Cinco principios bíblicos para ser un mejor amigo

¿Cuántos amigos tienes?
Creo que la respuesta a esa pregunta variará dependiendo de cómo defines a un amigo. Tenemos mejores amigos, buenos amigos, viejos amigos, amigos de la familia, amigos en Facebook, y todo lo demás. Los amigos son algo maravilloso. Nos hacen reír y levantan nuestro espíritu con su presencia. Nuestros momentos más memorables suceden en su compañía. Durante los días difíciles, nos rodean con amor y apoyo.

Pero no importa la cantidad de amigos que tienes y cuántos momentos hayas compartido, todos los que leen este artículo tienen una cosa en común: nunca hemos tenido y nunca hemos sido un amigo perfecto. Con esto, me refiero simplemente a que en nuestras amistades nunca falta la desilusión. De alguna manera, ya sea significativa o no, nuestros amigos nos han fallado y nosotros les hemos fallado a ellos.

Piénsalo. Mientras que algunas de tus alegrías más grandes son el resultado de tus amistades, también lo son tus peores dolores. Hay noches con ellos que desearías no terminaran, y luego hay días en los que deseas vivir aislado. La amistad es una parte integral de la existencia humana, y todos hemos sido moldeados en forma significativa por relaciones que están llenas tanto de dicha como de dolor.

Lo que dice la Biblia al respecto
Es importante saber por qué Dios diseñó la amistad y lo que tiene qué decir al respecto. A través de su Palabra nos ha dado una lente precisa que nos evitará ser ingenuos, pero también nos impedirá convertirnos en cínicos.

Aquí hay algunos principios sobre los amigos que te ayudarán a mantener relaciones saludables.

1. Las amistades son intencionales
En Génesis 2:18, Dios dice que no es bueno que el hombre esté solo. Esta declaración es más amplia que solo el matrimonio, y se aplica al diseño de Dios para toda la humanidad. La frase “ayuda adecuada” utilizada para describir a Eva no la define como una compañera de trabajo, sino una compañía. Dios nos creó para vivir con compañeros porque Él es un Dios social, viviendo en comunidad dentro de la Trinidad como Padre, Hijo, y Espíritu.

Hay beneficios que provienen naturalmente de estas amistades. Tener un compañero en la vida cotidiana es un beneficio hermoso. Tener a alguien que te consuele en tiempos difíciles es otro (Job 2:11). Amigos honestos que te guiarán al arrepentimiento es un tercero de muchos más (Prov. 27:6).

Cristianos, tenemos que buscar y sumergirnos en la comunidad. Si bien la mentalidad de “lobo solitario” a menudo se aplaude en nuestra sociedad, es muy peligroso y solitario vivir en aislamiento. No te separes de las personas, porque te estarás separando de tu diseño original e intencionado.

2. Las amistades pueden convertirse en ídolos
Mientras que la compañía humana es preciosa, Adán y Eva fueron diseñados principalmente para disfrutar de su relación con Dios. La comunión vertical con su Creador proporcionaría la base para su comunión horizontal. Pero debido a que tendemos a adorar y servir a la creación más que al Creador (Rom. 1:25), nuestras amistades pueden convertirse en ídolos.

Dios ya nos ha dado todo lo que necesitamos en Cristo para la vida y la piedad (2 Pe. 1:3). Eso significa que no tenemos que buscar una perfecta satisfacción relacional en personas imperfectas. ¡La ironía es que cuando invertimos el orden y elevamos a la gente por encima de Dios, terminamos arruinando esas relaciones terrenales con la presión que ponemos en ellas para satisfacernos!

3. Las amistades serán difíciles
La historia temprana de la amistad va de perfecto, a mal, a peor. La armonía de la compañía desaparece cuando Adán le lanza la bolita a Eva para evitar la culpa (Gen. 3:12). Luego, en el siguiente capítulo, ¡Caín mata a su hermano Abel!

