
por la Palabra santa.

Esa Palabra del Señor, que el mundo no apetece,
por el Espíritu de Dios muy firme permanece.
Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar,
y el cuerpo destruir, mas siempre ha de existir
de Dios el reino eterno.

“Necesitamos volver al fundamento sólido”, Salvador Dellutri en el Congreso de la Biblia.

Video de apertura

Palabras de apertura

En el marco de las Concierto de Apertura del Congreso Internacional de la Biblia celebrado en la Sala Sinfónica del CCK, el Pastor y ex Presidente de la Sociedad Bíblica Argentina compartió un mensaje con un fuerte énfasis en la necesidad de retornar a la Biblia.

Es auspicioso que a 500 años de la Reforma en el Centro Cultural del Bicentenario se lleve a cabo un Congreso Internacional sobre la Biblia. La Reforma fue un largo proceso que tuvo, además de Lutero, varios actores que no debemos olvidar. Pero la gran protagonista fue la Biblia, la Palabra de Dios. 

¿Cuál es la importancia que tiene hoy la Biblia para que nos ocupemos de ella? La Biblia es el libro fundacional de la cultura occidental. Nuestra concepción del mundo, del hombre y de la historia tienen su origen en las enseñanzas de la Biblia. Nuestros principios éticos, nuestra fe religiosa y nuestra esperanza trascendente emanan de este libro, y es imposible concebir la cultura occidental sin tener en cuenta su influencia.

Tenemos que recordar esto hoy, cuando estamos experimentando profundas mutaciones en las que los cambios tecnológicos y económicos afectan profundamente la vida social y familiar, modifican  nuestras costumbres, alteran nuestro estilo de vida, abren nuevos interrogantes éticos e intentan modificar hasta nuestras concepciones religiosas. Estamos sufriendo mutaciones tan profundas que han entrado en crisis todos nuestros valores.

Durante la modernidad todo fue puesto en tela de juicio y sujeto al veredicto inapelable de la razón, a la que se consideró única fuente de autoridad para establecer principios y valores. Comenzó allí un proceso de secularización y desacralización que desechó la autoridad de Dios y colocó al hombre como medida de todas las cosas.

En los siglos XIX y XX, se cuestionó duramente la validez de la fe, se entronizó el pensamiento autónomo y florecieron las ideologías como religiones laicas a cuyos dogmas hay que adherir sin reservas ni cuestionamientos y como resultado convirtieron al siglo pasado en el más sangriento de la historia. Las cincuenta guerras del siglo veinte, incluyendo las dos guerras mundiales, dejaron un saldo de más de ciento sesenta millones de muertos. A esto hay que sumar los genocidios de Hitler, Stalin y Mao que sumaron casi cien millones de muertos más.

Esto fue el detonante que dio por tierra con el optimismo humanista y desencadenó un proceso nihilista, donde los valores supremos perdieron su valor y nos quedamos huérfanos de metas y respuestas.

El hombre entró en agonía, se consideró un ser intrascendente, confrontado permanentemente con la muerte, cuya existencia, según la definición de Sartre era “una pasión inútil”.

La  actual crisis de valores es consecuencia de haber sucumbido al espíritu del humanismo que descalificó a la Biblia, la rechazó como fundamento ético y prefirió lanzarse a la aventura de fabricar una ética situacional que ignorara los Diez Mandamientos dados por Moisés y las enseñanzas de Jesús en el Sermón de la Montaña, sin haberlos analizado ni comprendido.

Porque el humanismo que siempre criticó, y con razón, los fanatismos y fundamentalismos cristianos del pasado, ha generado fanatismos y fundamentalismos que perduran hasta el presente y envenenan a la sociedad.

¿Dónde está la Biblia en nuestro país? Fuera de los templos, aparece como un elemento decorativo para que alguien, que no la ha leído ni está dispuesto a practicar la ética judeo cristiana, la use poniendo la mano encima para jurar en vano fidelidad a Dios y a la Patria.

La Biblia no es un libro para ser leído. Es un libro para ser vivido. En sus páginas encontramos la respuesta espiritual a los problemas existenciales del ser humano. A la luz de la Biblia nació la cultura más dinámica que conocieron los siglos y se gestaron  obras maravillosas que enriquecen a toda la humanidad.

Miguel Ángel, Juan Sebastián Bach, Federico Haendel, Dante Alighieri, Pedro Pablo Rubens, Alberto Durero, Rembrandt, Marc Chagal, Fiodor Dostoyevski, por mencionar solo a algunos, se inspiraron para su actividad creadora en las páginas de la Biblia.

