El Salmo 91 es una hermosa canción que habla de la confianza en Dios en los tiempos más oscuros. Debido a sus referencias a ‘enfermedades’ y ‘plagas’, parece estar diseñado para lo que el mundo está pasando en este momento con el coronavirus.
El salmista habla acerca de la protección de Dios, comparándola con una gallina con sus polluelos: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”, dice (v. 4); “Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará” (v. 7).
Estas son palabras hermosas. Pero cuando comenzamos a pensar en ellas, podemos comenzar a preguntarnos cómo debemos entenderlas. Quizás haya una duda inquietante: después de todo, los cristianos se enferman y mueren. Algunos de nosotros contraeremos el coronavirus, y algunos de nosotros, aunque fuera una pequeña minoría, no se recuperarán. Entonces, ¿es que la Biblia está simplemente equivocada?
Hay una pista en el Nuevo Testamento sobre cómo debemos entender el Salmo 91. En Mateo 4 (y en Lucas 4) leemos acerca del diablo que tienta a Jesús en el desierto. Una de las tentaciones es que Jesús se arroje desde el punto más alto del templo. Citando el Salmo 91.11–12, el diablo dice: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: ‘A sus ángeles mandará acerca de ti’, y, ‘En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra’”. Jesús responde con otra cita de la Escritura: “No tentarás al Señor tu Dios” (Deut. 6.16).
Una forma de leer esto es decir que Jesús se niega a dejar que el diablo convierta las Escrituras en una especie de examen de la fidelidad de Dios. Él sabe muy bien que se puede confiar en la palabra de Dios, y no dejará que el diablo la tuerza para decir algo que no dice: una pista para nosotros de que debemos leer el Salmo 91 en el contexto de toda la Escritura, en lugar de solo mirar algunos versículos aislados.
Cuando hacemos eso, encontramos que el pueblo de Dios a menudo sufre daños. Hay una conmovedora lista de sufrimientos en Hebreos 11: “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno” (v. 36–38). Pero todos estos mártires sabían de la fidelidad de Dios, y muchos de ellos, si no todos, habrían conocido el Salmo 91, con su hermosa promesa de que “no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga tocará tu morada” (v. 10).
Entonces, cuando estamos pensando en el Salmo 91 hoy, quizás hay cuatro cosas que podemos decir:
Primero, no tientes a Dios. Sería un error, por ejemplo, que los cristianos tomen estas palabras literalmente y, como prueba de fe, se nieguen a dejar de reunirse a pesar de los peligros que representa el virus. Tenemos el ejemplo de Jesús para mostrarnos que no funciona así.
Segundo, confiemos en la experiencia de aquellos que nos precedieron. Los mártires que murieron por el evangelio, como aquellos sobre los cuales escribe el autor de Hebreos, no sintieron que la Biblia se contradecía o no era ‘verdadera’, simplemente por el hecho de que sufrieron. Cuando tengamos la tentación de dudar, debemos recordar a los que nos han precedido y creer como ellos.
Tercero, escuchemos la esperanza en el Salmo 91. El salmo usa un lenguaje poético: imágenes vívidas, con sorprendentes comparaciones y contrastes, para decir algo profundamente significativo: que Dios siempre tiene la mejor intención para nosotros y que siempre es fiel. No solo describe el mundo tal como es, sino el mundo como debería ser. No es una seca declaración de hecho, sino una oración.
Y cuarto, creamos para el futuro. Cuando Dios dice en los últimos versículos: “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré… lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación” (14-16), podemos tomar el significado de estas palabras no solo como salvación para esta vida, sino para la eternidad. Las cosas pueden irnos bien aquí y ahora, o no. Pero la salvación de Dios es para siempre.
Autor: Mark Woods, 27 de marzo de 2020.
Fuente: Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (www.biblesociety.org.uk/)