Mes de la Biblia

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Por qué septiembre es el Mes de la Biblia
Ideas para celebrar el Mes de la Biblia
Día Nacional de la Biblia: Cuarto domingo de septiembre

CONFERENCIAS MES DE LA BIBLIA: LA BIBLIA Y LA VERDAD

En tiempos de noticias falsas, del descrédito de las figuras públicas, de relativización de la verdad y erosión de sus fundamentos, necesitamos renovar nuestra absoluta confianza en la Palabra de Dios, porque “la suma de tu palabra es verdad” (Sal 119:160).

Te invitamos a ser parte de este Ciclo de 19 conferencias virtuales y gratuitas con más de 25 oradores. Entre ellos Marcos Vidal, Nancy Pearcey, David y Sally Michael, entre muchos otros.

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ARTÍCULOS DE LECTURA SOBRE LA BIBLIA

Cómo acercarse a la Biblia
9 cosas que debes saber sobre la Biblia
Dos formas de animar tu lectura bíblica
¿Atrapado en cuarentena? Hay consuelo en la Biblia
La Biblia es la base de nuestro crecimiento espiritual
Cinco preguntas para guiar tu lectura de la Biblia

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Cómo acercarse a la Biblia

¿Alguna vez has decidido leer la Biblia? ¿Cómo te fue? Tal vez te diste cuenta que no es como leer cualquier otro libro; no es fácil leer la Biblia de principio a fin. Quizás ha sido tu experiencia  tomar la Biblia en mano e iniciar con la primera página de Génesis. Avanzas por el libro y sorprendentemente, se lee como una novela interesantísima: con tentación, intriga, fratricidio, misterio, peleas, rivalidades, poligamia, violación, masacres, destrucción de ciudades, un pilar de sal, y encima de todo, la fidelidad de Dios.

Al terminar los 50 capítulos de Génesis, te felicitas y tienes la determinación de continuar. Éxodo, también sigue igual, lleno de relatos como la historia de la niñez de Moisés, las diez plagas, el éxodo de los israelitas de Egipto, cruzando el Mar Rojo, y los diez Mandamientos. Y si no fuera suficiente, hay guerras, el agua que sale de la roca y el becerro de oro. Estás por terminar Éxodo y encuentras una sección en cuanto a la construcción del tabernáculo. No importa, pasas a Levítico y de pronto todo se paraliza cuando encuentras página tras página de leyes que ni puedes entender. Después Números habla de censos, y siendo fiel al nombre del libro, se da una cantidad de números, que ya dejas el experimento sobre la mesita de cama.

No te gusta darte por vencido, pero ¡ya no puedes más! Entonces, ¿cómo puedes acercarte a la Biblia? Es importante entender que la Biblia no es un solo libro que debes leer de principio a fin. Es cierto que el primer libro, Génesis trata el origen de todo, y que Apocalipsis, el último libro, habla de las cosas finales. Sin embargo, la Biblia es un conjunto de muchos libros separados en dos partes: el Antiguo Testamento, que también es la Sagrada Escritura de los judíos, y el Nuevo Testamento, que trata la vida de Jesús (Juan 21:25), el inicio de la iglesia (Hechos 1:1–5) y las cartas escritas a los primeros creyentes como parte de las instrucciones de los apóstoles para las iglesias esparcidas por todo el imperio romano (2 Tesalonicenses 2:15).

Así que, la Biblia tiene muchos libros escritos por una buena cantidad de autores, pero todos bajo la inspiración del Espíritu Santo (1 Pedro 1:10-12). Entonces podemos decir con certeza que la Biblia es la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17). Es importante entender la unidad de la Biblia, porque todo señala a Jesucristo, Dios hecho hombre, la fuente de nuestra salvación. Puedes comenzar a leer un Evangelio, o una carta de Pablo, o un libro del Antiguo Testamento y puedes experimentar el poder de Dios por medio de su Palabra.

¿Qué dice la Biblia de sí misma? Por toda las Sagradas Escrituras los autores nos hablan de cómo la Biblia se relaciona con nosotros. He aquí unos ejemplos:

«La enseñanza del Señor es perfecta,
porque da nueva vida.
El mandato del Señor es fiel,
porque hace sabio al hombre sencillo.
¡Son más dulces que la miel del panal!
Son también advertencias a este siervo tuyo,
y le es provechoso obedecerlos» (Salmo 19:7,10b–11).
«Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, porque esperan encontrar en ellas la vida eterna; sin embargo, aunque las Escrituras dan testimonio de mí, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida» (Juan 5:39–40).
«Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12).
« “…pero la palabra del Señor permanece para siempre.” Y esta palabra es el evangelio que se les ha anunciado a ustedes» (1 Pedro 1:25).

En los meses que vienen espero poder explorar más de cómo podemos acercarnos a la Biblia. Por ahora, comenzaremos con los siguientes tres pasos:

  1. Escoge un tiempo regular para leer la Biblia. Puede ser de 5 a 10 minutos para comenzar, después de levantarte, durante el descanso que tienes al mediodía, o aun antes de acostarte. La clave es hacerlo consistentemente.
  2. Comienza con uno de los Evangelios. Te recomiendo el Evangelio de San Marcos, que es el más corto; o el Evangelio de San Juan, que habla de Jesús, el Hijo de Dios.
  3. Lee por lo menos unos versículos y a lo máximo un capítulo. Antes de leer eleva una corta oración. Puede ser la siguiente: «Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento, para que al leer la Biblia, sienta la presencia de Dios Padre que se manifiesta a través de tu Palabra. Amén».

Comienza hoy. ¡Te deseo mucha bendición y mucho éxito!

Autor: Gary Wiley, 26 de septiembre 2017.
Fuente: Blog de la Biblia – blog.bible

¿Atrapado en cuarentena? Hay consuelo en la Biblia

Puedes estar sentado en una habitación pequeña y escasamente amueblada, mirando un retrato individual, esperando saber cuándo puedes volver al trabajo. Tal vez seas quien se muerde las uñas fuera del hospital, anhelando una palabra de esperanza de que tu ser querido se recupere después de contraer el virus. Tal vez seas el pasajero en espera que necesita desesperadamente subir a ese vuelo para despedirte de un ser querido cuyo tiempo es corto. Tal vez tu «cuarentena» implica esperar a que cambien tus circunstancias; esperando una llamada telefónica que trae alivio; esperando para reunirte con alguien.