Salvador DellutriEn este Congreso venimos a levantar la Biblia, las Sagradas Escrituras, en un país particularmente bendecido por Dios que tuvo un pasado de grandeza, pero hoy está abrumado por los altos niveles de pobreza, miseria y corrupción. Lo hacemos en el momento histórico en que la confusión ética, que viene presidiendo la escena mundial desde hace largo tiempo, está mostrando sus resultados.

 

Porque no podemos engañarnos: las crisis sociales, políticas y económicas que hemos vivido y vivimos son el resultado de una profunda confusión moral y espiritual. Son consecuencia de ese extravío los funcionarios corruptos, los políticos demagogos, el periodismo mercenario, la decadencia de la educación, la degradación de los medios de comunicación y hasta el empobrecimiento del lenguaje.

Esa profunda confusión nos hizo perder solidez y nos hemos convertido en una sociedad permeable en la que penetran con facilidad todo tipo de ideas disparatadas, practicas morales destructivas o manifestaciones enfermizas de fe. Una sociedad peligrosamente abierta a todas las propuestas,  que no ofrece la más mínima resistencia, porque la confusión ética destruyó su capacidad de análisis y su sentido crítico.

Levantar la Biblia es apuntar directamente al corazón de la crisis. El origen de todos los problemas humanos se encuentra en el corazón del hombre, porque es allí de donde salen las calamidades.  Nuestro Señor Jesucristo señalaba: Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

La Palabra de Dios habla al corazón de cada hombre y su mensaje le muestra el camino del cambio y la purificación, para que pueda ser una influencia benéfica dentro de la comunidad.

Pero también la Palabra de Dios constituye el cimiento sólido sobre el cual edificar una sociedad sana. Sin un fundamento consistente la sociedad está sujeta a los caprichos y las modas, y vive en un vértigo de cambios permanentes que no llevan a ninguna parte. Cuando  la Palabra de Dios ejerce su influencia en el corazón de los individuos y la sociedad, caen todas las idolatrías.

Nuestro país necesita un cambio moral. No cometamos el error de los pueblos decadentes cayendo en el relativismo. La teoría de la relatividad que Einstein circunscribió a la física no la traslademos al campo moral.  Los que desechan los absolutos se entregan atados de pies y manos al pensamiento débil. Reemplazan la Verdad con mayúscula con un sinfín de “verdades” antagónicas.

La Verdad no puede fragmentarse, no pueden coexistir verdades contradictorias, es absurdo pensar que cada uno puede tener su verdad y resignar la búsqueda de la verdad absoluta.  No podemos ni debemos negarnos a la confrontación esclarecedora, que es el motor del pensamiento. Pero no podemos ignorar el principio elemental que dice que “si una cosa es verdad, lo contrario no lo es”.

Abramos las páginas del Libro Sagrado, y escuchemos nuevamente las palabras de nuestro Señor cuando respondiendo a los corazones confundidos, se presenta como el Absoluto de Dios, y dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Esta aceptación de Jesucristo como la Verdad de Dios, como la Verdad absoluta, es el camino que nos lleva a la verdadera libertad. Él mismo dijo: Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.

Nuestra sociedad tiene un concepto pobre y frívolo de la libertad. Ese don precioso, que nos diferencia de las demás criaturas de la naturaleza, se utiliza para la degradación y la bestialización del hombre.

Lo que debería ser aire respirable se transformó en una atmósfera enrarecida y contaminada que diluye los valores y ahoga las virtudes. Con todo desparpajo se exhibe al hombre esclavo de sus instintos y sometido a sus vicios como un ejemplo de libertad.

Necesitamos volver al fundamento sólido, a la libertad que eleva y dignifica al hombre, a la libertad que enriquece y es camino de realización.

Quiero terminar con una confesión de fe. No usaré mis palabras, sino las de un escritor argentino, Leopoldo Marechal, que al final de su escueta autobiografía dice: Yo confieso que solo estoy comprometido con el Evangelio de Jesucristo, cuya aplicación resolvería por otra parte, todos los problemas económicos y sociales, físico y metafísicos que hoy padecen los hombres.

Estoy seguro que muchos de los presentes comulgan con estas palabras y aspiran, como yo, que este Congreso de la Biblia sea para bien de nuestra Patria y para la Gloria de Dios.

Pastor Salvador Dellutri,
Ex Presidente Sociedad Bíblica Argentina

Palabras del Presidente de la Sociedad Bíblica Argentina en el CCK

Palabras del Presidente de la Sociedad Bíblica Argentina, Raúl Scialabba, compartidas en el inicio del concierto de apertura del Congreso Internacional de la Biblia el pasado 15 de noviembre en el CCK.

