El, viajaba en su sillita de bebé, el día del accidente. Producto de semejante siniestro, todos aseguraban que al año y medio no emitía palabras solo por el susto sufrido en aquel espectacular suceso. Orábamos, estimuladas desde casa y comparábamos con su hermano 6 años mayor que al tener esa edad, ya había hablado con fluidez.
Visitamos al pediatra y él nos animó a esperar. Esperamos por un año. Justo a los 2 años y medio nos sugirió comenzar por estudios médicos de audición, los cuales salieron perfectamente bien. Luego prosiguió examen Neurológico y algunos estudios más que resonaron en él ” perfectamente “ que nosotros esperábamos. Ya transcurrido algunos meses el pediatra volvió a sugerir un nuevo profesional. Esta vez, un psiquiatra infantil, que por no haber ninguno en la localidad donde vivimos, tuvimos que trasladarnos a 300 km de casa. Conseguimos una cita con muchas semanas de anticipación y llegó el gran día, una calurosa siesta de verano. Entramos a la consulta y la doctora prefirió conocer a Bruno en privado entre juegos, garabatos y estrategias profesionales. La espera afuera se hizo eterna, pero lo superamos. De pronto se abrió la puerta y se escuchó la frase: ¡papás, pueden pasar!. Incertidumbre, nervios, un sin fin de mezclas de emociones entre las dudas y también respuestas que habíamos ido a buscar..
En un dibujo, en una hoja, la profesional simplemente nos dijo: Bruno tiene Autismo. Ella dibujó muchos círculos uno dentro del otro y dijo, así son las variantes de este espectro. No se puede definir un grado, pero estamos a tiempo de empezar a trabajar. Hizo unas indicaciones, derivaciones y salimos rumbo a casa. Trescientos kilómetros llorando y tratando de entender nuevas palabras que hasta ahora NUNCA habíamos escuchado. AUTISMO, ESPECTRO, TERAPIA, ESTIMULACIÓN, ¡Dios mío! ¿Qué era esto?
Llegamos a casa y con el transcurrir de los días llegaron preguntas como ¿Y ahora qué? ¿Porque a nosotros? ¿Cómo lo vamos a hacer alejados de todo medio posible de atención terapéutica?
La noticia empezó a correr entre familiares y amigos y todos comenzamos a orar en un mismo acuerdo. Señor, ¡Queremos que Bruno hable!
Durante 6 meses viajamos 120 kilómetros cada semana para llevarlo a un centro donde recibía estimulación temprana.
Al año siguiente, ya con una maestra integradora trabajando en nuestra ciudad, con un centro de estimulación solo a 60 kms de casa, viajando 2 veces por semana para recibir atención de fonoaudiología, psicopedagogía, psicología y estimulación.
Y ahí estaba nuestro niño, a punto de dar su primer paso de independencia, ingresando a salita de 4 años y emitiendo sus primeras palabras, muy difíciles de descifrar y de entender, pero eran “una respuesta” y cada vez las celebrabamos con más gozo.
Algunas veces, todavía hablo con Dios sobre el tema.
Ese accidente por temporadas se me olvida, pero hay otras en las que vuelve a mi mente y me veo rodando en la ruta dentro de ese vehículo y mucho ruido a chapa resuena en mis oídos. Pero la voz de Dios es clara, es audible, es tan precisa como ese día de septiembre donde pude escucharme decirle: ¡Señor, no me quiero morir! ¡Yo todavía te quiero servir!
Desde ese día entendí que, así como a Josué: (Josué 6:2) Pero el Señor le dijo a Josué: «¡He entregado en tus manos a Jericó, y a su rey con sus guerreros. Dios ya había depositado algo en mis manos. “Un niño con Autismo”, y que solo debía dar unas vueltas para descubrirlo, y que sería grande, muy grande todo eso que vendría después.
Josué 6:27 El Señor estuvo con Josué, y este se hizo famoso por todo el país. Esta fama, no es la que imaginamos, que nos remonta al populismo, sino más bien al favor de Dios. Cuando El decide “darnos unas vueltas” para desarrollar Su perfecto plan en nosotros, y nosotros nos dejamos voltear en Sus brazos, Él nos lleva a cosas mayores, que ni siquiera podríamos pedir o imaginar (Efesios 3.20)
Rosa Haicenag
Forma parte de la RED INTEGRADORA DE SBA y junto a otros profesionales, voluntarios, especializados en el trabajo con personas con discapacidad dona su tiempo y conocimiento para servir a la iglesia Cristo.