Cuando la OMS definió a la salud humana como el completo bienestar físico, psíquico y social, los cristianos ya conocíamos por la Biblia que salud no es meramente la ausencia de alguna enfermedad y que la vida interior de cada ser humano tiene una profunda influencia tanto en su estado físico como en sus relaciones interpersonales.
Ciertamente Dios comienza su obra de salvación en el corazón y aunque no podemos percibir el milagro del nuevo nacimiento, podemos evidenciar sus primeros efectos en el cambio mental que genera la presencia del Espíritu Santo en la vida. Luego el permanente camino hacia la santidad incluye no sólo proveer, nutrir y proteger al espíritu sino también al cuerpo humano.
No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;
Porque será medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.
Proverbios 3.7-8
Echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5.7
El sana a los quebrantados de corazón,
Y venda sus heridas.
Salmos 147.3
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas,
y que tengas salud, así como prospera tu alma.
3 Juan 1.2
Mas a Jehová vuestro Dios serviréis,
y él bendecirá tu pan y tus aguas;
y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.
Éxodo 23.25
Porque mis palabras son vida a los que las hallan,
Y medicina a todo su cuerpo.
Proverbios 4.22
Sáname, oh Jehová, y seré sano;
sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza.
Jeremías 17.14
Y cuando la gente lo supo, le siguió;
y él les recibió, y les hablaba del reino de Dios,
y sanaba a los que necesitaban ser curados.
Lucas 9.11
Porque yo soy Jehová tu sanador.
Éxodo 15.26b
El corazón alegre constituye buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos.
Proverbios 17.22
El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias.
Salmos 103.3
Jehová Dios mío,
A ti clamé, y me sanaste.
Salmos 30.2