Muchos de nosotros no podemos identificarnos con el asesinato de un hermano o un amigo, pero el mismo pecado que gobernó a Adán, Eva, y Caín, existe en nuestros corazones y en los corazones de nuestros amigos. Tenemos motivos egoístas, envidia, codicia, y mucho más en nuestras relaciones, a menudo sin siquiera saberlo. ¡No es de extrañar que sean tan desordenadas! No te sorprendas cuando tus amigos te fallen, o peor.

4. Las amistades son redentivas
Si Dios realmente nos ama, ¿por qué no hace que nuestras relaciones estén libres de conflicto? ¡Eso me encantaría! Pero la cuestión es que el propósito principal del Señor en nuestras vidas es la redención: eliminar continuamente el pecado de nuestro corazón (Filip. 1:6). En ninguna parte el pecado está más expuesto que en una relación, donde una persona imperfecta vive con una persona imperfecta en un mundo caído.

Cuando nuestro pecado, o el pecado de nuestro amigo, se ve expuesto, tenemos dos opciones: huir o acercarnos. ¿Te escondes en vergüenza, te defiendes, le echas la culpas a otro, criticas innecesariamente, o albergas amargura? ¿O confiesas tus pecados, pides perdón, dices la verdad, otorgas misericordia, y animas a otros?

El diseño de Dios es que las dificultades que vienen cuando tienes amistades redentivas prueben y fortalezcan tu fe, para que seas perfecto y completo, sin que nada te falte (Stg. 1:2-4). No huyas de estas pruebas. ¡Acércate y alégrate, a pesar de que no sientas ganas de regocijarte!

5. Las amistades tienen esperanza
Todos buscamos consejos y trucos que mejoren nuestras amistades. Comunicación más eficaz, estrategias de resolución de conflictos, estudios de género, tipos de personalidad, etc. Solo ve a la sección de autoayuda en cualquier librería. Pero la realidad es que no hay secretos que garanticen relaciones sin problemas.

Por el contrario, nuestras amistades tienen una esperanza: Jesucristo. La relación destrozada que experimentó con su Padre en la cruz proporciona la base para nuestra doble reconciliación. Jesús nos reconcilió primero con Dios, lo que luego se convierte en la base para la forma en que nos reconcilia unos con otros.

Lo que dijo C. S. Lewis
Quiero terminar con una gran cita de C. S. Lewis. Sé que acabo de decir no hay secretos que garantizan relaciones sin problemas, pero C. S. Lewis se acerca. Escribió:

Cuando haya aprendido a amar a Dios más que a lo que más quiera en la Tierra, amaré lo que me resulta más querido mejor que lo he hecho hasta ahora. En la medida en que aprenda a amar lo que más quiero en esta tierra a expensas de Dios y en lugar de Dios, me estaré moviendo hacia ese estado en que ni siquiera podré amar lo que más amo en la Tierra. Cuando las primeras cosas se ponen primero, las segundas no quedan suprimidas sino aumentadas.

Ya ves, cuando Dios reina en nuestros corazones, la paz reina en nuestras amistades. La mejor amistad solo estará completa en el cielo, pero hay mucho que podemos disfrutar ahora. El Nuevo Testamento ofrece la esperanza de que nuestras relaciones se pueden caracterizar por cosas como humildad, dulzura, paciencia, honestidad edificante, paz, perdón, compasión, y amor.

¿No es maravilloso que la gracia de Dios hace esto posible, incluso con personas imperfectas en un mundo caído? Esta esperanza reta cualquiera que sea la autocomplacencia y el desánimo que podamos tener sobre nuestras amistades, porque Dios puede traer, aquí y ahora mismo, más crecimiento, paz, y bendición por medio de la gracia.

La esperanza del evangelio nos invita a una insatisfacción santa con todas nuestras relaciones y nos anima a abordar el gratificante pero difícil trabajo de amistades redentivas.

Autor: Paul Tripp, traducido por Johanna da Veiga, 19 de mayo 2017
Fuente: Coalición por el Evangelio – www.coalicionporelevangelio.org