Todos hemos tenido que esperar. ¡Pero ahora parece más largo y menos soportable!

La mayoría de las veces, no tenemos otra opción en el asunto. Esperar puede hacernos sentir cansados y desesperados. Nos ponemos ansiosos y tendemos a entretejer malos finales imaginados a nuestras historias. La impotencia que sentimos puede ser exacerbada por otros que no ofrecen palabras de ánimo.

La «cuarentena» de Job

La historia de Job es la de esperar la liberación de Dios del sufrimiento. Las Escrituras nos dicen que Job sufrió mucha agonía en su «cuarentena». Perdió a todos sus hijos; su ganado y su salud, su cuerpo estaba cubierto de llagas. Sus amigos ni siquiera lo reconocieron después de la calamidad que le sucedió. Como se registra en Job 2:12, «A cierta distancia alcanzaron a ver a Job, y como apenas podían reconocerlo, empezaron a gritar y llorar, y llenos de dolor se rasgaron la ropa y lanzaron polvo al aire y sobre sus cabezas». No pudieron consolar a Job y tampoco encontró consuelo en la compañía de su esposa. Su lucha fue intensa, y aunque expresó su angustia, se mantuvo resuelto en esto: continuaría esperando pacientemente hasta que las cosas mejoraran. Job dijo: «Yo esperaría todo el tiempo que durara mi servicio hasta que viniera el alivio de mis penas» (Job 14:14b).

Nuestra espera puede ser similar a la de Job o solo una fracción de su experiencia. Cualquiera sea nuestra situación, hay algo que podemos hacer para ayudarnos a manejar nuestra «cuarentena». Podemos comprometer la Palabra de Dios en cualquier lugar y en cualquier momento, por un breve momento o días o semanas de espera. Aquí hay algunas herramientas para ayudarte.

Involucrar a las Escrituras en la «cuarentena» de la vida

Ora: Para que Dios mantenga tu mente enfocada en Dios mientras esperas.

Lee la Palabra de Dios: Lee los pasajes de las Escrituras a continuación y elige uno o dos de ellos para reflexionar más, según tu circunstancia actual. Es posible que desees escribir las palabras en una tarjeta de notas o guardarlas como una nota en tu teléfono. Medita en las palabras, usando las preguntas que encontrarás debajo de los pasajes a continuación.

Romanos 8:28 —«Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito». 

Filipenses 4:6–7 —«No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús».

Jeremías 32:27 —«Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí».

Gálatas 5:22–23a —«Lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio».

Reflexiona: Para ayudarte a comprometer la Palabra de Dios, pregúntate:

  • ¿Es relevante el mensaje de este pasaje para hoy?
  • ¿Cómo se aplica este pasaje a mi situación?
  • ¿Qué me llamó la atención cuando leí los versículos?
  • ¿Estos versículos provocaron alguna pregunta? (Si es así, escríbelos y compártelos en tu próximo estudio bíblico grupal en línea o profundiza en la Palabra de Dios para encontrar respuestas durante tu estudio bíblico personal).

Responde: Comparte tus observaciones de este ejercicio con alguien que lucha por encontrar consuelo durante la cuarentena.

Durante este tiempo de incertidumbre, podemos estar seguros de que Dios está allí con nosotros. Ya sea que la espera sea corta o parezca interminable, deja que la Palabra de Dios te ayude a mantenerte enfocado en el amor de Dios por ti, brindándote la fe, la esperanza y el valor que necesitas para superarlo.

Autor: Davina McDonald, 28 de abril 2020.
Fuente: Blog de la Biblia – blog.bible

Dos formas de animar tu lectura de la Biblia

Muchos lectores de la Biblia adquieren cierto ritmo: leen entre 5 y 10 versículos de la Biblia y hacen ciertas preguntas para profundizar en el significado. Quizá leyeron un segmento de un libro devocional. Este es un buen modelo para el estudio de la Biblia, no es necesario cambiarlo.

A menos que necesites un descanso.

Al igual que una buena sonata o canción pop, a veces necesitamos cambiar nuestros ritmos. Si encuentras un nuevo ritmo para tu estudio de la Biblia, incluso temporalmente, puedes descubrir un nuevo nivel de interacción con las Escrituras. Aquí hay dos opciones simples que quizá desees probar.

La visión macro

Lee un capítulo completo, o tal vez un libro completo. Esto puede requerir algo de tiempo extra en tu horario, por lo que podría ser una buena opción para fines de semana o vacaciones.

La ventaja de este enfoque es que obtienes toda la historia. Tienes un lente gran angular en las Escrituras y no una vista microscópica. En lugar de tratar de descubrir lo que Dios te está diciendo en este versículo o en ese, estás escuchando un argumento completo, una escena completa. Estás encontrando el mensaje de Dios en contexto.

Por ejemplo, el libro de Filipenses está lleno de versículos maravillosos. Es muy gratificante leer el aliento de Pablo de los creyentes locales (1:6), su visión de su propia muerte próxima (1:21), el ejemplo de Cristo como siervo (2:5–11); y la importancia de la oración (4:6–7). Puedes derivar muchas lecciones ricas de un enfoque versículo por versículo, pero cuando te alejas, encontrarás un nuevo nivel de apreciación por la situación de los filipenses y dónde estaba Pablo en ese momento, y cómo encajan todos esos mensajes individuales.

Cada uno de los cuatro capítulos de Filipenses es casi tan largo como esta publicación de blog. La persona promedio podría leerlo todo en unos diez minutos. ¿Así que por qué no intentarlo? Muchos de los libros cortos de la Biblia explotan con un nuevo significado cuando utilizas este enfoque de gran angular. Pruébalo con Colosenses, Santiago, 1 Juan, Habacuc o Jonás. Puede tomar una hora leer Romanos, pero te encontrarás entendiendo la teología cristiana como nunca. (O puedes leer Romanos en fragmentos de cuatro capítulos).

