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De la Biblia a la vida: las finanzas

Un tema que a muchos preocupa es el manejo de los recursos. La Biblia nos provee principios para poder gobernarnos en esta área de la vida. El primero y principal es saber que Dios es el dueño de todo y nosotros administradores de lo que el Señor nos ha dado (Sal 24.1), esto abarca todo lo que somos y tenemos, y por ello debemos saber que un día tendremos que rendir cuentas de la manera en que hemos administrado todo.

El segundo principio tiene que ver con nuestro grado de satisfacción por lo que te-nemos (Fil 4.11-12). Si vivimos, como dijo una vez un economista, creyendo que las necesidades son infinitas y los recursos limitados, siempre estaremos insatisfechos. Las necesidades no son realmente infinitas, lo que muchas veces no tiene límites son nuestros deseos. Para eso debiéramos vivir pensando en las palabras del Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me falta…”. Por otra parte, es Dios el que nos da la posibilidad y capacidad de disfrutar de lo que tenemos (Ec 5.19 y 6.1-2). El libro de Proverbios tiene mucha enseñanza respecto a los bienes materiales; Proverbios 22.7 nos recuerda que los deudores terminan siendo esclavos de los acreedores. Esto está muy ligado al mal uso de las tarjetas de crédito y al endeudamiento mayor que nuestras posibilidades de pago.

Proverbios 24.3-4 nos recuerda que hacen falta tres virtudes para vivir libres de angustias y ansiedades por el dinero:
– Sabiduría y discernimiento
– Inteligencia y capacidad
– Buen juicio y criterio
Si al momento de gastar no usamos estas virtudes es posible que nada nos alcance y siempre estemos amargados y preocupados por lo que nos falta.

El tercer principio tiene que ver con el lugar que ocupa el dinero en nuestro corazón (Heb 13.5). La Biblia no condena el dinero, sino el amor al dinero. Hay muchas cosas más valiosas que las riquezas (Pr 22.1). Dios condena tanto la codicia (Ex 20.17) que es el deseo por lo que tiene mi prójimo, como la avaricia (Col 3.5) que es el deseo de tener más que mi prójimo.

Finalmente tendremos paz en toda circunstancia si aprendemos a vivir conforme a las enseñanzas de 1 Tesalonicenses 4.11-12:
– Trabajando con nuestras manos
– No dependiendo de nadie
– Siendo generosos

Que la gracia del Señor les acompañe al administrar lo que Él les ha dado.

Dr. Jorge E. Ibarbalz
Pastor de la Iglesia Cristiana Evangélica Libertador. Tesorero de Sociedad Bíblica Argentina.

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¡Nuevas historias! Biblia para Niños LSA

Con alegría presentamos cinco nuevas historias bíblicas ilustradas en Lengua de Señas Argentina.

Estas son parte del proyecto “Biblia para Niños en Lengua de Señas Argentina” y se suman a las diez historias ya publicadas en diciembre de 2019.

Como las historias anteriores, estas se difundirán libremente, y seguramente serán vistas por miles de niños Sordos que viven en nuestro país. 

Esta es una Biblia que no se puede leer ni escuchar. La Biblia para niños en LSA es sólo visual.

Es el Espíritu Santo quién muestra a Dios en un lenguaje de señas y es el mismo Espíritu que se comunica con las personas Sordas, de tal manera que podríamos afirmar: Sí, ¡Dios también nos habla en señas!

Este es un proyecto realizado por Sociedad Bíblica Argentina y LETRA, Latinoamericanos en Traducción y Alfabetización.

Si desea acompañar este y otros proyectos de traducción de la Biblia en LSA, lo invitamos a realizar su aporte ingresando aquí.

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Iglesia, profesionales y discapacidad

La Iglesia de Cristo tiene el enorme desafío de alcanzar a todos con el evangelio. Es por eso que, como SBA, queremos ratificar nuestro compromiso de servicio a las iglesias, y en esta oportunidad, particularmente en su misión de evangelismo y discipulado a las personas con discapacidad. 

Estamos convocando a todas las iglesias, ministerios y profesionales, que estén trabajando en esta área, o que deseen hacerlo, para crear una red de contactos de todo el país y compartir ideas, recursos, capacitaciones y acompañamiento. 

