Noticias Verdaderas

La esperanza en la Biblia

La Biblia nos enseña que Jesucristo es el único fundamento verdadero de esperanza: no solo para la eternidad sino también para esta vida. En esas ocasiones en las que nuestro alrededor parece desalentador e inseguro, podemos confiar en que Dios tiene nuestra vida en sus manos.

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11 

¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Salmos 42:11

Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. Isaías 40:31

Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre. Salmos 121:7-8

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28 

Mi escondedero y mi escudo eres tú; En tu palabra he esperado. Salmos 119:114

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. Romanos 5:3-4 

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:23

Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá. Miqueas 7:7

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 Pedro 1:3 

¿Cómo leer la Biblia?

Separa cada día parte de tu tiempo para leer la Biblia.

Procura que sean momentos en que no sufras interrupciones. ​

Antes de comenzar la lectura pide la guía y bendición de Dios.

A algunas personas les ayuda llevar un diario.

Muchos de nosotros nos preguntamos cómo leer la Biblia. Te acercamos unos pasos para la lectura de la Biblia:

1. Selecciona un pasaje bíblico.
2. Examina su contenido:
a. Lee el pasaje completo para formarte una idea de lo que se dice en él.
b. ¿De qué tipo de texto se trata? ¿Una narración o una parábola como las que se encuentran en los evangelios? ¿Una exhortación como las que aparecen en las epístolas? ¿Un relato histórico, como en Hechos o varios de los libros del Antiguo Testamento? ¿Un poema, como en Cantares, Salmos o algunos pasajes del Nuevo Testamento?
c. ¿Cuál es el tema general del libro en que se encuentra ese pasaje? Lee la introducción correspondiente y las notas que contenga la edición de la Biblia que estés usando.
d. ¿Qué ocurre o se considera en el pasaje que has leído?
3. Identifica palabras y frases significativas. ¿Hay alguna palabra o frase que se repite en ese pasaje? ¿Se discierne alguna relación de causa y efecto? Las frases repetidas casi siempre están precedidas de si, entonces, por eso, porque, etc. ¿Se usa lenguaje figurado, como por ejemplo, una metáfora o alguna comparación? ¿Se contrastan personas, cosas o conceptos?
4. Lee el pasaje de nuevo y pregúntate cuál es su intención o propósito. Es decir, trata de encontrar lo que el autor quiere comunicar. Debes ser honesto; no intentes descubrir sólo lo que deseas escuchar. En la Biblia se hallan mensajes que pueden transformar las vidas.
5. ¿Qué has aprendido acerca de Dios en este pasaje? ¿Qué has aprendido acerca de la naturaleza humana? Pregúntate cómo este mensaje se aplica a tu propia vida. ¿Hay algo en tu vida que debas cambiar? Si así fuera, busca la ayuda de Dios para ser mejor hijo suyo, en tu relación con él y con el prójimo.
6. Lee el pasaje una vez más. ¿Hay algún versículo que quieras memorizar? ¿Porqué no lo escribes en una tarjetita y lo llevas contigo todo el día para así recordarlo?
7. Da gracias a Dios por lo que te ha mostrado y pídele su ayuda hoy, cuando trates de aplicar a tu vida la lección aprendida.
8. Transmite a otras personas lo que hayas aprendido.

Palabras para circunstancias especiales

Dios en su Palabra, la Biblia, nos deja consejos e historias que nos demuestran su compañía, promesas y aliento para cada momento de nuestras vidas.
Compartimos algunas ayudas para momentos especiales que encontramos en la Biblia.

Como-encontrar-ayuda-en-la-Biblia-1

¿Cómo podemos entender mejor la Biblia?

Autor: Mel Lawrenz (Tomado del libro: “Cómo entender la Biblia“)

Si tu deseo es entender mejor la Biblia estás en buena compañía. No son únicamente las personas que se aventuran a leer la Biblia por primera vez quienes consideran que puede ser un reto enorme entenderla. Muchos creyentes maduros piensan igual. También varios eruditos bíblicos coinciden con ello. Incluso encontramos escritores bíblicos que piensan de ese modo. La segunda carta de Pedro, capítulo 3, versículo 16 dice: “En todas sus cartas [el apóstol Pablo] se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender”. Esto no debería sorprendernos. Por el contrario, debería entusiasmarnos e inspirarnos. Debería alimentar nuestra curiosidad e impulsarnos a adorar.

