La Biblia y los pueblos autóctonos

Las culturas a las que pertenecieron los autores de los libros de la Biblia, los
traductores castellanos y los traductores indígenas son muy diferentes. Los
idiomas reflejan esas realidades; por ello, los traductores necesitan reconocer
las diferencias de cosmovisión y cultura para poder hacer traducciones más
fieles.

La expresión que en una lengua y cultura significa una cosa, en otra quiere decir otra. Por ejemplo, en español, la repetición por lo general significa énfasis: «Estuviste muy, pero muy bien». Pero en Filipinas, en el idioma hilagaynon, la repetición indica lo opuesto; por eso, en la traducción de la expresión bíblica «en verdad, en verdad», debe escribirse sólo una vez si se quiere mantener la fuerza del énfasis. Por otra parte, en el idioma indonesio la repetición significa pluralidad.

La expresión «un gran corazón» tiene diferentes significados dependiendo de la cultura en la que se use. Para nosotros, significa «generosidad». Para los huaves del sur de México, esa expresión significa «valentía»; para los tzeltales de la misma región, significa «perdonador». Para los shilluks del Sudán, en Africa «un gran corazón» se dice de alguien que es avaro, mientras que «pequeño corazón» se usa para referirse a alguien muy generoso. La lógica aquí es clara: quien tiene gran corazón es la persona que ha acumulado todo lo que ha querido y podido en su corazón. El generoso lo ha dado todo; por eso su corazón es pequeño.

También se debe prestar especial atención a la traducción de conceptos teológicos importantes. La idea de «perdón» se expresa de diferentes maneras en diversos idiomas: «borrar una ofensa», «olvidar la falta», «echar afuera el pecado», «escupir sobre el suelo frente al otro», «no colgar mandíbulas». En el idioma shilluk del Sudán, la expresión «escupir en el piso frente al otro» se ha usado al final de un juicio. Los testigos exigían a los contendientes, después que la falta se pagaba o castigaba, a escupir frente al otro para indicar que el caso se olvidaba de por vida.
En Nueva Guinea, entre las tribus de la región del río Baiyer, la expresión «no colgar mandíbulas» está relacionada con la tradición de la cacería de cabezas y la venganza. La familia, antes de sepultar a la víctima, cortaba la mandíbula del difunto, le quitaba la carne y la colgaba en la entrada de la casa como símbolo de la voz de la persona muerta. Ella recordaba a cada miembro de la familia que en algún momento, en el futuro no lejano, ellos deberían vengar la muerte del familiar, matando a un miembro de la tribu o clan enemigo. Sin embargo, cuando llegó el cristianismo, al descubrir que Dios los había perdonado en Cristo, ellos descolgaron las mandíbulas y las quemaron. Decían: «Si Dios ya no cuelga mandíbulas contra nosotros, tampoco nosotros lo debemos hacer contra otros».

Todos estos ejemplos muestran algo muy importante: si bien no se puede encontrar siempre palabras y expresiones paralelas en cada idioma para expresar un pensamiento, no hay idioma en el mundo en el que no se pueda traducir una idea del cerebro humano. En muchos casos, como en el ejemplo de Nueva Guinea, será necesario utilizar frases descriptivas, pero la idea se podrá comunicar tan fiel como el significado del original.

Otros ejemplos son: el vocabulario de guerra, las montañas, las rocas (guaraní, lenguas en chaco paraguayo). Cuando se tradujo Proverbios 14.4 al maya, el traductor se encontró con el problema de la práctica del uso de los bueyes para labrar la tierra.

El proverbio dice así: Sin bueyes el granero está vacío;
Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.

Pero en Yucatán, por muchas razones el campesino no usó ni usa bueyes para la labranza. En realidad, no usa el arado. ¿Cómo traducir este proverbio de manera comprensible para un pueblo que no conoció ni conoce esa práctica? La traducción de este proverbio en maya quedó más o menos así:

Enfermo, el campesino no puede trabajar.
Pero con salud, su familia tiene comida suficiente.

Otro de los problemas en la traducción de conceptos en idiomas indígenas lo ofrecen los nombres divinos. En la mayoría de nuestros pueblos, los españoles impusieron la palabra «Dios» para hablar del Dios de la tradición cristiana. Esta palabra se transliteró de maneras diversas, y es la palabra que se usa para referirse a Dios: «jajal Dios», «Diyu», etc. Sin embargo, esta palabra, por tener significado cero, no comunica con profundidad la carga conceptual que tienen las palabras indígenas.

Más y más en las Sociedades Bíblicas Unidas se está insistiendo en usar palabras ya existentes en los idiomas indígenas. Por ejemplo, en maya, en las dos primeras versiones del Nuevo Testamento, se usó la palabra «Dios», pero ahora, después de mucha deliberación y consulta se decidió usar el título «Hunab Kú»; conocido y usado en la época en que vinieron los españoles.

NATURALIDAD Y ACEPTABILIDAD
Uno de los problemas más grandes que tenemos al traducir la Biblia a lenguas indígenas es el asunto de la aceptabilidad. Como consultores de las Sociedades Bíblicas Unidas quisiéramos que los traductores aplicaran los mejores métodos y principios de traducción que nos han enseñado la lingüística y la exégesis modernas.
Que las traducciones sean fieles en el sentido y resulten en obras de gran valor literario; que suenen natural a los lectores y oyentes. Sin embargo, siempre existe el temor de producir una traducción que no tenga el sabor de tal o cual versión en el idioma nacional y oficial. Esto es especialmente cierto en relación con la versión Reina-Valera. Sólo mediante este proceso educativo estaremos listos para entender mejor el por qué de las diferencias, si existiera alguna.

(Edesio Sánchez Cetina/LaBibliaWeb.com/SBU)