La experiencia de la Cruz
Domingo: la entrada triunfal
La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén marcó el comienzo de la última semana de Jesús. Un Rey que no peleó batallas convencionales ni hizo uso de armas ordinarias, ni vacías demostraciones de poder. Al comenzar esta semana podemos unirnos a la multitud y celebrar a nuestro Rey Salvador.
“Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, al aproximarse a los pueblos de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: —Vayan a la aldea que está enfrente, y al entrar en ella encontrarán un burro atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá. Fueron, pues, y encontraron el burro atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron. Algunos que estaban allí les preguntaron: —¿Qué hacen ustedes? ¿Por qué desatan el burro? Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho; y los dejaron ir. Pusieron entonces sus capas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. Muchos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: —¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas! Entró Jesús en Jerusalén y se dirigió al templo. Miró por todas partes y luego se fue a Betania con los doce discípulos, porque ya era tarde.”
Marcos 11:1-11, DHH
“¡Alégrate mucho, ciudad de Sión! ¡Canta de alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una burra.”
Zacarías 9:9, DHH
Lunes: Jesús en el templo
El día lunes por la mañana Jesús visita el Templo. El lugar que debía ser símbolo de la presencia de Dios y un santuario de unidad, se había convertido en cueva de ladrones. La religión se había transformado en el negocio de unos pocos y se había vuelto infructuosa y extenuante para la gran mayoría. Se había convertido en obstáculo para las aspiraciones del Reino universal de Jesús. Ese orden debía acabar para dar paso al plan divino de salvación que afectaría a todas las naciones.
“Después que llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero a la gente, y los puestos de los que vendían palomas; y no permitía que nadie pasara por el templo llevando cosas. Y se puso a enseñar, diciendo: —En las Escrituras dice: “Mi casa será declarada casa de oración para todas las naciones”, pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley comenzaron a buscar la manera de matar a Jesús, porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba admirada de su enseñanza. Pero al llegar la noche, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.”
Marcos 11:1-11, DHH
Martes: el mayor mandamiento
Durante la mañana del martes, mientras iban de camino a Jerusalén, Jesús enseñaba a sus discípulos sobre la confianza, la oración, y el perdón, elementos de una auténtica fe en Dios. Entretanto, sacerdotes y maestros de la ley, preocupados por la creciente popularidad de Jesús, conspiraban contra él.
En medio de la controversia con algunos líderes religiosos, un maestro de la ley, admirado por las respuestas de Jesús, se acercó a preguntarle sobre un tema muy importante.
“Jesús comenzó a hablarles por medio de parábolas. Les dijo: «Un hombre plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. A su debido tiempo, mandó un criado a pedir a los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. Pero ellos le echaron mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño mandó otro criado, pero a éste lo hirieron en la cabeza y lo insultaron. Mandó a otro, y a éste lo mataron. Después mandó a otros muchos; y a unos los golpearon y a otros los mataron. »Todavía le quedaba uno: su propio hijo, a quien quería mucho. Por último lo mandó a él, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.” Pero los labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el que ha de recibir la herencia; matémoslo, y será nuestra la propiedad.” Así que lo agarraron, lo mataron y arrojaron el cuerpo fuera del viñedo. »¿Y qué creen ustedes que hará el dueño del viñedo? Pues irá y matará a esos labradores, y dará el viñedo a otros. 1»¿No han leído ustedes la Escritura? Dice: “La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal. 11 Esto lo hizo el Señor, y estamos maravillados.”» Quisieron entonces arrestar a Jesús, porque sabían que había usado esta parábola contra ellos. Pero como tenían miedo de la gente, lo dejaron y se fueron.”
Marcos 12:1-12
“Uno de los maestros de la ley, que los había oído discutir, se acercó a él y le preguntó: —¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: —El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Pero hay un segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Ningún mandamiento es más importante que éstos.”
Marcos 12:28-31