Autor: Martín E. Kim
¿Quién ha sido el mejor predicador de la historia? Los nombres de grandes predicadores como Billy Graham, Martin Luther King Jr., Lutero o Calvino surgen en nuestras mentes. Estos hombres han vertido prédicas con gran excelencia y poder del Espíritu. Sin embargo, al cotejar los evangelios sinópticos, notamos el hecho de que un predicador simple, hijo de carpintero y de una aldea insignificante, nos ha legado las buenas nuevas que se han destacado entre los mensajes de los predicadores de todos los tiempos.
La efectividad del mensaje de Jesús consiste en que la verdad y el propósito de Dios han sido vertidos mediante el uso de historias de ficción y paralelismos acordes con la realidad humana. Lo hizo a menudo sin necesidad de explicar su significado, dejando que la esencia de su mensaje golpeara e impactara profundamente el pensamiento de sus discípulos y, a la vez, de sus contrincantes.
Los cristianos consideramos las parábolas de Jesús como historias simples y conocidas que expresan claramente un mensaje, pero para el oyente de su época, éstas representaron un medio desafiante, cuyo golpe provocador tenía el propósito de generar un cambio en su mentalidad y actitud, obligándolo a captar la idea central del mensaje mediante sus propios razonamientos.
Tales elementos retóricos de la parábola representan un medio eficaz, que sigue funcionando hoy en día para dar a entender cuestiones teológicas, desafiar al creyente (y al no creyente) y describir lo inefable del Reino de Dios en términos simples. Entonces, ¿cuáles son los elementos de las parábolas que nos pueden ayudar a transmitir el mensaje de Dios de una mejor manera? Tres características definen su importancia y efectividad:
Simplicidad: Las parábolas son historias simples narradas con elementos acordes al contexto de sus oyentes. Jesús no inventó narrativas ficticias tales como las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis para explicar el Reino de Dios; lo hizo a través de elementos y situaciones cotidianas conocidas por los oyentes. Es por tal razón que en sus relatos figuran ovejas, pan, levadura, lámparas para iluminar, hijos, ricos y pobres, etc. Con tales elementos comunes tradujo lo inefable, eterno y verdadero del Reino de Dios. Es digno de notar el contraste del mensaje de Jesús y aquellos de los predicadores que suelen emplear términos teológicos, abstractos y “celestiales”, ignorando el hecho de que el oyente necesita escuchar la Palabra explicada con términos simples, usando ejemplos tomados de su vida cotidiana.
Jesús usó lo cotidiano de forma sencilla y fue altamente efectivo; a pesar de que sus historias fueron contadas hace 2000 años, todavía podemos entender gran parte de sus mensajes. ¿Entenderán tanto creyentes como no creyentes nuestros sermones en 2000 años? La simplicidad es clave para transmitir el mensaje.
Narración: Es notable que Jesús entendía el poder del género narrativo como elemento clave de la enseñanza. Muchas de las parábolas son historias breves, con una trama narrativa que incluye diálogos y describe a los protagonistas. Incluso sus contrincantes escuchaban las parábolas sin interrumpirlo. ¿Por qué? ¡Porque eran cautivados por la trama del relato y deseaban saber el final de la historia!
El atractivo de enseñar con historias radica en el hecho de que, desde una edad temprana, el cerebro forma esquemas mentales que albergan memorias episódicas y semánticas a largo plazo. Estas impresiones se registran a través de las experiencias que nos cuentan, ya sea una charla, un cuento o el narrador de un partido de fútbol que el padre ve. Por estas razones, los niños, al comenzar a unir oraciones, desean contar un evento. Como resultado, una historia bien contada despierta curiosidad, concentra y atrapa la atención tanto de los más pequeños como de los adultos.
Es necesario diferenciar entre una ilustración y una parábola. La ilustración busca aclarar un concepto abstracto o difícil de entender. Su propósito es iluminar, no oscurecer, el entendimiento. En cambio, la parábola es una verdad contada a través de una historia o un paralelismo con elementos cotidianos. La ilustración simplemente ejemplifica, mientras que la parábola se proporciona intencionalmente para ser recordada, consolidando la verdad central que transmite.
En su gran mayoría, los oyentes de los sermones recuerdan las historias más que el contenido “académico”. Si estas historias expresan la verdad de Dios, ¡cuán beneficioso sería que nuestros oyentes pudieran recordar la verdad transmitida en términos simples! Por ejemplo, la historia del pastor que deja a 99 ovejas y se va en busca de la extraviada nos impacta al recordar que, para Dios, cada uno de sus hijos, incluso el perdido, es altamente valorado y amado.
Incitar a la reflexión sobre el significado: Las historias que Jesús contaba a menudo dejaban un final abierto. La parábola del hijo pródigo es un claro ejemplo que nos deja con interrogantes: ¿qué sucedió con el hijo mayor? ¿Entró a la fiesta o no?
A través de esta historia, aunque se enfatiza la redención del hijo menor, Jesús apuntó al hijo mayor, representando a los fariseos religiosos que no se conformaban con el arrepentimiento de los pecadores y el amor incondicional de Dios, sino que juzgaban despectivamente a Jesús por atender sus necesidades. La finalidad de la parábola era ofrecer una invitación a los oyentes, especialmente a los líderes religiosos animados por la justicia propia, para que cambiaran su actitud.
En cuanto a la enseñanza y el aprendizaje, ya sea de niños o adultos, la mejor manera de comprender un concepto es que la persona misma investigue y sea guiada a adquirir el significado por sus propios medios. En resumen, uno aprende más cuando lo entiende por sí mismo. Jesús sabía esto, y es por ese motivo que muchas de sus parábolas no tenían explicación o simplemente tenían un final abierto.
Estudiar las parábolas de Jesús puede ayudarnos a ser mejores predicadores. Aunque hay muchos otros aspectos que no se mencionan en este escrito, sería bueno que al menos recordemos estas tres características para predicar el mensaje de Dios de manera eficaz. En resumen, prediquemos con simplicidad y usemos historias que hagan reflexionar.