 

Como Presidente de la Sociedad Bíblica Argentina y dentro del marco de celebración de los 500 años de la Reforma Evangélica queremos darles la más cordial bienvenida a este Concierto con el que damos comienzo al Primer Congreso Internacional de la Biblia.

Desde sus orígenes, la fe cristiana experimentó distintos momentos de renovación, cuando la rutina, o las formas mundanas pusieron en riesgo la integridad del Evangelio.

Desde sus orígenes en Alemania en 1517, la Reforma se extendió y estableció con fuerza pese que debió enfrentarse con momentos de persecución. Aquellos principios que enarboló en su tiempo siguen siendo hoy inspiración para muchos creyentes en todo el mundo.

La importancia de la Biblia; la centralidad de Cristo, la supremacía de la gracia, la fe como expresión de confianza en Dios, el sacerdocio universal de todos los creyentes fueron sus acentos doctrinales.

La fe evangélica no es una fe en dogmas o en una determinada ritualidad. Si bien hay doctrinas y fuerza en la adoración, su centro es la relación íntima y de confianza con el Dios que nos brinda salvación en Jesús, el Cristo, y por la inspiración de su Santo Espíritu.

En la actualidad la Reforma no nos urge a una vuelta al pasado sino al contrario, nos impulsa al futuro.

Un futuro que se siembra de esperanzas, porque sabemos que el amor de Dios no nos abandona.

Entre las principales contribuciones de la Reforma evangélica a la cultura universal podemos mencionar:

La traducción de la Biblia y la creación de las lenguas nacionales.

El gran aporte de la Reforma fue devolver al pueblo la Biblia, la Palabra de Dios y con el curso de los años llegó en sus propias lenguas a las culturas más lejanas.

Otros aportes valiosos han sido la educación obligatoria; la dignificación del trabajo; la ayuda al prójimo; la revalorización de la mujer; el sentido democrático y el concepto de servidor público. 

Pero un aporte especial ha sido en las ciencias, las artes y particularmente en la música.

Una vez más guiada por la Biblia a inicios del siglo XVI  se constituyó una verdadera revolución y las canciones se compusieron en la lengua vernácula que entendían las masas y sirvieron para expandir la causa del Evangelio pero también para unir a los creyentes en torno a la adoración.

Para cuando Johann Sebastian Bach, el músico protestante por excelencia, comenzó a componer ya existían más de cinco mil corales de inspiración reformada.

De manera semejante, Jorge Federico Haendel dejó extraordinarios oratorios de los que El Mesías es el más conocido, pero no el único y

Felix Mendelssohn fue uno de los compositores más extraordinarios del período romántico rindiendo homenaje a la Reforma que da nombre a su Quinta Sinfonía.

La impronta de la Reforma continuó siendo extraordinaria en la continua redacción de himnos algunos de los cuales escucharemos esta noche.

Así, de muchas maneras, este movimiento de inspiración espiritual plasmó su impronta sobre el mundo material y de la cultura.

Todo lo expuesto es parte de ese acervo y nos invita a renovar un espíritu de amor y servicio que, más allá de las diferencias de tradiciones y confesiones, es el corazón del Evangelio.

Salmo 42

Mi esperanza está en Dios.
Como ciervo sediento en busca de un río,
así, Dios mío, te busco a ti.
Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios?
Día y noche, mis lágrimas son mi alimento,
mientras a todas horas me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»

Cuando pienso en estas cosas,
doy rienda suelta a mi dolor.
Recuerdo cuando yo iba con la gente,
conduciéndola al templo de Dios
entre gritos de alegría y gratitud.
¡Qué gran fiesta entonces!

¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios,
a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!

Me siento muy desanimado.
Por eso pienso tanto en ti
desde la región del río Jordán,
desde los montes Hermón y Misar.
Se escucha en los precipicios
el eco atronador de tus cascadas;
los torrentes de agua que tú mandas
han pasado sobre mí.

De día el Señor me envía su amor,
y de noche no cesa mi canto
ni mi oración al Dios de mi vida.
Le digo a Dios, mi defensor:
«¿Por qué me has olvidado?
¿Por qué tengo que andar triste
y oprimido por mis enemigos?»
Hasta los huesos me duelen
por las ofensas de mis enemigos,
que a todas horas me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué voy a desanimarme?
¿Por qué voy a estar preocupado?
Mi esperanza he puesto en Dios,
a quien todavía seguiré alabando.
¡Él es mi Dios y Salvador!

Raúl Scialabba,
Presidente de la Sociedad Bíblica Argentina.