No es solo un cambio en el ritmo de tu horario, sino también una nueva forma de conectarte con el mensaje de Dios para ti.

La vista micro

En el extremo opuesto del espectro está el enfoque del tamaño de un bocado. Toma un versículo y deja que te llene la mente. Diagrama la oración. ¿Quién hace qué a quién, cuándo, dónde, cómo y por qué? Piensa en el significado de cada palabra. Cuando prestas tanta atención a un solo versículo, es fácil memorizarlo.

Luego, deja que el versículo rebote en tu mente a medida que pasas el día. ¿Qué te está diciendo Dios? Pídele al Espíritu que conecte el versículo a tu experiencia. ¿Puedes ver la verdad del versículo en los eventos que te suceden, los encuentros que tienes, las personas que conoces?

Visualiza el versículo. Si fueras pintor, ¿cómo lo pintarías? Quizá eres pintor; entonces podrías pintar lo que estás viendo. Usa tu don artístico completo para interactuar con las Escrituras a través de las artes visuales e interactuar con la verdad que Dios te está dando.

¿Cómo suena el versículo? ¿Puedes cantar las Escrituras? O quizá recuerdas una canción diferente, o tres. Compila una lista de reproducción (selección de música) para celebrar la verdad de ese versículo.

¿Podrías representar el versículo? ¿Quiénes serían los personajes? ¿Cuál es tu interacción? ¿Cómo afectaría la verdad del versículo a sus vidas? ¿Este versículo te lleva a una danza de alabanza o devoción?

Al acortar tu alcance, concentrarte en un solo versículo, te permites que forme parte de ti, de cien maneras creativas. Debido a su brevedad, puedes no solo memorizarlo, sino respirarlo y vivir dentro de él durante un día más o menos.

El ritmo de acercamiento y alejamiento

Hay un gran valor en un análisis profundo de los pasajes de las Escrituras. Ese ritmo ha ayudado a muchos cristianos a crecer poderosamente en su fe. Pero tal vez podrías probar algo más por un tiempo. Alejar o acercar, o ambos, y ver cómo Dios llena ese campo de visión.

Autor: Randy Petersen, 4 de febrero 2020.
Fuente: Blog de la Biblia – blog.bible

La Biblia es la base de nuestro crecimiento espiritual

Nuestro mundo secularizado ha perdido toda noción de lo sagrado. Irónicamente, a pesar de su convicción de que el universo es un sistema natural cerrado, nuestra cultura postula figuras que reemplazan a los demonios y ángeles. Una encuesta reciente reveló que el 14% de los estadounidenses creen que puede suceder un accidente biológico que produzca un apocalipsis de zombis. Casi un 50% cree que existen los alienígenas.

Admito tener serias dudas sobre la existencia de extraterrestres. Por lo menos dudo que sean como en las películas. La Biblia habla de seres superdotados que van y vienen de nuestro planeta (Lc. 2:9), pero no son precisamente hombrecitos verdes. De todas formas, vale preguntar, si de verdad existen los alienígenas, verdes o del color que sean, ¿cómo podemos descubrirlos? Si ellos no hacen algo por darse a conocer, la posibilidad de descubrirlos es casi inexistente.

¿Cómo serían ellos? ¿Buenos y amigables como el E.T. de Steven Spielberg? ¿O sabios y extraños como en la película Arrival que protagonizó Amy Adams? ¿O monstruos aterradores como en las películas Alien? Si no se les ocurre bajarse de su nave en una plaza de alguna de nuestras ciudades —o por lo menos mandarnos algún mensaje que puedan captar las antenas de la NASA— no hay posibilidad de saber de ellos. Podemos especular mucho, pero nuestro conocimiento concreto no avanza.

¿Y si Dios existe? La distancia es más grande aún. El Dios del cristianismo existe mas allá de los limites del tiempo y el espacio, mas allá del alcance de nuestros instrumentos científicos. Podemos especular en cuanto a su existencia y sus cualidades, pero para conocerlo hace falta que Él se revele. Por esto podemos decir que no hay declaración de más trascendencia histórica que esta: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo” (He. 1:1-2).

Dios nos habla. Hay muy pocas oraciones que podemos escribir que tengan el mismo peso trascendental. Esta oración solo se compara con oraciones como: “En el principio Dios creó el universo”, o “Oye Israel, nuestro Dios uno es”, o “El verbo se hizo carne”.

Para entender mejor las disciplinas espirituales, hay cinco cosas que debemos saber sobre la Palabra de Dios. Estas cinco cosas nos ayudarán a entender que toda disciplina espiritual debe tener una base sólida, la cual no se encuentra en nosotros mismos, sino en las Escrituras.

1. La Palabra invaluable es nuestro punto de partida

Debido a lo que ya hemos mencionado, las disciplinas espirituales comienzan con la Palabra de Dios. Ellas existen porque Dios nos ha hablado en cuanto a su propia naturaleza y la nuestra, y nos ha hecho entender su gracia y sus propósitos para nosotros.

Para crecer en santidad por medio del uso disciplinado de los medios de gracia, es imprescindible entender la centralidad de la Palabra en este proceso y el rol del Espíritu Santo.

Para crecer en santidad por medio del uso disciplinado de los medios de gracia, es imprescindible entender la centralidad de la Palabra en este proceso y el rol del Espíritu Santo. Además, debemos entender, aunque sea en parte, la maravilla de poseer las Escrituras. Tomar una Biblia en nuestras manos no es técnicamente un milagro. Sin embargo, como evidencia de la providencia de Dios, es tan maravillosa que debe producir en nosotros el mismo asombro que tendríamos al ver agua convertida en vino.

