Liu es una mujer china de casi 97 años que conoció a Jesús hace cinco décadas, cuando una amiga de la familia se acercó y le preguntó si quería orar con ella. Aunque Liu nunca lo había hecho y la práctica abierta del cristianismo en China era castigada durante ese tiempo, ella inclinó la cabeza. Después de orar, su amiga abrió una Biblia y comenzó a leer. La experiencia movilizó a Liu. Después de escuchar a su amiga leyendo el Evangelio, le dijo: “Creo en Jesús, quiero ser cristiana”.
La mujer le advirtió del peligro de persecución, de la necesidad de mantener el secreto y de las dificultades que podían venir. Pero Liu decidió seguir a Jesús de todos modos. Con la esperanza de aprender más, ella comenzó a reunirse regularmente con otros cinco cristianos en su pueblo.
Durante esos encuentros, una mujer de 80 años leía una Biblia manuscrita. Liu recuerda que soñaba con el día en que pudiera tener, leer y apreciar una copia nueva de la Biblia.
Cuarenta años después, su sueño se hizo realidad gracias a los socios de la American Bible Society. “Es el elemento más valioso en mi casa —asegura Liu—. Atesoro mi Biblia.”
