¿Que es la predicación expositiva?

Autor: Mike Bullmore

Un sermón es expositivo cuando su contenido y propósito son controlados por el contenido y propósito de un pasaje específico de las Escrituras. El predicador expone lo que el pasaje dice y tiene como objetivo lograr en sus oyentes exactamente lo que Dios busca lograr a través de ese pasaje seleccionado de Su Palabra.

Predicador, imagina a Dios sentado en la congregación mientras predicas. ¿Cuál sería la expresión en Su rostro? ¿Diría: “Eso no es en absoluto lo que yo quise decir con este pasaje” o diría: “Sí, eso es exactamente lo que yo pretendí”?

El fundamento bíblico para la predicación expositiva se encuentra en la conexión entre el don que Cristo ascendido ha dado a la iglesia en los pastores y maestros (Efesios 4:11) y el mandamiento bíblico de que los pastores y maestros “prediquen la palabra” (2 Timoteo 4:2). Aquellos que predican deben predicar las Escrituras.

Un lugar importante para demostrar la legitimidad de identificar la predicación con la predicación de la Palabra es el libro de los Hechos. En este libro, la frase “la palabra de Dios” es el concepto habitual que resume la esencia de la predicación apostólica. Por ejemplo, en Hechos 6:2, los apóstoles declaran: “No es justo que nosotros abandonemos la palabra de Dios” (ver Hechos 13:5, 46; 17:13; 18:11). La frase también se menciona frecuentemente como “la palabra del Señor” (8:25; 12:24; 13:44; 15:35, 36, etc.), y a menudo se resume simplemente como “la palabra” (ver 4:29; 8:4; 11:19). En el libro de los Hechos, se establece una clara y constante identificación entre la predicación apostólica y la frase “la palabra de Dios”.

Si bien la esencia de la predicación apostólica eran las buenas noticias de reconciliación con Dios a través de Cristo Jesús, ese mensaje fue explicado deliberada e invariablemente mediante la exposición de las Escrituras del Antiguo Testamento. Por lo tanto, la predicación en los tiempos neotestamentarios incluyó la predicación de la Palabra de Dios, y un componente esencial de esa predicación fue la exposición del Antiguo Testamento. Esto nos lleva a la conclusión de que las Escrituras del Antiguo Testamento deben incluirse en nuestra concepción de la Palabra que debe ser predicada, una conclusión confirmada tanto por las afirmaciones directas (2 Timoteo 3:16; Romanos 3:2) como por las indirectas (Romanos 15:4) del Nuevo Testamento.

Entonces, esta Palabra es el mensaje acerca de Jesús, tal como fue anticipado en el Antiguo Testamento y ahora explicado en la predicación apostólica. Esta es la Palabra que es “hablada” (Hechos 4:29), “anunciada” (13:5) y que debe ser “recibida” (17:11) como “la palabra de Dios”. Esta misma identificación es mantenida por todas las cartas de Pablo. Sin dudarlo, Pablo llama al mensaje que proclama “la palabra de Dios” (2 Corintios 2:17; 4:2; 1 Tesalonicenses 2:13) o simplemente “la palabra” (Gálatas 6:6). Incluso en el contexto de la exhortación de Pablo a Timoteo de “predicar la palabra”, encontramos confirmación de esta identificación entre “predicar” y “predicar la Palabra de Dios”. Timoteo habría entendido de inmediato a qué palabra se refería Pablo. Como subraya la biografía de Timoteo, esto incluía tanto las Sagradas Escrituras como el mensaje apostólico: “Persevera en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién lo has aprendido” (2 Timoteo 3:10-17).

La conclusión que podemos extraer de todo esto es que la Palabra que debemos predicar es el conjunto de verdades compuesto por las Escrituras del Antiguo Testamento y la enseñanza apostólica sobre Cristo (el Nuevo Testamento). Por lo tanto, es correcto identificar la Palabra con nuestras Biblias. Esto es lo que deben enseñar aquellos que han sido comisionados como pastores y maestros. Nuestra tarea es proclamar la Palabra que Dios ha hablado, preservada en las Escrituras y confiada a nosotros.

La vida espiritual del pueblo de Dios depende de esta Palabra (Deuteronomio 8:3). Por esta razón, a un pastor joven se le encomienda que se ocupe de la lectura, la exhortación y la enseñanza (1 Timoteo 4:13). Si esta comisión es relevante para nosotros hoy, y lo es, entonces la fuente de nuestra predicación debe ser, en su totalidad, una extensión de nuestras Biblias.

¿Qué significa esto? En nuestra preparación de sermones, significa tomar pasajes definidos de la Palabra de Dios y estudiarlos cuidadosamente para que utilicemos correctamente la palabra de verdad. En el púlpito, significa seguir el ejemplo que vemos en Nehemías 8:8: “Y leían en el Libro de la Ley de Dios, explicándola y dando el sentido para que comprendieran la lectura”. Dios ha determinado y prometido utilizar este tipo de predicación para llevar a cabo uno de Sus grandes propósitos: la reunión y la edificación de Su pueblo.

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Mike Bullmore es el pastor principal de CrossWay Community Church en Kenosha, Wisconsin. Originalmente publicado en Revista 9 Marcas #1 | La Predicación. Usado por autorización.

 

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