Hace algunos años pude asistir a una exposición de los rollos del Mar Muerto. Eran más pequeños de lo que había imaginado. Lo que más me conmovió de ellos fue el marcado contraste entre su evidente fragilidad y su gran antigüedad. Bajo una gruesa lámina de vidrio antibala, daban la sensación de que se harían polvo con apenas un suspiro de aliento. Más de dos milenios luego de ser copiados, su mera existencia da evidencia de la providencia divina en la conservación de la Palabra.

¿Que generó en el pueblo judío esa dedicación a copiar y preservar los textos del Antiguo Testamento a través de milenios? Quizá los mismos textos nos pueden sugerir claves. ¿No habrá sido la memoria nacional del temor experimentado por sus antepasados cuando, al pie del monte Sinaí, escucharon los truenos, vieron los relámpagos y la densa nube sobre el monte, y oyeron un fuerte sonido de trompeta? (Éx. 19:16) ¿No habrá sido el recuerdo de la cara brillante de Moisés cuando bajó del monte? ¿No habrá sido la declaración, “habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre”? (Éx. 20:1-2).

Los judíos aceptaron que debían recibir las palabras divinas y ponerlas por práctica. También aceptaron la responsabilidad familiar de enseñarlas a sus hijos. La Palabra se debía transmitir al estar en casa y al andar por el camino, al levantarse y al acostarse (Dt. 6:6). Como pueblo, los judíos aprendieron dos cosas que nosotros también debemos aprender. Primero, la maravilla de poseer la Biblia. Segundo, que no solo de pan vive el hombre. También necesita la Palabra de Dios (Dt. 8:3). No nos debe sorprender, por lo tanto, el cuidado minucioso de los escribas que generación tras generación copiaron la Palabra de Dios. Ella es el punto de partida para conocer a Dios y crecer en santidad.

2. La Palabra fue escrita para ser leída y oída

La Palabra divina, antes que nada, es una palabra verbalizada, pronunciada. Pero también es una palabra escrita. Encontramos que Moisés mandó que la Palabra fuera leída en público:

“Cuando todo Israel venga a presentarse delante del Señor tu Dios en el lugar que Él escoja, leerás esta ley delante de todo Israel, a oídos de ellos. Congrega al pueblo, hombres, mujeres y niños, y al forastero que está en tu ciudad, para que escuchen, aprendan a temer al Señor tu Dios, y cuiden de observar todas las palabras de esta ley. Y sus hijos, que no la conocen, la oirán y aprenderán a temer al Señor vuestro Dios, mientras viváis en la tierra adonde vosotros vais, cruzando al otro lado del Jordán para poseerla”, Deuteronomio, 31:11-13.

Obviamente, esta lectura oral dependía de la palabra escrita.

Para nosotros, las disciplinas espirituales también presentan esta ida y venida oscilante entre la Palabra escrita y la leída en voz alta. En nuestros días de fácil acceso a libros impresos y textos electrónicos, más que nada absorbemos la Palabra por un circuito cognitivo que pasa por los ojos a la mente. Pero la Biblia fue compuesta en el contexto de una cultura oral, y el circuito que muchas veces se contempla en las Escrituras es el que incluye los oídos, el corazón, y la boca. Jesús dijo: “El que tiene oídos, que oiga” (Mt. 11:15). Pablo escribió: “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón” (Ro. 10:8).

El pentateuco fue escrito para ser leído en voz alta ante la congregación. Dios, por medio de Moisés, encontró en la escritura un medio para asegurar la transmisión fiel de una generación a otra. La confesión de Westminster explica:

“Le agradó a Dios en varios tiempos y de diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; y además, para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor consuelo y establecimiento de la Iglesia contra al corrupción de la carne, malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito”.

¿Será una coincidencia que el primer abecedario del mundo no fue la invención de los egipcios o de los sumerios, los imperios dominantes de la antigüedad? Estas culturas dependían de los sistemas aparatosos de los jeroglíficos y la escritura cuneiforme. En realidad, el primer alfabeto surge entre los semitas. Solamente un abecedario permitiría el desarrollo de la literatura como tal. El alfabeto es el medio providencial de transmisión que permitió la preservación de la Palabra a través de los milenios. Aun cuando una generación se olvidaba de ella, ahí yacía hasta que un escriba —o un arqueólogo— con manos temblorosas desempolvaba un rollo olvidado por los hombres, pero conservado por el Espíritu de Dios.

El invento de la escritura alfabética no solo permitió la preservación de la Palabra revelada, sino también la distribución necesaria para su incorporación a la vida comunitaria de Israel. La iglesia primitiva, siguiendo el ejemplo de la sinagoga, daba un lugar de honor a la simple lectura de la Palabra. En Judea y Galilea, las sinagogas poseían copias de los rollos de las Escrituras. Recordamos que Jesús, para inaugurar su ministerio, leyó una profecía del antiguo rollo de Isaías (Lc. 4:17-20).

Las iglesias cristianas agregaron a sus bibliotecas copias de los escritos de los apóstoles. Dando instrucciones al joven pastor Timoteo, Pablo dice: “Entretanto que llego, ocúpate en la lectura de las Escrituras, la exhortación y la enseñanza” (1 Ti. 4:13). Aquí, Pablo tiene en mente la lectura pública de las Escrituras. Notemos cómo él recomienda esta lectura en un contexto que incluye la lucha por la santificación:

“Al señalar estas cosas a los hermanos serás un buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Pero nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas. Más bien disciplínate a ti mismo para la piedad”, 1 Timoteo 4:6-7.

El apóstol Pablo describe una vida caracterizada por la búsqueda de la santidad por medio de las disciplinas espirituales centradas en la Palabra.

3. La Palabra fue recuperada en la historia de la iglesia

Lamentablemente, la Palabra no siempre ha ocupado su lugar merecido en la larga historia de la iglesia. A través de los años, la espiritualidad cristiana fue distorsionada por prácticas como el culto a María y la mediación de los santos. Sin embargo, la Palabra nunca perdió su capacidad de transformar al individuo y a la iglesia misma.

