“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”. Daniel 12.3
¿Con qué palabras despedir a este gran maestro?
Orlando fue un hombre multifacético e intercultural, pero con los pies sobre su tierra, con una visión global, aunque siempre partiendo desde su gente y junto a su pueblo.
Las distinciones que cosechó a lo largo de su vida aquel que cuando niño no pudo completar la escuela primaria a tiempo por tener que trabajar, son sólo una pequeña muestra y un detalle en su larga carrera: “Homenaje a la trayectoria” y “Docente bilingüe” otorgados por la Cámara de Diputados de la Provincia de Chaco; “Maestro ilustre”, por la Presidencia de la Nación; “Primer Maestro Indígena”, por la Municipalidad de Presidencia Roque Sáenz Peña; “Primer maestro ilustre indígena de la provincia de Chaco”, “Doctor Honoris Causa por la Universidad del Centro Latinoamericano UCEL“. “Nombramiento como Socio Honorario de la Sociedad Bíblica Argentina” por su colaboración como traductor de la Biblia al Toba Qom; “Certificado de Honor” como cofundador de la Iglesia Evangélica Unida que nuclea a indígenas tobas, mocovíes, wichis y criollos.
Fue un incansable predicador, un maestro de la Palabra y un excelente narrador de historias. Con su memoria prodigiosa recordaba con increíble exactitud fechas y vivencias. Gran conversador y de muy buen humor. Era tan agradable verlo reír de sus propias ocurrencias… Desde muy joven colaboró con el trabajo de registración de palabras en su idioma, acompañando a los hermanos de la Misión Menonita y con éstas logró armar la primera Gran Gramática Toba, con más de 7000 vocablos.
Participó activamente en los trabajos de la traducción de la Biblia al idioma Qom, y colaboró con la traducción del NT a la lengua de los Mocoví, Pilagá, Abipón, todos estos subgrupos lingüísticos de pueblos originarios del Gran Chaco.
Al recordar aquellos primeros tiempos decía:
—“Me costó comprender que también es trabajo sentarse a escribir mientras toda la familia debía salir al campo a recoger algodón. Al principio alternaba cosecha y escritura…me pagaban lo mismo…, pero seguía viajando al campo porque en aquel tiempo no lo comprendía”.
A mediados de este año 2020, dejando registro de algunas semblanzas de su propio peregrinar, Orlando escribió: «Trabajar no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, son los móviles de mis conciencias».
El plural de conciencias hacía referencia a tantas tomas de decisiones que debió hacer a lo largo de su vida, y gracias a estas, los pueblos del Chaco pueden leer la Biblia en su propio idioma.
Que nuestro abrazo sentido y sincero llegue a la familia, a la Iglesia Evangélica Unida y a todo el pueblo toba; que nuestra oración agradecida a Dios por la vida de Orlando sea escuchada por muchos, y que La’ aqtaqa Ñim lo’onatac’ Enauacna (Santa Biblia) anime a hombres y mujeres a continuar anunciando el mensaje del evangelio.
Por Sociedad Bíblica Argentina
Ernesto Lerch