 

 

 

 

Saludo de la Vicepresidenta de la Nación por el Congreso de la Biblia

Palabras recibidas por la Sociedad Bíblica Argentina de parte de la Vicepresidenta de la Nación por la celebración del concierto de apertura del Congreso Internacional de la Biblia, realizado en el mes de noviembre en la Sala Sinfónica del CCK.

 

Queridos amigos,

Lamentablemente, por motivos de agenda, no puedo acompañarlos en esta celebración de los 500 años de la Reforma, pero quiero enviarles mis saludos a todas las iglesias, federaciones y asociaciones evangélicas del país en un día tan importante como este.

En primer lugar, aprovecho esta nota para felicitar a la Sociedad Bíblica Argentina, organizadora del encuentro, por su incansable trabajo hace ya 190 años llevando la Palabra de Dios a todos y a todas partes.

Gracias por su compromiso, y en especial, por el gran aporte que realizan con la traducción de la Biblia a los idiomas indígenas, poniendo por escrito muchas de las lenguas ágrafas que se han hablado por años en nuestra querida Argentina. Como decía Domingo Faustino Sarmiento, “La lectura de la Biblia echó los cimientos de la educación popular que ha cambiado la faz de las naciones que la poseen”.

Pero la enorme contribución de la Reforma Protestante no termina allí. No solo en el campo religioso y de la educación debemos reconocer la labor que llevan a cabo, sino también en la política, la ética del trabajo, las libertades de creencia, pensamiento y expresión, en el desarrollo de la ciencia, las artes y la economía.

Hoy, a cada uno, les transmito mis sinceros cariños y les agradezco de corazón el trabajo que hace 500 años vienen realizando y que ha enriquecido nuestra cultura, enseñando valores y sembrando el bien.

Espero que tengan una muy grata jornada.

Gabriela Michetti,
Vicepresidenta de la Nación Argentina

Cómo se vivió el concierto de apertura del Congreso de la Biblia

Sólo Dios y Martín Lutero sabrán lo que pasó por la cabeza de este último cuando, harto de los abusos del papado de su época, el monje agustino clavó en la puerta de la catedral de Wittenberg las 95 tesis que marcaron un antes y un después en la historia del Cuerpo de Cristo. Pero seguramente el reformador jamás hubiese imaginado que cinco siglos después de esa aventura, a miles de kilómetros de su Alemania natal, en una ciudad del Nuevo Mundo, su nombre y su legado resonarían en un auditorio que convocó a cientos de cristianos de diversas denominaciones en un digno concierto de apertura para el Primer Congreso Internacional de la Biblia.

Después de que en su discurso de apertura Raúl Scialabba -presidente de Sociedad Bíblica Argentina- resaltara, entre otras cosas, la centralidad de la Biblia aun en nuestra tan compleja actualidad y la gracia de Dios siempre presente, se escuchó interpretar al Coro Polifónico Nacional (con Claudio Santoro al piano), de Félix Mendelssohn Bartholdy, el Salmo 42 op. 42, una espléndida obra coral sobre la base de la traducción al alemán de dicho salmo hecha por el mismo Lutero y que contó con una maravillosa Soledad de la Rosa como solista. A continuación, el maestro Mario Benzecry dirigió magistralmente la Sinfónica Juvenil de San Martín para El Moldava, de Bedřich Smetana, pieza que acaso traiga a la mente al reformador checo Jan Hus, precursor de Lutero.

Orquesta y coro se unieron para interpretar fragmentos de La Creación, de Joseph Haydn: El caosTomad vuestras liras y La gran obra se ha completado. No obstante el título de este último fragmento, la gran obra del concierto no se había completado. La alocución de Salvador Dellutri, ex presidente de Sociedad Bíblica Argentina, sirvió de intermezzo para la segunda parte del concierto. El vehemente Dellutri sacó a la palestra la necesidad de la Palabra de Dios ayer, hoy y siempre pues esta “habla al corazón de los hombres”. Destacó además que, paradójicamente, cuanto más el hombre ha prescindido de la Biblia, tanto más el mundo se ha visto sumido en guerra, muerte y destrucción, y recordó las palabras de Leopoldo Marechal en cuanto a estar “sólo comprometido con el evangelio de Jesucristo”.