En la conversión de Agustín de Hipona encontramos un ejemplo clásico de ese poder transformador. Por la influencia de la Palabra, el gran teólogo africano fue convertido de una vida de libertinaje y andanzas filosóficas. Primero, sus conceptos de la fe cristiana empezaron a ser modificados bajo la influencia de la predicación de Ambrosio. Luego, su conversión en sí se produjo un día cuando, sentado en al jardín de su casa, escuchó la voz de una niña que decía tolle lege, tolle lege: toma, lee. Impulsado por estas palabras, levantó una copia de las Escrituras y leyó Romanos 13:13-14: “Andemos decentemente, como de día, no en orgías y borracheras, no en promiscuidad sexual y lujurias, no en pleitos y envidias; antes bien, vestíos del Señor Jesucristo, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne”. Agustín relató que esto fue como una luz que instantáneamente despejó toda sombra de duda.

A través de los siglos en la vida de la iglesia, la influencia de la Palabra de Dios muchas veces menguó. Sin embargo, Dios en su providencia nunca dejó que la llama se apagara del todo. El copiado de los textos bíblicos se llevó a cabo con la misma disciplina de los antiguos judíos, aun en lugares remotos azotados por los vikingos, como Lindisfarne, un monasterio fundado por monjes irlandeses. En la época medieval se practicaba la lectio divina, una disciplina espiritual de los monjes benedictinos. Consistía de 4 pasos: lectio, meditatio, oratio, y contemplatio. Se buscaba a Cristo en cada pasaje, pero los resultados muchas veces eran problemáticos, ya que la interpretación no obedecía a ningún principio hermenéutico, sino a las impresiones subjetivas del monje.

Un aspecto clave de la espiritualidad protestante es recuperar la vida de la congregación de la iglesia bajo la autoridad de la Palabra de Dios.

La Reforma protestante llegó a la iglesia como los avivamientos habían llegado en el Antiguo Testamento a Israel bajo el rey Josías o el escriba Esdras. El principio de sola Scriptura actuó como un ácido disolviendo las tradiciones y falsas enseñanzas acumuladas a través de los siglos. El altar de la misa perdió su posición central en el santuario al ser reemplazado por el púlpito. Todo se reordenó y se sujetó a la Palabra. La Biblia, leída y predicada, volvió a ocupar el lugar central en la vida de la iglesia. Como ejemplos puntuales podemos notar el proceso de reforma en Zúrich, el cual empezó cuando el sacerdote católico Ulrico Zuinglio se dedicó a la predicación expositiva del libro de Mateo, o la teología magistral de Calvino, que se forjó en medio de un ministerio activo de enseñanza casi diaria de la Palabra.

4. La Palabra es central en la espiritualidad protestante y bíblica

De esa manera, un aspecto clave de la espiritualidad protestante es recuperar la vida de la congregación de la iglesia bajo la autoridad de la Palabra de Dios.

Una muestra de eso es la forma en que el proceso de reforma se agudizó en el siglo XVI entre los puritanos. Ellos promulgaban una “religión experimental”. O sea, enseñaban que la fe no era simplemente un compendio de dogmas, sino que era algo que se debía vivir y sentir. La Escritura era suficiente para conocer a Dios y sus verdades eran transformadores porque, así como fue inspirada por el Espíritu Santo, también era aplicada por Él a la mente y el corazón de una forma que producía cambios reales. Por lo tanto, William Perkins (1558-1602) podía escribir que la “teología es la ciencia de vivir de forma bendita para siempre”. De forma similar, William Ames (1576-1633) definió la teología como “la doctrina de vivir hacia Dios”.

En términos similares, los autores del Catecismo menor de Westminster formularon la pregunta: “¿Qué es lo que enseñan principalmente las Escrituras?”. Respondieron: “Lo que principalmente enseñan las Escrituras es lo que el hombre ha de creer respecto a Dios y los deberes que Dios impone al hombre”. La Palabra imparte conocimiento de Dios y, bien entendida, cambia vidas.

Michael Haykin mantiene que los puritanos desarrollaron una distintiva espiritualidad congregacional orientada en dos principales ejes:

Primero, su enfoque en la centralidad y suficiencia de las Escrituras les llevó a elevar la predicación como principal medio de gracia. Esto produjo una espiritualidad única del uso del espacio que se hizo evidente en sus lugares de reunión.

El catolicismo había puesto el enfoque en el altar y la celebración de la misa. El culto romano contenía un elemento dramático que apelaba a la vista. Arquitectónicamente, esto se expresaba en los exagerados interiores barrocos y rococós de sus iglesias y catedrales repletas de imágenes de los santos. En contraste, los protestantes, y en particular los puritanos, prefirieron una decoración minimalista o inexistente, ya que el enfoque del culto era la Palabra predicada y oída. El púlpito reemplazó al altar como centro de enfoque, y este se elevaba para simbolizar la supremacía de la Palabra sobre la vida de la congregación.

Segundo, así como los puritanos desarrollaron una nueva espiritualidad del espacio bajo la influencia de la predicación, también expresaron una nueva espiritualidad del tiempo. Esto se hizo evidente en su aplicación del cuarto mandamiento. Dieron importancia al sábado, ya que el tiempo santificado era necesario para oír la predicación, y para practicar la oración, la meditación, y las buenas obras. Apartar un día de la semana representaba su reconocimiento de que Dios es Señor no solo del espacio sino también del tiempo. Además, entendieron que la consagración del sábado dominical era imperativo para dedicar el tiempo necesario a la cultivación de las disciplinas.

5. La Palabra y el Espíritu obran en nuestra santificación

En su interpretación de las Escrituras, los puritanos aplicaban métodos gramaticales, históricos, y lógicos, pero entendían que la Palabra tenía vida propia; que penetraba y transformaba vidas. Esto se debía a su inspiración por el Espíritu Santo, y a la aplicación por parte del mismo Espíritu al entendimiento y al corazón del ser humano.