Si al tener una Biblia en nuestras manos tenemos las mismísimas palabras del Creador del universo (un Creador que nos ama tanto que ha decidido no dejarnos en silencio) entonces no deberíamos sorprendernos de que dichas palabras puedan ser misteriosas, complejas y profundas. No querríamos que fuera de ninguna otra manera. Si la Biblia fuera tan fácil de entender como el noticiero o el blog de una persona, entonces Dios no sería más grande que un periodista o un bloguero. Si pudiéramos comprender toda la Biblia la primera vez que la leyéramos ¿qué más habría allí para nosotros para el resto de nuestra vida?

Si la Biblia no exigiera algo de esfuerzo y paciencia para entenderla ¿cómo podría ser una guía confiable para los grandes desafíos de nuestra vida? Considéralo de la siguiente forma: si fueras a un gran banquete donde hubiera una mesa de diez metros llena de docenas de distintos alimentos, no te sentirías desalentado si te fueras de allí habiendo probado solo algunos de los platillos maravillosos que se ofrecían. En cambio, te entusiasmaría regresar otro día a fin de probar más. La Biblia es desafiante porque desafía. Mark Twain lo expresó de este modo: “No son las cosas que no entiendo de la Biblia las que me preocupan sino las partes que sí entiendo”. La Palabra de Dios es maravillosamente subversiva. La Escritura es como el bisturí que corta pero también como un bálsamo que sana.

Ningún imperio ni ninguna civilización puede suprimir la verdad de la Palabra de Dios porque: “Él reina sobre la bóveda de la tierra, cuyos habitantes son como langostas. Él extiende los cielos como un toldo, y los despliega como carpa para ser habitada” (Is. 40.22). Este es el Dios que ha hablado… a nosotros. Un vasto número de personas respeta la Biblia pero anhela conocerla mejor. Esto incluye a personas que han leído la Biblia durante muchos años y quienes han estado dubitativos siquiera de intentarlo. He aquí buenas noticias: la Biblia, escrita por muchos autores a lo largo de muchos años y considerada como la Palabra de Dios por millones de personas, es Dios hablando a la raza humana. Y Dios quiere que lo comprendan.

La Biblia es la Palabra de Dios en palabras humanas. Los profetas y apóstoles eran personas reales, proclamando, enseñando, corrigiendo y advirtiendo con urgencia. Estos escritores querían expresar cosas específicas a través de lo que decían. Si la Biblia ha logrado resistir la prueba del tiempo a lo largo de las eras y en medio de miles de culturas diferentes, entonces podemos tener la certeza de que esta Palabra de Dios probará ser confiable en cualquier circunstancia de nuestra vida.

Como dice el Salmo 34.8: “Prueben y vean que el Señor es bueno”. La excelente perspectiva de comprender mejor la Biblia es que también llegamos a entender mejor a Dios. Y ese es el principal motivo por el que Dios habló.

 

Cómo estudiar la Biblia: el método inductivo

El método inductivo de estudio bíblico consiste en tres elementos prácticos que se realizan uno después de otro pero que, de alguna manera, se entrecruzan y potencian:Observación, Interpretación y Aplicación.

1. OBSERVACIÓN – Responde a la pregunta: ¿Qué dice el pasaje?

Este primer paso establece los cimientos sobre los cuales se edificará el resto del estudio bíblico. ¿Alguna vez ha leído alguna parte de la Biblia y cinco minutos después no pudo recordar lo que leyó? Muchas veces leemos la Biblia con nuestros ojos pero no con nuestras mentes.

Esto se debe a que leemos sin prestar la debida atención a la lectura, o que leemos un largo pasaje de las Escrituras y no lo releemos o que, simplemente, creemos que la lectura bíblica se grabará profundamente en nuestras mentes, casi mágicamente, y que nunca olvidaremos lo que leímos. Por otro lado, debemos ser conscientes de que descubrir qué dice el pasaje toma tiempo y esfuerzo. Es leer con atención, asegurarnos de comprender el significado de cada palabra, saber cómo se relacionan las distintas oraciones y, en definitiva, saber explicar en nuestras propias palabras qué dice el pasaje. Una vez que nos aseguramos de saber lo que dice el pasaje leído, debemos pasar al segundo paso.

En este primer paso, la lectura repetida del pasaje elegido es muy importante. Leer una y otra vez hasta que el pasaje «se haga carne» en nosotros. Cuanto más leamos el pasaje elegido su significado será más claro en nuestra mente.

2. INTERPRETACIÓN – Responde a la pregunta: ¿Qué significa el pasaje?

Es claro que para interpretar cabalmente un pasaje debe basarse en una cuidadosa observación. La interpretación es el proceso de descubrir qué significa el pasaje. Cuando observamos cuidadosamente el pasaje, el significado se hará cada vez más cierto. Es evidente que una interpretación apresurada puede llevarnos a interpretar mal el pasaje. No debemos suponer sino interpretar. No son mis pensamientos –ni los de ninguna otra persona– sino los de la Palabra de Dios los que tienen que salir a la luz.