Queremos brindar herramientas a la iglesia mediante talleres, cursos y materiales, y fomentar la concientización sobre la importancia de la integración de las personas con discapacidad a la iglesia y a la sociedad. 

Nuestro compromiso es promover el encuentro de las personas con discapacidad con la Palabra de Dios, y el relacionamiento de las personas con y sin discapacidad para una integración sin barreras en la comunidad de fe, mediante proyectos específicos. 

Llená este formulario con tus datos o los datos de tu iglesia para formar parte de esta red.

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Honestidad con Dios en la pandemia

Dios no está preocupado por los lamentos y da la bienvenida a los gritos

Puede ser fácil conectarse con Dios y pasar tiempo leyendo la Biblia cuando nos sentimos en paz y felices con todo en nuestras vidas. Pero, ¿qué hacemos cuando el dolor y la pérdida nos golpean, cuando nuestras vidas y nuestros corazones son un caos? En esos momentos puede ser especialmente difícil conectarse con Dios, ya que surgen preguntas desde lo más profundo de nosotros: «¿Cómo podría Dios permitir esto?» «¿Dios causó esto?» «¿Puedo confiar en Dios?» «¿A Dios le importa?» Podríamos seguir con los movimientos de nuestras vidas espirituales, leer nuestra Biblia obedientemente y fingir que todo está bien, pero nunca reconocer la ira y el dolor dentro de nosotros. O podríamos sentir tanto dolor que nos alejamos de Dios, enfurecidos y nunca miramos hacia atrás.

¿Dónde podemos ir?

Lo sorprendente es que la Biblia en realidad nos llama precisamente durante estos tiempos, rogándonos que hablemos con Dios sobre todo lo que sentimos, en lugar de escondernos o fingir que todo está bien. ¿Cómo se refleja esto en la Escritura? Nos da un ejemplo tras otro de personas que se conectan con Dios no solo durante los días alegres sino también durante los días de nubes negras, viento aullante y lluvia torrencial. La gente derrama su ira, desilusión, confusión y sentimientos de traición. Vemos a Ana llorando amargamente ante Dios (1 Samuel 1:1–11), Jeremías acusando a Dios de engañarlo (Jeremías 20:7), y Jonás arrojando su ira (Jonás 4:1–4). Incluso vemos al mismo Jesús, sintiéndose aplastado casi hasta la muerte por la tristeza, rogándole a Dios que le quite su sufrimiento (Mateo 26:37–38).

El libro de los Salmos está lleno de oraciones increíblemente honestas y sin límites llamadas lamentos. En los lamentos, las personas expresan sus quejas a Dios, expresando honestamente su dolor, dudas y temores. Al mismo tiempo, le suplican a Dios que actúe en su nombre, porque parte de ellos todavía confía en Dios. De hecho, gran parte de su sufrimiento proviene de la tensión entre el hecho de que Dios supuestamente los ama, pero ha permitido su sufrimiento. En lugar de ocultar lo que sienten, dicen la dolorosa verdad, llevando su confusión al mismo Dios que están luchando por entender y confiar. Dar voz al dolor es en realidad un signo de fe, de una relación sólida y saludable. Abre una puerta para la comunicación real, la intimidad y la reconciliación.

Lamentos

Casi la mitad de los salmos se consideran lamentos (67 de 150). Tómate un tiempo para leer algunos de estos lamentos, tal vez los Salmos 13 y 88. Mientras lees, ¿puedes escuchar las quejas? ¿Las acusaciones? ¿Las solicitudes? ¿Alguna vez has hablado con Dios así? ¿Hay cosas en estos salmos que nunca te atreverías a decirle a Dios? ¿Hay cosas en tu corazón que nunca te atreverías a decirle a Dios?