Juan Calvino le daba tanta importancia al Espíritu Santo que, según B.B. Warfield, él debe ser conocido como el “teólogo del Espíritu Santo”. En su debate con el Cardenal Sadoleto, Calvino lo acusó de injuriar al Espíritu Santo porque lo separaba de la Palabra. Para Calvino, Sadoleto caía en el error de dar preferencia a la autoridad de la iglesia antes que  a la del Espíritu Santo:

“Si hubieses sabido, o no lo hubieses querido disimular, que el Espíritu ilumina a la Iglesia para abrir la inteligencia de la Palabra y que la Palabra es como el crisol donde se prueba el oro para discernir por medio de ella todas las doctrinas, ¿te hubieras enfrentado con tan compleja y angustiosa dificultad? Aprende, pues, por tu propia falta, que es tan insoportable vanagloriarse del Espíritu sin la Palabra, como desagradable el preferir la Palabra sin el Espíritu”.

Los puritanos compartían este énfasis en la relación entre el Espíritu y la Palabra. J. I. Packer señala la importancia de la enseñanza de John Owen sobre este tema. Entre otros efectos, el Espíritu establece nuestra fe en y por medio de la Escrituras.

Las disciplinas espirituales, partiendo de la Palabra de Dios, nos ayudan a entender más de Él y producen cambios reales en nosotros.

El Espíritu hace esto de tres formas. Primero, según Owen, el Espíritu le da a las Escrituras la “cualidad permanente de luz”. Segundo, el Espíritu le da a las Escrituras el poder de “producir efectos espirituales”. O sea, la Palabra tiene poder transformador, y el Espíritu la aplica de forma eficaz a nuestras vidas. ¡Que importante entender esto para aquellos que luchamos por ver cambios reales en nosotros! Tercero, “el Espíritu hace que la Palabra invada la conciencia como una palabra dirigida a cada individuo por Dios mismo, evocando el asombro y la sensación de estar bajo la presencia de Dios y la observación de su ojo”.

Conclusión

Como hemos visto, las disciplinas espirituales, partiendo de la Palabra de Dios, nos ayudan a entender más de Él y producen cambios reales en nosotros. Aunque requieren esfuerzo de nuestra parte, en última instancia los resultados no son productos de nuestra autodisciplina en sí. Las diversas disciplinas son fuentes de la gracia que Dios nos canaliza por medio de su Palabra.

Esta Palabra formó el universo (Sal. 33:6) y nos hace nacer de nuevo (1 P. 1:23). Ella hace su obra en nosotros (1 Ts. 2:13), nos limpia (Jn. 15:3), y nos santifica (Jn. 17:17). Por esta razón, Pablo escribió a los colosenses:

“Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones”, Colosenses 3:16.

Pablo describe un estilo de vida marcado por el uso disciplinado de los medios de gracia. Es una vida de increíble gozo. Esto es posible porque Dios existe y nos ha hablado por los profetas, por su Hijo, y nos sigue hablando por las Escrituras y su Espíritu. En última instancia, todas las disciplinas espirituales provienen de la Palabra. Sin ella, no hay verdadera espiritualidad.

Autor: Sam Masters, 21 de noviembre 2018.
Fuente: www.coalicionporelevangelio.org


9 cosas que debes saber sobre la Biblia

Lo principal que todos deberían saber sobre la Biblia es que “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia…” (2 Ti. 3:16). Pero aquí hay otras 9 cosas que debes saber sobre el libro más vendido de todos los tiempos:

1. La palabra inglesa para Biblia (Bible) a se deriva del griego koiné τὰ βιβλία (ta biblia — “los libros”). Mientras que el uso cristiano del término se remonta aproximadamente al 223 d.C., el erudito bíblico tardío F.F. Bruce notó que Crisóstomo en sus Homilías sobre Mateo (entre 386 y 388 después de Cristo) parece ser el primer escritor en usar la frase griega ta biblia para describir juntos el Antiguo y el Nuevo Testamento.

2. La palabra “testamento” (en hebreo berîth, y en griego diatheke), significa “pacto”. El término “Antiguo Testamento” se refiere al pacto al que Dios entró con Abraham y el pueblo de Israel, y el “Nuevo Testamento” al pacto que Dios ha establecido con los creyentes a través de Cristo.

3. La práctica de dividir la Biblia en capítulos comenzó con Stephen Langton, un arzobispo de Canterbury a principios del siglo XIII. Robert Estienne, un impresor del siglo XVI y erudito clásico en París, fue el primero en imprimir la Biblia dividida en versos estándar numerados.

4. La primera Biblia completa impresa en el Hemisferio Occidental no estaba en inglés u otros idiomas europeos. La “Eliot Indian Bible, publicada en Cambridge, Massachusetts, entre 1660 y 1663, fue una traducción en el dialecto natick de la tribu algonquina de los indígenas americanos. No hubo Biblias en inglés impresas en los Estados Unidos hasta finales del siglo XVIII, principalmente porque fueron importadas de forma más económica y fácil desde Inglaterra hasta el embargo de la Guerra Revolucionaria.

5. El primer Nuevo Testamento de letra roja (es decir, con las palabras de Cristo impresas en rojo) fue publicado en 1899, y la primera Biblia de letras rojas siguió dos años más tarde. La idea de imprimir las palabras de Cristo en rojo se originó con Lous Klopsch, editor de la revista Christian Herald, quien tuvo la idea después de leer las palabras de Jesús, “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por ustedes” (Lc. 22:20).

6. La Biblia no es solo el libro más vendido de todos los tiempos, sino que consistentemente es el libro más vendido del año, todos los años. (Incluso en 1907, el New York Times señaló que “las ventas diarias de la Biblia, 40,000 copias, exceden las ventas anuales de las novelas más populares”). Actualmente, se estima que se venden o distribuyen 25 millones de copias en los Estados Unidos cada año, aproximadamente una nueva Biblia por cada 12 estadounidenses.

7. Según la Christian Booksellers Association [Asociación de Libreros Cristianos], las versiones más populares (clasificadas según las ventas en dólares) son: (1) New International Version, (2) King James Version, (3) New Living Translation, (4) New King James Version, (5) English Standard Version, (6) Common English Bible, (7) Holman Christian Standard Bible, (8) Reina Valera 1960, (9) New American Standard, y (10) New International Readers Version.

