Historia de la Biblia en Argentina
¡Dios mío, tú bendices al pueblo que te reconoce como Dios! ¡Tú bendices a la nación que te acepta como dueño! (Salmo 33.12).

Tiempo de conquista
Para comenzar con la historia de la Biblia en nuestro país debemos retroceder hasta la llegada del conquistador español, en el siglo XVI. Aquellos hombres, como don Juan Díaz de Solís que descubrió el Río de la Plata en 1516, trajeron sus ansias de riqueza y gloria, un universo de ideas nuevas y progreso para los pobladores indígenas, pero también mucha sangre derramada.
En esos tiempos Europa estaba siendo sacudida por otro fenómeno: la Reforma protestante que enseñaba, como primer punto, que todo el pueblo debía leer la Biblia. Y mientras los indígenas locales terminaban de comerse asado a Solís y sus acompañantes, el 31 de octubre de 1517 Martín Lutero clavaba en las puertas de la iglesia de Wittemberg las tesis que darían comienzo a una explosión espiritual en el viejo continente.
En 1569 se publicó la traducción bíblica al español realizada por Casiodoro de Reina, y revisada posteriormente por Cipriano de Valera. Pero en ese mismo año, Felipe II emitió la cédula que establecía la Inquisición en América. Esta cédula decretaba “la censura de las Biblias y catálogos de los libros prohibidos”. Así que cuando los buques arribaban a estas costas, el comisario del Santo oficio con el alguacil debían verificar “si en el dicho navío venían algunas imágenes o figuras de santos, papas, cardenales, obispos, clérigos y religiosos, indecentes o ridículas, de mala pintura, o libros prohibidos, como Biblias en cualquier lengua vulgar”. Es decir que la Biblia en castellano estaba en la misma lista junto con las figuras indecentes.
Se levantaba una nueva potencia en Europa
No sabemos de grandes cosas que hayan ocurrido en nuestro territorio respecto a la Biblia hasta tres siglos más tarde en los días de oro de Gran Bretaña, esa isla que se levantaba orgullosa contra el avance de Napoleón, y que dominaría por un siglo los mares del mundo. Ese país, desgastado por el pecado, la codicia y la opresión, atravesaba una gran conmoción espiritual, que renovaría las fibras de la nación y haría surgir el movimiento de la obra misionera moderna y el de las Sociedades Bíblicas.
La historia de María Jones
Escondida entre las montañas de Gales una niña llamada María Jones, deseaba de todo corazón tener una Biblia en su propio idioma. Pero este libro escaseaba y era muy costoso, así que María caminaba 6 km cada sábado, para poder leerla en la casa de una vecina. En 1800, después de seis años de sacrificio y ahorro, tejiendo, cuidando niños, cultivando verduras y ayudando a los granjeros, logró reunir el dinero suficiente para comprar una Biblia. Emprendió un trayecto de 40 km a pie, hasta el pueblo de Bala, donde un pastor llamado Thomas Charles podría venderle su tan deseada Biblia en galés.
La historia de María Jones inspiró al pastor Charles y a otros, que se reunieron con el propósito de ver qué podían hacer para que la Biblia estuviese al alcance de todas las personas.
1804: La Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (SBBE)
Es así que en 1804 quedó constituida la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, con el propósito principal de proveer Biblias económicas en galés. En esa reunión, alguien formuló una pregunta que sería histórica: “Si para Gales, ¿por qué no para todo el Reino Unido? Y si para el Reino Unido, ¿por qué no para todo el mundo?” Así nació aquella Sociedad Bíblica, y esta idea se difundió rápidamente por todo el continente europeo. John Owen, uno de sus fundadores, vio en 1804 “el amanecer de una nueva era del cristianismo”.
¿Qué ocurría en nuestro país?
En 1806 nuestro país sufría las invasiones inglesas. Aquellos británicos que llegaron a nuestras tierras, por lo general, no eran los mejores cristianos; sin embargo, algunos descubrieron que la mayor necesidad en nuestro país era la Palabra de Dios.
Un comerciante inglés, Roberto Cowie, tenía intereses en el Plata. No sabemos nada más, sino que fue el primero que pensó en hacer llegar la Palabra de Dios a nuestro pueblo. Él escribió una carta a la Sociedad Bíblica, carta histórica para nosotros, diciendo:
Estimados señores: Tengo un agente que sale de viaje de negocios a Buenos Aires, que es un hombre informado e inteligente. Considerando que es una buena oportunidad para esparcir la Palabra de Dios entre los españoles de esos populosos lugares, quisiera saber si la Sociedad tiene a mano alguna cantidad de Nuevos Testamentos en español y en qué condiciones estaría dispuesta a suplirme con 2 o 300 ejemplares. Con toda estima para con ustedes, su amigo y servidor, Robert Cowie.
