Autor: RC Sproul
La iglesia del siglo XXI enfrenta muchas crisis. Una de las más graves es la crisis de la predicación. Filosofías ampliamente diversas de la predicación compiten por aceptación entre el clero contemporáneo. Algunos ven el sermón como una charla junto al fuego; otros, como un estímulo para la salud psicológica; todavía otros, como un comentario sobre la política contemporánea. Sin embargo, algunos todavía consideran la exposición de las Escrituras sagradas como un ingrediente necesario para el oficio de la predicación. A la luz de estas opiniones, siempre es útil acudir al Nuevo Testamento para buscar o extraer el método y el mensaje que se encuentran en el registro bíblico de la predicación apostólica.
En primer lugar, debemos distinguir entre dos tipos de predicación. El primero se ha llamado kerygma; el segundo, didache. Esta distinción se refiere a la diferencia entre la proclamación (kerygma) y la enseñanza o instrucción (didache). Parece que la estrategia de la iglesia apostólica era ganar conversos mediante la proclamación del evangelio. Una vez que las personas respondían a ese evangelio, eran bautizadas y recibidas en la iglesia visible. Luego se sometían a una exposición regular y sistemática de la enseñanza de los apóstoles, a través de predicaciones regulares (homilías) y en grupos particulares de instrucción catequética. En el alcance inicial a la comunidad gentil, los apóstoles no se detenían en grandes detalles sobre la historia redentora del Antiguo Testamento. Ese conocimiento se daba por supuesto entre las audiencias judías, pero no entre los gentiles. Sin embargo, incluso para las audiencias judías, el énfasis central de la predicación evangelística estaba en el anuncio de que el Mesías había venido y había inaugurado el reino de Dios.
Si nos tomamos el tiempo para examinar los sermones de los apóstoles que están registrados en el libro de los Hechos, vemos una estructura algo común y familiar en ellos. En este análisis, podemos discernir el kerygma apostólico, la proclamación básica del evangelio. Aquí, el enfoque de la predicación estaba en la persona y la obra de Jesús. El evangelio mismo se llamaba el evangelio de Jesucristo. El evangelio es acerca de Él; implica la proclamación y declaración de lo que Él logró en Su vida, en Su muerte y en Su resurrección. Después de que se predicaron los detalles de Su muerte, resurrección y ascensión a la diestra de Dios, los apóstoles llamaron a las personas a convertirse a Cristo, a arrepentirse de sus pecados y recibir a Cristo por fe.
Cuando buscamos extrapolar a partir de estos ejemplos cómo la iglesia apostólica llevaba a cabo el evangelismo, debemos preguntarnos: ¿Qué es apropiado para la transferencia de los principios apostólicos de la predicación a la iglesia contemporánea? Algunas iglesias creen que se requiere que una persona predique el evangelio o comunique el kerygma en cada sermón predicado. Esta perspectiva ve el énfasis en la predicación dominical como una labor evangelística, de proclamación del evangelio. Sin embargo, muchos predicadores hoy en día afirman estar predicando el evangelio regularmente cuando, en algunos casos, nunca han predicado el evangelio en absoluto, porque lo que ellos llaman evangelio no es el mensaje acerca de la persona y obra de Cristo y cómo Su obra cumplida y sus beneficios pueden ser apropiados por fe en el individuo. En cambio, el evangelio de Cristo se intercambia por promesas terapéuticas de una vida con propósito o de alcanzar la plenitud personal al venir a Jesús. En mensajes como estos, el enfoque está en nosotros en lugar de en Él.
Por otro lado, al observar el patrón de adoración en la iglesia primitiva, vemos que la reunión semanal de los santos implicaba un encuentro para adorar, tener comunión, orar, celebrar la Cena del Señor y dedicarse a la enseñanza de los apóstoles. Si estuviéramos allí, veríamos que la predicación apostólica abarcaba toda la historia redentora y el conjunto de la revelación divina, sin limitarse simplemente al kerygma evangelístico.
Por lo tanto, una vez más, el kerygma es la proclamación esencial de la vida, muerte, resurrección, ascensión y reinado de Jesucristo, así como un llamado a la conversión y el arrepentimiento. Es este kerygma el que el Nuevo Testamento indica que es el poder de Dios para salvación (Rom. 1:16). No puede haber un sustituto aceptable para ello. Cuando la iglesia pierde su kerygma, pierde su identidad.
Dr. RC Sproul fue el fundador de Ligonier Ministries. Autor de más de cien libros, entre ellos La santidad de Dios , Elegido por Dios y Todos somos teólogos . Fue reconocido en todo el mundo por su articulada defensa de la infalibilidad de las Escrituras y la necesidad de que el pueblo de Dios se mantenga firme en Su Palabra.
Publicado originalmente en Tabletalk , nuestra revista diaria de estudio bíblico. Usado con permiso.