A medida que exploras los lamentos, es útil saber que los lamentos a menudo contienen algunos o todos estos elementos:

  • Se dirige directamente a Dios, como «Oh Dios» o «Oh Señor»
  • Revisión de la fidelidad de Dios en el pasado (véase Salmos 44:1–3)
  • Queja (véase Salmos 44:9–19, 22)
  • Confesión de pecado o reclamo de inocencia (véase Salmos 44:20–21)
  • Solicitud de ayuda (véase Salmos 44:24, 27)
  • La respuesta de Dios, que a menudo no se declara (véase Salmos 28:6)
  • Voto de alabanza o declaración de confianza en Dios (véase Salmos 44:4–8)

No todos los lamentos incluyen todos estos elementos, ni en este orden. Sin embargo, una parte siempre está presente: la queja. Si no hay queja, no es un lamento. ¿Quejándose a Dios? Esto puede ser difícil para aquellos de nosotros que «nunca nos quejaríamos ante Dios», o si estamos dispuestos a arriesgarnos a una queja, tenemos que seguirla rápidamente con algo positivo. Véase el Salmo 88 para obtener nuestro permiso oficial para no concluir cada oración con una alabanza alegre. Y recuerda que al igual que en nuestras relaciones humanas, nuestra relación con Dios solo será tan profunda como nuestra voluntad de ser real.

Ponlo a prueba

Escribir un lamento puede ser una buena manera de comenzar a fomentar una intimidad más profunda con Dios. Comienza por pensar en algo doloroso en tu vida, algo que desearías que fuera diferente. Luego comienza a escribir como si estuvieras hablando directamente con Dios, utilizando algunos o todos los pasos enumerados anteriormente. Puedes mezclar el orden y usar tantos o pocos como desees. Recuerda que la queja es el único elemento esencial.

No te desanimes si este ejercicio te resulta difícil. Todos hemos tenido experiencias cuando le contamos a alguien cómo nos sentimos y no respondieron bien. Es posible que se hayan vuelto enojados, defensivos y despectivos; pueden habernos abandonado por completo. Esas experiencias nos hacen desesperadamente difícil ser honestos con Dios, porque esperamos (incluso a nivel subconsciente) que Dios responda de la misma manera. Ten valor: Dios puede manejar tus emociones fuertes. De hecho, Dios quiere manejarlos.

Busca sanidad

Cuando corremos el riesgo de derramar las profundidades de nuestro corazón a Dios, sin retener nada, Dios nos encontrará y comenzará a sanarnos. Después de todo, es en el desastre que realmente encontraremos a Dios, y que Dios nos encontrará a cambio.

Autora: Dana Ergenbright, 19 de mayo 2020.

Fuente: American Bible Society – www.americanbible.org

 
 

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Curso: Cómo enseñar la Biblia

¿Deseas mejorar tus habilidades cómo maestro de Biblia?
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Inscribite en este curso y capacitate para seguir transformando vidas con la Palabra de Dios.

 

Detalles:

  • Curso de Didáctica de la Biblia (Herramientas para enseñar la Palabra de Dios)
  • Día y horario: Nueva fecha por definir. 
    • Fecha de inicio: POR DEFINIR   
      • Clases por Zoom, cada quince días y trabajo en aula virtual.
  • Duración: 3 meses.
  • Costo: $ 4200 (Costo final del curso)
  • Curso oficial que otorga puntaje docente en CABA: IF-2019-00634304- -DGE

Objetivos de los cursos:

 

  • Comprender los alcances y desafíos del rol docente en la enseñanza de la Biblia.
  • Identificar las particularidades del texto bíblico como contenido literiario.
  • Adquirir herramientas didácticas para la enseñanza de la Biblia en ámbitos formativos

Contenidos de los cursos:

  • UNIDAD 1. El rol docente en la enseñanza bíblica
    • El docente y su vocación a educar en la fe en la niñez, adolescencia y adultez.
    • La función docente desde la mirada de la teología pastoral.
    • La función subjetivante del docente como amparo y como vinculación con el mundo adulto.
    • El encuentro docente-estudiante como acontecer educativo y espiritual.
    • Formación en valores. Pastoral educativa en los distintos niveles del sistema educativo (inicial, primaria, secundaria y superior). 
  • UNIDAD 2. La Biblia y su enseñanza
    • Las Escrituras como biblioteca.
    • La Biblia y su mundo.
    • Inspiración y finalidad de las Escrituras.
    • Versiones de la Biblia.
    • Recursos prácticos de lectura e interpretación bíblica. 
  • UNIDAD 3. Estrategias didácticas para enseñar la Palabra de manera transformadora
    • Contenidos, argumentos y estructuras. Exposición y diseño. Lenguaje corporal.
    • Uso de multimedia.
    • Niveles de aprendizaje en cada nivel educativo. Formas de enseñar la Biblia conforme a la etapa de desarrollo. La organización y planificación de la enseñanza.
    • La clase como espacio de aprendizaje.
    • Criterios didácticos para la motivación. Coordinación del grupo.
    • Gestión del tiempo.
    • Aplicación y actualización de los contenidos a la vida según la necesidad y especificidad de cada nivel.
    • Nuevas generaciones, nuevas estrategias. 