La Sociedad Misionera de Londres, que había enviado predicadores del evangelio a los mares del sur, a la China, y hombres como David Livingstone al África, escogió al joven David Hill Creighton. Él se convirtió en el primer misionero enviado al Río de la Plata por cualquier institución evangélica. Los 600 Nuevos Testamentos que trajo no pudieron ingresar a Buenos Aires debido a conflictos internacionales entre España e Inglaterra, y Creighton debió regresar a su patria dejando las Escrituras en Montevideo. Allí fueron distribuidas, aunque una cantidad no determinada logró llegar a Buenos Aires. Uno de los que se han ubicado en nuestro país, estaba en manos del presbítero Manuel Alberti, miembro de la Primera Junta, surgida del Cabildo Abierto del 25 de Mayo de 1810.
En un informe posterior se dice que las personas habían recibido el libro con alegría, pero luego la autoridad religiosa de Buenos Aires reclamó, bajo las más severas penas eclesiásticas, todos aquellos ejemplares en versión no autorizada que habían sido distribuidos. Sin embargo, el informe concluye con estas palabras, que son un testimonio para nosotros: “Haber propagado, bajo cualquier desventaja, la Palabra de Dios, es algo que siempre debe hacerse. Esa palabra, en un tiempo y otro, tendrá su retribución”.
En 1812 la Sra. Mac Kinnon trajo un centenar de Nuevos Testamentos en español, convirtiéndose en la precursora del voluntariado femenino de la Sociedad Bíblica, un brazo importantísimo de nuestra misión.








La Sociedad Bíblica Argentina
El 29 de marzo de 1966 se constituyó la Asociación Sociedad Bíblica Argentina, una asociación civil íntegramente argentina, fundada por las iglesias para servir a las iglesias. La reunión fue presidida por el Prof. Santiago Canclini y contó con la presencia de líderes cristianos altamente representativos.
Podrían contarse muchas anécdotas de la historia más reciente, como la de la guerra con Gran Bretaña en 1982. La SBA convocó a las iglesias de Argentina a donar el valor de un Nuevo Testamento, con el objeto de agregar un ejemplar sin cargo en la bolsa de rancho de cada soldado; entonces, se recaudó 4 veces más de lo necesario. O la traducción bíblica al wichí, primera lengua argentina en tener la Biblia completa en 2002. O la distribución de un millón de Biblias para los hogares de Argentina, meta alcanzada en febrero de este año.
Las nuevas tecnologías representan nuevos desafíos y oportunidades para la tarea de la Sociedad Bíblica. Pero el desafío aún mayor que todos compartimos, es que la Biblia, esa “ley del Señor que convierte el alma”, ejerza su influencia transformadora en la iglesia y en la cultura.
Es maravilloso pensar que la Sociedad Bíblica no nació con nosotros, sino que somos parte de una historia que nos trasciende. Una historia de hombres y mujeres fieles al llamado de Dios. Nombres resonantes como Diego Thomson, Francisco Penzotti y Andrés Milne, o personajes anónimos y humildes. Unos y otros se dieron a sí mismos con el fin de esparcir la buena semilla en un terreno difícil, sembrando sus propias vidas para que hoy cosechemos su fruto.
Por eso, al celebrar los 190 años de obra ininterrumpida de la Sociedad Bíblica en Argentina podemos decir con el salmista:
… ALABARÉ TU NOMBRE POR TU MISERICORDIA Y FIDELIDAD, POR LA GRANDEZA DE TU NOMBRE Y PORQUE TU PALABRA ESTÁ POR ENCIMA DE TODO. (SALMO 138.2, RVC)
Y es justamente esa convicción – que Su palabra está por encima de todo – la que sigue inspirando a las iglesias a continuar con este precioso ministerio. Porque hoy, como hace 190 años, queremos que toda la gente, en todo lugar, se encuentre con Dios y su Hijo Jesucristo a través de la Biblia, en el idioma en el que piensa y siente, en formatos que favorezcan el entendimiento, y sin que el dinero sea un impedimento. Y es con este fin que la Sociedad Bíblica Argentina, fundada por las iglesias, seguirá sirviendo a las iglesias traduciendo, publicando, difundiendo y exaltando la Palabra de Dios.