La segunda parte del concierto se dedicó más a los cantos e himnos que los cristianos han cantado y cantan hoy en los servicios de alabanza. Esta parte contó con la participación del Coro Unido de la Reforma (dirigido por María Constanza Bongarrá), formación que amalgama voces de diversas congregaciones evangélicas y que se presentó en septiembre pasado en el Teatro Colón, en un concierto que también recordó los cinco siglos de la Reforma. Las voces solistas del Hsiao Chia-I en A Dios sea la gloriaLeticia Clark en Gloria a tu nombre y las del cuarteto vocal (integrado por estos últimos junto con Laura Clark y Norberto Bondarczuk) en Victoria en Cristose unieron más tarde con el resto del coro y el público con dos cantos congregacionales, En Jesucristo el Rey de Paz Cristo ya ha resucitado, con la participación del organista Sebastián Achenbach.

El Coro Unido incursionó en ritmos ya más nuestros y cantó junto con el ensamble instrumental un Padre nuestro y un tango, Tenemos esperanza. Para el bis, en los corazones de los oyentes de este digno concierto, una de las cinco solas de Martín Lutero: Soli Deo gloria. y el Aleluya de Georg F. Händel.

Viviana Aubele

Tomado del sitio web martinwullrich.com (ver nota)

Se realizó el Congreso Internacional de la Biblia en el CCK

Del 15 al 18 de noviembre se desarrolló el primer Congreso Internacional de la Biblia en el CCK, Ciudad de Buenos Aires, organizado por la Sociedad Bíblica Argentina (SBA). El evento, que contó con talleres y plenarias a cargo de oradores locales e internacionales, tuvo el propósito de reafirmar la centralidad de las Escrituras en la vida y la misión de la iglesia, y destacar su vigencia para la sociedad y cultura.

“La iglesia encuentra su mensaje en un Libro que fue fijado hace muchos años, y no cambia ni una coma. Y el desafío es transmitir esas verdades fijas, que no cambian, a todas las naciones y culturas, y en todos los tiempos”, expresó Ruben Del Ré, director general de la SBA, en sus palabras de cierre. Además, agregó: “Es solamente cuando leemos, estudiamos, meditamos y predicamos este Libro, que podemos tener una visión clara de Jesucristo”.

Durante el jueves y viernes se brindaron treinta talleres en dos sedes (en el CCK y en el edificio de la SBA). Además, el jueves por la noche se llevó a cabo una plenaria de apertura en la Iglesia Metodista ubicada en Av. Corrientes y el sábado se realizaron cinco plenarias en la Sala Argentina del CCK.

Como apertura, el miércoles 15 se realizó un concierto con un repertorio de música clásica e himnos tradicionales evangélicos en la Sala Sinfónica del CCK. Participaron la Sinfónica Juvenil Nacional “José de San Martín” –a cargo de Mario Benzecry–, el Coro Polifónico Nacional –dirigido por Ariel Alonso–,el Coro Unido de la Reforma –bajo la dirección de María Constanza Bongarrá– y el concertista de órgano Sebastián Achenbach.

La velada contó con un discurso de Salvador Dellutri, quien enfatizó: “La Biblia es el libro fundacional de la cultura occidental. Nuestra concepción del mundo, del hombre y de la historia tienen su origen en las enseñanzas de la Biblia. Nuestros principios éticos, nuestra fe religiosa y nuestra esperanza trascendente emanan de este Libro, y es imposible concebir la cultura occidental sin tener en cuenta su influencia”.

El evento se realizó en el marco de la celebración de los 500 años de la Reforma Protestante. “En la actualidad la Reforma no nos urge a una vuelta al pasado sino al contrario, nos impulsa al futuro. Un futuro que se siembra de esperanzas, porque sabemos que el amor de Dios no nos abandona”, expresó Raúl Scialabba, presidente de la SBA, en las palabras de bienvenida.

El Congreso de la Biblia contó con el apoyo de la Mesa Consultiva de Federaciones y Asociaciones Evangélicas de la República Argentina que es integrada por ABA, ACIERA, FAIE y FECEP. En las distintas jornadas estuvieron presentes líderes, pastores e iglesias de todo el país, presidentes de Consejos de Pastores de varias provincia y representantes de diferentes ministerios que sirven a la iglesia. También participaron los directores generales de distintas Sociedades Bíblicas de América Latina y otras regiones.

 

La Sociedad Bíblica Argentina es una entidad misionera, que financia su labor mediante la venta de materiales bíblicos y la contribución generosa de iglesias, organizaciones e individuos.
Por la gracia de Dios, el CCK –donde se realizaron la mayor parte de las actividades– nos fue cedido de manera gratuita. Sin embargo, la organización de este evento ha requerido una importante inversión por parte de la SBA.
Muchas personas nos han preguntado cómo ayudar a la Sociedad Bíblica a afrontar estos gastos. Si desea colaborar, lo invitamos a 
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