Hace 200 años no había iglesias evangélicas en la Argentina naciente. Ni siquiera había misioneros. Pero llegaron aquellos primeros hombres y mujeres de la Sociedad Bíblica, recorriendo pueblo por pueblo, rancho por rancho, con el objetivo de sembrar la semilla de la Palabra en terreno duro y difícil, cuyo fruto podemos ver hoy.
Hoy, como Sociedad Bíblica Argentina tenemos un anhelo que seguramente vos y yo compartimos:
Queremos que toda la gente, en todo lugar, se encuentro con Dios y su Hijo Jesucristo a través de la Biblia, en el idioma en el que piensa y siente, en formatos que favorezcan el entendimiento, y sin que el dinero sea un impedimento. Para esto servimos a las iglesias, traduciendo, publicando, difundiendo y exaltando la Palabra de Dios.
La tarea de traducción de la Biblia sigue siendo un enorme desafío para la iglesia del Señor. Pero no alcanza con poner la Biblia al alcance de la gente. Queremos ayudar a los cristianos a leer, comprender y atesorar las Escrituras, y a las iglesias a poner el Libro de Dios en el centro de su vida y su misión, partiendo de tres convicciones centrales:
- Las Escrituras deben estar en el centro la vida y la misión de la iglesia.
- Cristo es el centro de las Escrituras.
- Si Cristo es el centro de las Escrituras, cuando la Biblia está en el centro, Cristo está en el centro.
Todo cristiano evangélico estará de acuerdo en que la Biblia debe estar en el centro de la vida y la misión de la iglesia. Es parte de las convicciones más profundas de nuestra fe. Entonces la pregunta lógica es: ¿cómo manifestamos esa centralidad de las Escrituras en nuestras comunidades de fe?
Presentamos 7 propuestas que surgieron del diálogo con pastores, líderes, presidentes denominacionales, creyentes de años, jóvenes universitarios, etc., como así también de diversos trabajos de investigación.
Toca en el título para desplegar mas información acerca de cada propuesta.
El joven pastor Timoteo tenía que lidiar con muchos temas en la iglesia de Éfeso, pero Pablo le hace un encargo muy preciso: Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Tim. 4:13).
Enfrentamos el desafío de reinstalar la lectura pública de las Escrituras en nuestros cultos y en todos nuestros encuentros. Tal vez sea necesario cantar una canción menos o repetirla menos veces, entendiendo que la lectura pública de la Biblia es un componente central de la adoración del pueblo de Dios.
¿Podemos asumir el compromiso de hacer de la lectura pública de las Escrituras, un momento imprescindible, intenso y solemne para niños, jóvenes y adultos en todos nuestros cultos?
El apóstol escribe sus últimas líneas desde la cárcel, listo para ser sacrificado. Te encarezco (solemnemente) delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra (2 Tim. 4:1-2).
Necesitamos confiar más en el poder del Espíritu Santo y menos en nuestras propias capacidades. Proponemos regresar a la predicación expositiva de la Biblia, pero no tanto como método homilético (aunque es muy bueno), sino como la sencilla práctica de comenzar con la pregunta: “¿Qué dice el texto?”
La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples (Sal. 119:130).
Pero no como simple actividad para los niños en la escuela dominical sino como disciplina espiritual para todas las edades. El conocido autor Dallas Willard escribió: “Si yo tuviera que elegir entre todas las disciplinas de la vida espiritual, escogería a la memorización de la Biblia, porque es un camino fundamental para llenar nuestra mente con lo que ella necesita.”
La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros niños a ser transformados a imagen de Cristo, a nuestros jóvenes a vencer el pecado, a los padres a repetir estas palabras a sus hijos al acostarse y al levantarse, y a los mayores a encontrar fortaleza en tiempos de debilidad.
A no conformarse con meros slogans evangélicos, sino a enfrentar los desafíos de un mundo secularizado y de un sistema educativo que abrazó el naturalismo ateo.
Necesitamos animar a las nuevas generaciones no solo a leer la Biblia sino también a pensar desde la Biblia. A entender el mundo y el rol de ellos desde la poderosa Palabra de Dios. Como dice el Dr. Piper, a que la Biblia no sea simplemente el cuadro que analizo sino la ventana desde la cual miro todas las cosas. ¿Podremos ayudarles a construir puentes entre el sermón del domingo, la oficina del lunes y la universidad del martes? ¿Les daremos las herramientas para cerrar la brecha entre lo sagrado y lo secular?
En los últimos años ha habido un descenso notable en las actividades de enseñanza bíblica en muchas congregaciones. Programas como la “escuela bíblica dominical” han sido discontinuados, pero, lamentablemente en muchos casos, no reemplazados por nuevas propuestas de enseñanza bíblica. En lo que se refiere al programa para niños, a veces hemos puesto demasiado esfuerzo en el entretenimiento (que “no molesten durante el culto”), o en el simple conocimiento intelectual de historias.
¿Podemos asumir el compromiso de desarrollar programas de enseñanza bíblica para todas las edades?
Los puritanos consideraban que el culto familiar era tan fundamental que excluían de comunión a un hombre si no conducía a su familia a la adoración. Ellos pensaban que el culto familiar era la columna vertebral de la sociedad.
Claro que uno podría decir: “Pero estamos en el siglo XXI, no en el XVII, el tiempo de los puritanos”. Es verdad. Los horarios y el ritmo de la vida actual atentan contra estas prácticas, pero podemos encontrar maneras de hacerlo. Deuteronomio 6 sigue vigente en el siglo XXI. Y esto es particularmente importante para los nuevos creyentes. Podemos imaginar a una madre sola, de aquellas que tanto vemos en nuestras iglesias, luchándola con la vida y su pequeño hijo. ¿Podremos enseñarle a que, cuando llega de ganar el pan, antes de comer los fideos pueda abrir la Biblia y leérsela a su hijo?
Si la Biblia preside la mesa familiar, la iglesia local lo va a notar. Se creará una atmósfera de adoración, de confesión, un clima de comunión, un nivel de conversación y de diálogo que revolucionará a las familias y será un testimonio para los que no conocen al Señor.
Como Sociedad Bíblica Argentina, entidad sirviente de las iglesias, queremos asumir el compromiso público de ayudar a las iglesias locales en cada uno de estos desafíos, a través de materiales, programas, conferencias y eventos. Estamos en diálogo con ministerios y editoriales para sumar fuerzas con este propósito. Trabajamos juntos para ver una Argentina transformada por el poder de la Palabra de Dios. Tenemos las inquietudes, pero no tenemos todas las respuestas. Necesitamos de sus ideas, sus propuestas, su colaboración, sus ofrendas y sus oraciones. Quisiéramos hacer comunidad alrededor de esto, a través de las cuales una iglesia pueda bendecir a otras. Porque servimos a las iglesias para ver una Argentina transformada por la Palabra de Dios.