Por Timothy Keller
Muchas Iglesias evangélicas funcionan asumiendo que el mundo que les rodea está formado por personas tradicionalistas y conservadoras que creen en Dios, en absolutos morales, que quizás también respetan la Biblia y que hasta puede ser que crean en recompensas o castigo eterno. Como la gente está armada de la mentalidad y moralidad básicas de la cosmovisión Cristiana, su necesidad primordial es la de ser llamadas a una decisión y compromiso personal. La mayoría de los programas evangelísticos asumen que no hay una enorme brecha entre las creencias y el comportamiento de la gente de “adentro” de la iglesia y la de “afuera”, y que los no creyentes o nuevos creyentes se sentirán como en casa una vez que entren a formar parte de la congregación. Estos programas evangelísticos proveen un repaso bastante breve y simple de teología Cristiana básica (hay un Dios, todos pecamos, Jesús murió por nuestros pecados, tienes que creer). La sencillez de la presentación presume que los oyentes tienen la misma comprensión esencial de las palabras “Dios” y “pecado” del comunicador.
¿Qué sucedería si todas estas suposiciones fueran falsas? ¿Qué pasaría si – como sucede con la mayor parte de Occidente – la vasta mayoría de la gente de afuera de la iglesia viviera con una visión de la vida radicalmente diferente, y esto hiciera que la vida dentro de la comunidad Cristiana sea inexplicable o completamente ofensiva para ellos? ¿Qué ocurriría si la mayor parte de la gente de afuera de la iglesia tuviese una comprensión totalmente diferente de los conceptos de: Dios, verdad, justicia/virtud/bondad, y pecado? ¿Qué pasaría si, además de esto, sus enfoques de la realidad, de la naturaleza humana, del destino y de la humanidad fueran totalmente diferentes?