Consultas:

Correo electrónico: interaccion@biblica.org

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¿Qué dice la Biblia sobre el trabajo?

Por Arturo Pérez para Coalición por el Evangelio

¿Qué dice la Biblia acerca del trabajo? La aplicación práctica y los detalles particulares de la respuesta a esta pregunta varían dependiendo del trasfondo teológico de la persona que la conteste. Pero en general todos los estudiosos de la Biblia estamos de acuerdo en el fundamento de la teología del trabajo:

  1. Dios crea y sostiene su creación al encargarle a los seres humanos creados a su imagen que cuiden, cultiven, y gobiernen la creación por medio del trabajo (Gn. 2:15).
  2. A causa del pecado introducido con la desobediencia del primer hombre, la creación ha sido sujeta a maldición, de manera que el trabajo que originalmente había sido encomendado para cultivar la tierra incrementó su dificultad a causa del pecado en el ser humano y el cambio de las condiciones de la tierra misma (Gn. 3:17-19).
  3. Dios prometió redimir la humanidad, incluyendo toda la creación (Gn. 3:15Ro. 8:19-23).
  4. En su primera venida, el Señor Jesucristo cumplió la promesa de redimir a su pueblo a través de la obra perfecta de la vida del Hijo encarnado, su muerte, y su resurrección.
  5. Entre tanto que el Señor viene a consumar el plan de redención para toda la creación en su segunda venida, Dios le prometió a Noé preservar el orden natural del mundo, al tiempo que encomienda a la nueva civilización a continuar reproduciéndose y cultivando la tierra por medio del trabajo (Gn. 8:20–9:17).
  6. A lo largo de toda la Escritura el trabajo parte de este mandato cultural divino de cultivar la tierra, y exige una ética laboral que honra a Dios y que sirve al prójimo por amor.

El trabajo en el pensamiento cristiano

A partir de ese contexto bíblico, los teólogos han venido desarrollando a lo largo de la historia una teología práctica de la vocación y el trabajo que los seres humanos suponen desempeñar para la gloria de Dios, y sería difícil resumir todo ese contenido histórico en este breve artículo. Por lo tanto, quiero mencionar algunas escuelas de pensamiento destacadas en el pasado y que siguen vigentes en el presente con el fin de ofrecer una reflexión al respecto.

Trabajar para el bien común

La Iglesia católica romana desde el pasado ha sido muy intencional en fomentar el trabajo social para ayudar a los más necesitados, algo que algunas iglesias protestantes también han adoptado. Bajo este pensamiento, su teología del trabajo tiene un énfasis en obras de bien común.

Trabajar con humildad y excelencia

A la llegada de la Reforma protestante en el siglo 16, los reformadores volvieron a la Escritura para aclarar que Dios no necesita nuestro trabajo, sino que nuestro prójimo es quien lo necesita. Al ser justificados por la sola gracia de Dios por medio de la fe sola en Cristo solo, sin las obras de la ley, ninguna vocación dada por Dios es más o menos que otra, ya que Dios da dones a los hombres y mujeres por su gracia con un llamado particular a cada uno para servir a su prójimo. 

Lutero hablaba de trabajar con humildad, procurando la excelencia laboral por amor al prójimo. En la actualidad, las iglesias luteranas y algunas iglesias reformadas de Europa se inclinan por esa expresión teológica conocida como “los dos reinos”, donde el cristiano es miembro de ambos reinos, el reino de Dios (espiritual) y el reino de este mundo (terrenal). Cuando un zapatero le preguntó a Lutero qué debía hacer para agradar a Dios con su trabajo, Lutero le dijo que se esforzara por hacer los mejores zapatos al precio justo por amor a su prójimo.