8. Hay dos enfoques generales para la traducción de la Biblia: la equivalencia formal y la equivalencia funcional. La equivalencia formal busca reproducir la forma gramatical y sintáctica del lenguaje del donante tan estrechamente como sea posible en el lenguaje del receptor, haciendo solo los cambios que sean necesarios para la inteligibilidad. La equivalencia funcional se centra en el significado e intenta comunicar con precisión el mismo significado en el lenguaje del receptor, incluso si hacerlo requiere el uso de diferentes formas gramaticales y sintácticas. Como explica Rodney J. Decker, todas las traducciones incluyen tanto equivalencias formales como funcionales y, por lo tanto, recaen en una parte diferente del espectro de traducción (por ejemplo, KJV y ESV son más formales, mientras que la Nueva Traducción Viviente es más funcional).

9. Todos los libros del Antiguo Testamento excepto Ester, Eclesiastés, y el Cantar de los Cantares son citados o referenciados en el Nuevo Testamento. Jesús citó o hizo referencias de Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Salmos, Proverbios, 1 Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Amós, Jonás, Miqueas, Zacarías, y Malaquías.

Autor: Joe Carter, 1 de junio 2018.
Fuente: www.coalicionporelevangelio.org

 

La influencia de la Biblia

Probablemente sepas que la Biblia es el libro más vendido del mundo. La mayoría de la gente también sabe que la Biblia contiene el Antiguo y el Nuevo Testamento. Pero, ¿sabías que es una colección de libros escrita por más de 40 autores a lo largo de dos mil años?

Incluye diferentes géneros literarios también, como narrativa histórica, salmos y cartas, biografías, documentos legales, parábolas y poesía. Fue escrita en la intersección de oriente y occidente.

La Biblia influye en culturas alrededor del mundo: en las leyes, el calendario, el idioma, la medicina, la política y hasta la publicidad. De hecho, dondequiera que miremos.

En las artes ha sido una fuente de inspiración para músicos, escultores y pintores. Hoy también se ha vuelto el centro de atención de superproducciones del cine y la televisión.

La Biblia dio forma a algunas lenguas mayoritarias como el inglés y el alemán, pero también plasmó por escrito las lenguas ágrafas de algunos de nuestros pueblos originarios, como el Qom. La Biblia es omnipresente en nuestro lenguaje a través de dichos populares surgidos de sus páginas.

La Biblia forjó las democracias modernas y la división de poderes. Napoleón Bonaparte escribió: “La Biblia no es un libro común y corriente sino una criatura viviente que tiene un poder único que conquista a todo el que se opone”. Y George Washington expresó: “Es imposible gobernar rectamente al mundo sin Dios y sin la Biblia”.

La Biblia ejerció una autoridad única sobre escritores creativos al presentarles un concepto del mundo y de la vida que afirmaba ser verdad. Miguel de Cervantes, considerado la máxima figura de la literatura española, creía como verdadero todo cuanto la Biblia dice. Gabriela Mistral, premio Nobel de literatura, afirmó: “La Biblia es para mí el Libro. No veo cómo alguien puede vivir sin ella”. La Biblia es ampliamente citada por Borges y Sabato en sus obras, y por los poetas del tango como Enrique Santos Discépolo, quien en su famoso Cambalache ve “llorar la Biblia junto al calefón”. 

¿Sabías que en los albores de nuestra patria, por la labor e influencia de Diego Thomson, los niños aprendían a leer y a escribir con textos de la Biblia? Así se promovieron valores como la caridad y el respeto por el prójimo. Sarmiento, padre del aula, dijo: “La lectura de la Biblia echó los cimientos de la educación popular que ha cambiado la faz de las naciones que la poseen”.

En la Biblia hemos aprendido el respeto por la vida, la condición humana, la equidad económica y racial de las personas.

La Biblia ha tenido y sigue teniendo una influencia positiva en la cultura y la sociedad.

Como Sociedad Bíblica Argentina, junto con todas las iglesias cristianas, creemos que la Biblia y su mensaje siguen vigentes. Por eso abogamos por el lugar de la Biblia en la vida pública.

Hoy en día, ¿cómo puede la Biblia transformar tu mundo?

Recurso para pastores y líderes: Predicando la Palabra

Sociedad Bíblica Argentina pone a disposición, de manera gratuita y online, el taller “Predicando la Palabra” a cargo del pastor Fermín IV. Esta capacitación, que se encuentra en 4 partes, se grabó en el marco del Mes de la Biblia 2015 durante una gira que se realizó por todo el país. Este recurso tiene el objetivo de llamar a pastores y líderes a volver a la centralidad de la predicación bíblica en la vida y ministerio de las iglesias locales.

Con este propósito ponemos al alcance este valioso recurso y una sugerencia de cómo sacar el máximo provecho de él. Si bien este material hará su aporte si se utiliza en forma individual, su mayor riqueza se encontrará al utilizarlo en forma grupal. Por ello, le animamos a convocar a su equipo pastoral y, por qué no, a todos los que hagan uso de la Palabra en diversos ámbitos, y proponerles reunirse durante cuatro semanas por 1 ½ horas. Esto podría proveer el espacio inicial de una verdadera renovación espiritual en su iglesia centrada en la predicación de la Palabra de Dios verso a verso.

Recursos para utilizar

Guía del Facilitador:

arrow-download-iconDescargar Introducción

arrow-download-iconDescargar Guía para la discusión grupal

Videos:

El Evangelio y la Escritura

por Ruben Del Ré
(Traducido y adaptado de The Gospel and Scripture: How to Read the Bible, por Mike Bullmore)

Todos los cristianos coincidimos en que hay una relación directa y profunda entre la Biblia y el evangelio de Jesucristo. Desde la SBA, es lo que hemos tratado de enfatizar a través del programa 1M: “Evangelicemos con la Palabra”. Ahora bien, podemos trazar muchas líneas de conexión entre las Escrituras y el evangelio, pero quisiera invitarte a pensar en una doble relación de causa-efecto: el evangelio es la causa de la revelación de las Escrituras, y el evangelio es un efecto de la revelación de las Escrituras. O, para decirlo de otra manera, el propósito eterno de Dios en la redención (que está expresado en el evangelio) da lugar a la Biblia, y la Biblia sirve para llevar a cabo el propósito de Dios en el evangelio.