A medida que practicamos estos sencillos pasos de estudio bíblico, será evidente que observación e interpretación son dos pasos que muchas veces se convertirán en uno, pues a medida que avanzamos en nuestra observación el significado del pasaje se hará cada vez más evidente. Por lo tanto, podemos decir que la interpretación fluirá de la observación naturalmente.

En este paso preste atención a los diferentes tipos de literatura. Por ejemplo, asegúrese sobre qué tipo de pasaje se trata. ¿Es algo literal o alegórico? ¿Es algo cultural –aplicado a un tiempo y espacio específicos– o es algo general? ¿Es profecía o narración? ¿Es una enseñanza o un evento histórico? Es decir, en este paso debe hacerse todas las preguntas que se le ocurran. ¿Qué pasa en el pasaje? ¿Quién habla? ¿Por qué dice lo que dice? ¿Cómo se hace lo que pide el pasaje? ¿Hay otros pasajes similares en alguna otra parte de la Biblia? Todas estas preguntas y cualquier otra serán claves para interpretar el pasaje. No se canse de «interrogar al pasaje». Las preguntas iluminarán el significado del pasaje.

3. APLICACIÓN – Responde a la pregunta: ¿Cómo el significado del pasaje se aplica a mi vida?

Si bien es el tercer paso que presentamos, la aplicación es lo más importante del método. No solo debemos comprender e interpretar qué dice el pasaje, sino que debemos aplicar la enseñanza aprendida a nuestra vida diaria. La aplicación es el objetivo del estudio bíblico.

Una vez que comprendemos un pasaje bíblico, somos responsables de obedecerlo y vivirlo. Lo que busca el estudio serio de la Palabra de Dios es una vida transformada por el poder del Espíritu Santo actuando en nuestras vidas a través de la Escritura aprendida. A lo que apunta el estudio bíblico es a desarrollar una relación personal con Dios a través de su Hijo Jesucristo.

Recordemos las palabras de Pablo a Timoteo: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3.16-17). Ese es el propósito de la Palabra de Dios, que cada persona que interactúe con ella sea enseñada, reprendida, corregida e instruida cabalmente con un claro objetivo: «Que la persona que busca agradar a Dios sea preparada, capacitada para toda clase de circunstancia».

Cuando sabemos lo que Dios dice, qué significa lo que dice y lo aplicamos a nuestra vida, el resultado es ser una persona mejor para la gloria de Dios. ¿Será esto posible? No solo es posible, sino que es la voluntad revelada de Dios.

Vale la pena repetir que tanto la interpretación como la aplicación se basan en una correcta observación del pasaje bíblico, por tal motivo es de suma importancia que desarrollemos nuestra habilidad de observar cada pasaje bíblico con detenimiento. Esto tomará tiempo y esfuerzo pero vale la pena. A medida que practiquemos nuestra observación creceremos también en nuestra interpretación y aplicación del pasaje bíblico. No nos cansemos de observar cada detalle del pasaje elegido, comparémoslo con otros pasajes paralelos –por ejemplo, si es un pasaje de un evangelio busquemos el mismo episodio en otro evangelio y comparemos nuestra observación. Si es alguna enseñanza de Pablo, busquemos otra enseñanza paralela y comparémosla. Hagamos esto todas las veces que hagan falta hasta que estemos seguros de comprender el pasaje, luego pasemos a la interpretación. No nos desanimemos si al principio lo resultados no parecen ser tan impresionantes como quisiéramos. Este método resulta de la práctica y cuanto más lo practiquemos más fácilmente aparecerán las enseñanzas.

Nunca olvidemos que la Biblia es la Palabra de Dios por lo tanto seamos siempre sensibles a la guía de Dios en nuestro estudio. Cuando alguna palabra o frase impacte su mente, deténgase y piense la razón, profundice su comprensión del pasaje y atesórelo en su corazón. Quizás Dios desee decirle algo específico. Preste atención. La memorización de esos pasajes que impactaron su vida de forma especial será una ventaja al adelantar en su estudio.

Cuando alguna enseñanza bíblica impacte su vida compare lo que aprendió con su propia vida y busque acondicionar su vida a la nueva enseñanza recibida.
A través del estudio diligente de la Palabra de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo, podremos desarrollar la fortaleza necesaria para sobreponernos cuando las tormentas de la vida nos lleguen. Conoceremos más a Dios y podremos descansar en él de una manera más segura. Daniel 11.32 dice: «El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará».

(Por Jorge Juan Olivera/LaBibliaWeb.com/SBU)