Trabajar con una ética de contracultura

Durante ese momento de la Reforma, otros grupos conocidos como “los radicales”, entre los cuales estuvieron los anabaptistas, se opusieron a que la Iglesia protestante se mezclara con el Estado y la política. Más adelante, otros movimientos como el pietismo en Europa y el puritanismo de Inglaterra relegaron el tema de la ética laboral a un segundo plano mediante una contracultura que evitaba mezclar el trabajo con la contaminación de un mundo caído, tratando más bien de enfocar sus energías en la iglesia mientras daban testimonio en el mundo laboral por medio de una ética intachable de conducta cristiana. Este pensamiento se ha observado más radicalmente en la cultura Amish, y de manera más sutil en la mayoría de las iglesias protestantes no liberales.

Trabajar bajo una cosmovisión de transformación de la sociedad

Durante la madurez de la Reforma protestante en Europa, la teología calvinista dio forma a una ética laboral que impulsaba la cosmovisión cristiana explicada en la teología reformada bajo la fórmula de “creación, caída, redención, restauración”. Bajo esta convicción de que Dios redime y restaura su creación, este grupo ha intentado provocar una transformación en la sociedad al exhortar a los cristianos a incidir en la agenda del quehacer científico, de la política, la economía, y la cultura de su sociedad.

Una visión holística

Entender el trasfondo de estos cuatro acercamientos laborales y culturales (relevancia, dos reinos, contraculturalismo, y transformacionismo) nos enriquece para tener una visión holística y no parcial de la realidad. Es entendible que te identifiques con un acercamiento más que con otro porque seguramente creciste en esa tradición o costumbre. Y es inevitable que personalmente estemos dedicados en uno de ellos más que en los demás, porque no es posible enfocarnos en todos al mismo tiempo. Lo incorrecto sería negar la realidad de que todos estos acercamientos son necesarios e inclusivos entre sí. Ninguno de ellos es mutuamente exclusivo con los otros. Cada uno complementa al otro, y cada uno es necesario para que la creación continúe siendo cultivada bajo el mandato cultural que Dios le ha dado al hombre. 

Por ejemplo, el profeta Daniel fue capacitado por Dios (Dn. 1:17) para trabajar en el rol que le tocó al exhibir varios de esos acercamientos en el palacio de los babilonios y luego de los medo-persas. Daniel se destacó por su excelencia laboral (Dn. 1:19-20), como hubieran recomendado los luteranos. Daniel propuso en su corazón no contaminarse (Dn. 1:8), como hubieran propuesto los radicales. Daniel procuró la misericordia ante los oprimidos como harían los relevantes (Dn. 4:27). Y también Daniel fue un transformacionista al pasar de un modelo teocrático a un modelo babilónico de asimilación de la cultura sin capitulación ante ella, al ser un embajador de Dios y reconciliar a reyes con el Rey de reyes (Dn. 4:34).

El peligro de confundir causas y efectos

Habiendo aclarado que no estamos en contra de ninguna de las posturas teológicas expuestas anteriormente, sino que aspiramos practicar un balance de todas ellas, les comparto lo que he aprendido de un teólogo transformacionista a quien admiro y respeto. En su libro La iglesia centrada, Tim Keller advierte sobre el peligro en que muchos transformacionistas caen al confundir el evangelio con los efectos del evangelio. Debido a que el transformacionista enfoca su teología del trabajo y su evangelismo hacia la construcción de una mejor sociedad con base en la cosmovisión de la reconciliación de todas las cosas en Cristo, muchas veces confunden el mensaje del evangelio con el efecto del evangelio. Dice Tim Keller:

“A menudo he escuchado a personas predicar de esta manera: «Las buenas noticias nos dicen que Dios está sanando y sanará al mundo de todas sus heridas; por lo tanto, la obra del evangelio es trabajar para que haya justicia y paz en el mundo». El peligro de esta manera de pensar no está en que las afirmaciones sean falsas (no lo son), sino que confunde los efectos con las causas. Confunde lo que el evangelio es con lo que el evangelio hace”⁠.[1]

Keller explica que cuando Pablo habla de la creación material renovada, declara que nosotros tenemos garantizados cielos nuevos y tierra nueva porque Jesús restauró en la cruz nuestra relación con Dios como verdaderos hijos e hijas (Ro. 8:1-25). El futuro es nuestro gracias a que ya Cristo culminó la obra en el pasado.