Causa

Si pensamos en el evangelio, de manera amplia, como el propósito eterno de Dios de redimir un pueblo para Sí mismo (1 Pedro 2.9) y restaurar su creación caída (Romanos 8.19-21), entonces esta “buena nueva” precede y da lugar a la revelación bíblica. En este sentido, el evangelio es una causa de la revelación bíblica. Si bien la Escritura en sí misma no es el evangelio, toda la Escritura está relacionada con el evangelio, y el evangelio es la razón de ser de la Escritura. El evangelio es el mensaje central y unificador de la Biblia.

El apóstol Pablo expresa lo siguiente en la alabanza introductoria a la carta a los Efesios:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado (Efesios 1.3-6).

Dios tenía un plan “antes de la fundación del mundo”: que seamos “adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo”. Dios diseñó su plan antes de comunicarlo al hombre, y esa comunicación está preservada en la Escritura.

Por otro lado, cuando Dios da a conocer algo es porque tiene una intención. Dios quiere lograr algo mediante la revelación de Sí mismo:

Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55.10-11)

Dios envía su palabra para llevar a cabo su propósito eterno de redimir un pueblo para Sí, y lo expresa a través del profeta Isaías:

Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado (Isaías 55.3-5)

El Nuevo Testamento explica este propósito de la revalación con gran claridad. Pablo escribe al final de la carta a los Romanos: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15.4). “Las cosas que se escribieron antes” se refiere a las Escrituras, más precisamente al Antiguo Testamento. ¿Con qué propósito se escribió? Para que tengamos esperanza. ¿Esperanza de qué? Esperanza de la plena redención (ver Romanos 8.18-25). Esta es la razón, dice Pablo, por la que Dios nos dio las Escrituras. Por lo cual podemos decir que, en un sentido, el evangelio es la causa de la Escritura. O para decirlo de un modo simple, tenemos una Biblia porque hay un evangelio.

¿Pero cómo conocemos el evangelio? Bueno, en este sentido podemos decir que el evangelio es no sólo una causa sino también un efecto de la revelación bíblica.

Efecto

El apóstol Pedro, luego de citar Isaías 55 (pasaje que mencionamos más arriba) hablando de la Palabra de Dios termina su argumento diciendo: “Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1.21b). La Palabra de Dios es anunciada a través del evangelio. Y en este sentido, la revelación necesariamente precede al evangelio, y el evangelio fluye de la revelación escrita. El evangelio es la principal mensaje de la Biblia. El Antiguo Testamento es la anticipación profética del propósito redentor de Dios en Cristo, y el Nuevo Testamento es el testimonio apostólico de la obra llevada a cabo por Cristo.

Hablando del propósito de Dios de redimir un pueblo para Sí mismo, Pablo escribe en Romanos 10:

Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10.12-14)

Unos pocos versículos más adelante, va a decir lo siguiente: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (v. 17). En otras palabras, la Escritura cuando es fielmente proclamada lleva a cabo el propósito de Dios de redimir.

Pedro señala lo mismo: “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre… Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1.23-25). Y Juan expresa la misma idea cuando dice que él escribió su evangelio “para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20.31). Esta es simplemente otra forma de decir que la revelación bíblica existe para llevar a cabo el gran propósito de Dios de redimir un pueblo para Sí mismo en Cristo.

Así que la Biblia existe tanto a causa del evangelio y para el evangelio. La clave es que el evangelio es el mensaje de Cristo. La Biblia en todas sus partes señala y explica a Cristo de alguna manera. Por lo tanto, la Biblia en todas sus partes contribuye no sólo a que podamos comprender el evangelio sino también a que podamos “oír” el evangelio con el objetivo de que nosotros podamos creer y que Dios lleve a cabo su buen propósito de redención.

Como Sociedad Bíblica Argentina, creemos que Dios en su gracia puso este Libro en nuestras manos, para que lo traduzcamos a todas las lenguas del mundo, para que lo adaptemos a los formatos que la gente puede usar y para administrar los recursos financieros de modo que el dinero no sea un impedimento para que la gente tenga acceso a la Biblia.

Quiero invitarte a que cuando tengas este Libro en tus manos, cuando entregues una Biblia a tu vecino o compañero de trabajo, cuando leas sus historias a tus hijos, o simplemente cuando veas un ejemplar sobre tu mesa de luz o el banco de tu iglesia, pienses en esto: tenemos este Libro porque hay un evangelio. Dios nos dio la Biblia porque tenía un propósito: redimir un pueblo de entre todos los pueblos para la alabanza de la gloria de Su gracia. Pero, por otro lado, este Libro es el que nos presenta ese mensaje. El evangelio es la causa por la que tenemos la Biblia, pero es también el efecto, el mensaje que anuncian las Escrituras, “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1.:16).

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Día Nacional de la Biblia: Cuarto domingo de septiembre

Mediante un acuerdo firmado en 2004 entre la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa y las Iglesias Evangélicas presentes en la Argentina, quedó establecido el cuarto Domingo de Septiembre como el “Día Nacional de la Biblia”.

Alentemos a nuestras congregaciones a celebrar el Día Nacional de la Biblia mediante un momento especial en nuestras reuniones habituales para agradecer a Dios por su Palabra y orar por la obra bíblica en nuestro país y el mundo.

La Biblia, además del valor sagrado que tiene para los creyentes, constituye uno de los tesoros más ricos de la literatura universal de todos los tiempos y su importancia es insoslayable en todos los ámbitos de la cultura. Además, la Biblia ha sido el libro fundacional de las culturas occidental y oriental, y su gravitación en la legislación, la ética y todas las ramas del arte ha dado un perfil común a nuestra cultura latinoamericana.

Clic para leer la declaración y fundamentos