“No debemos, entonces, dar la impresión de que el evangelio es simplemente un programa de rehabilitación divina para el mundo, sino más bien que es una obra sustitutiva ya consumada. No debemos representar el evangelio primordialmente como algo a lo que nos estamos uniendo (el programa del reino de Cristo), sino más bien como algo que estamos recibiendo (la obra consumada de Cristo). Si cometemos este error, el evangelio se torna en otra clase de salvación por obras, en vez de una salvación por fe”.[⁠2]

Debemos aplaudir el entusiasmo y la dedicación de las organizaciones transformacionistas que laboran bajo una cosmovisión cristiana al entrenar a cristianos para integrar su fe y trabajo para impactar su cultura. Solo tengamos cuidado de no caer en la arrogancia o en el ingenuo triunfalismo de pensar que nuestro trabajo es capaz de transformar completamente este mundo caído. El reino de Dios se ha acercado, pero estamos en el ya y todavía no del reino, hasta que Cristo venga. 

Nuestra gran comisión

Nuestra misión no consiste en transformar este mundo por nosotros mismos, sino en proclamar el mensaje del evangelio que es poder de Dios para salvación (y transformación) a todo aquel que cree. Es el evangelio, no nuestra obra, quien tiene poder para transformarnos a nosotros y al mundo, y la única manera de experimentar transformación es cuando el evangelio es creído. Pero ¿cómo creerán sin haber quién les predique? No predicamos sobre el trabajo que hacemos para Dios; predicamos sobre el trabajo que Dios ya hizo por nosotros en Cristo para que descansemos de nuestras obras muertas. Ese es el mensaje que transforma individuos y sociedades (Ro. 10:14-17).

Esto me recuerda la resolución del joven pastor: “Voy a transformar esta iglesia y voy a salvar esta ciudad”. En contraste, la resolución del pastor anciano: “Voy a predicar el evangelio”.

Todos los cristianos soñamos con ver este mundo transformado. Dios lo ha garantizado: sabemos que será transformado, aunque ahora no lo veamos. Pero cuando nos obsesionamos con nuestro trabajo y pensamos que esa transformación depende de nuestra obra, confundiremos nuestra vocación con nuestra identidad. No somos lo que hacemos, somos lo que Dios ha hecho de nosotros. Por eso necesitamos recordar el evangelio cada día, para poner nuestra esperanza no en nuestra obra imperfecta, sino en la obra perfecta de Jesucristo.


1 Timothy Keller, Iglesia Centrada: Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad – Center Church, Spanish Edition (Grand Rapids: Zondervan, 2012), Kindle edition, Loc 694.

2 Timothy Keller, Loc 706.

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5 oraciones para el trabajo

Por Sarah Ortiz para El Blog de la Biblia*

El lugar de trabajo es un gran lugar para construir relaciones. En promedio, pasas 40 horas a la semana con tus colegas, una inversión de tiempo y energía que a menudo conduce a conexiones profesionales de larga duración, amistades e incluso relaciones románticas.

Pero a medida que el tiempo avanza, las relaciones en el lugar de trabajo pueden volverse muy estresantes. Tal vez sea el jefe el que no ceda o el compañero de trabajo quien chismea sobre ti. Tal vez haces todo de la manera correcta y tu gerente todavía no está contento. Tal vez, una y otra vez, no te han otorgado una promoción, y tu situación parece injusta.

Afortunadamente, la Biblia puede ayudar a guiar tu respuesta a estas situaciones, ofreciendo sabiduría para responder cuando te sientes herido, desanimado o con el corazón destrozado.

La próxima vez que te encuentres con una relación difícil, entrega la situación a Dios y ora por tu compañero de trabajo como te indica la Palabra de Dios. Puedes usar estas oraciones para comenzar.

  1. Señor, ayúdame a mostrar tu amor.
    Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. — 1 Juan 4:7–8
  2. Señor, ayúdame a perdonar.
    Sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. — Efesios 4:32
  3. Señor, defiéndeme.
    El Señor protege a los que en él confían; todas sus promesas son dignas de confianza. — Proverbios 30:5
  4. Señor, ayúdame a tener puestos mis ojos en ti.
    Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús. — Filipenses 3:13–14
  5. Señor, ayúdame a ser humilde.
    No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros. — Filipenses 2:3–4

*Originalmente publicado en inglés en el Bible Blog de American Bible Society el 7 de abril de 2015.

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De la Biblia a la vida: el trabajo

Por Marcelo Robles

La Biblia tiene mucho que decir acerca del trabajo, nuestro trabajo, el de todos los días. Fuimos creados a imagen de Dios para llenar la tierra y para ejercer dominio sobre ella (Génesis 1 y 2).

Si bien el pecado ha distorsionado y traído confusión, Dios en su amor se ha propuesto restaurar todas las cosas en Cristo, por eso Pablo afirmará en la segunda carta de San
Pablo a los Tesalonicenses la importancia del trabajo. En el capítulo 3, versículos 6 al 13, nos deja algunas enseñanzas interesantes:

  1. El trabajo es reflejo en el creyente de que el orden de Dios ha impactado su vida. Pablo deja claro que una vida que ha sido transformada por el evangelio responde viviendo ordenadamente en el área de su trabajo. Podemos decir que el que no trabaja no ha entendido la gracia de Dios en su vida, que lo empodera para vivir de acuerdo a un nuevo orden.

  2. Todo trabajo es importante para Dios. La carta estaba dirigida a un grupo de cristianos que anhelaban la segunda venida de Cristo. La interpretación que asumieron fue “Cristo viene pronto, vamos a esperarlo y solo esperarlo.” Aparentemente estos cristianos dejaron sus responsabilidades, incluso el trabajo, para “esperar al Señor”. Como respuesta, el apóstol se pone de ejemplo para enfatizar la importancia del trabajo y expresa que no hay “un trabajo más espiritual que otros”. Todo trabajo es importante, especialmente el que nos da medios para el sustento diario.

  3. El trabajo refleja la esperanza que hay en nosotros ante la segunda venida. Por implicación, las palabras de Pablo expresan que la correcta forma de manifestar en nosotros la esperanza de la segunda venida de Cristo es trabajando. Trabajar es, “hacer el bien” (v.13), es tener la correcta postura y afirmar la esperanza de que el Reino de Dios se consumará no solo en forma “espiritual” sino física también.

El mensaje de toda la Escritura es claro, nuestro trabajo es parte esencial de la vocación que Dios nos ha dado en la creación y en la re-creación de todas las cosas. Su Reino debe impactar también esta realidad
en nuestras vidas.

Preguntémonos: ¿Refleja mi actitud diaria y mi acción laboral el impacto del evangelio en mi vida? ¿Qué actitud tenemos en la iglesia en cuanto al trabajo?. Oremos para que Dios nos renueve.

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5 mentiras acerca del trabajo

Por Kevin Halloran, para Coalición por el Evangelio

Mi primer trabajo fue en un puesto de comida de una piscina pública. Tenía 15 años, y desde entonces hasta acá me ha encantado trabajar. He trabajado entregando cartas para el correo, recogiendo basura para mi universidad, haciendo marketing para una empresa, y ahora como misionero entrenando pastores en la predicación expositiva.

Aunque tengo padres cristianos muy buenos quienes me enseñaron el valor de trabajar duro, no siempre veía la relación entre el trabajo y ser un seguidor de Cristo. En mi mente, conocía algunas de las verdades sobre cómo mi fe informaba mi manera de trabajar, pero estas verdades no llegaban a mi corazón.

Varias veces he aprendido, de manera difícil, cómo Dios quiere que trabajemos como cristianos. Por Su gracia, Dios me ha revelado varias mentiras sobre el trabajo que han infiltrado mi vida. Oro que estas lecciones te den una visión más grande de Dios y de Su propósito para el trabajo.

Mentira 1: El trabajo no es parte del plan perfecto de Dios

Por mucho tiempo creía que el trabajo era uno de los resultados del pecado y no parte del plan original ni del buen diseño de Dios. Esta mentira probablemente entró a mi cerebro cuando era niño, observando a la gente en los programas de televisión quejarse de su trabajo y oyendo los gemidos de mis compañeros en la escuela que no querían hacer sus tareas. “En un mundo perfecto”, pensaba yo, “nadie tendría que trabajar, y yo podría hacer lo que quiera todo el día”, sin darme cuenta de que la mayoría de las cosas que quería hacer (jugar videojuegos, comer comida chatarra, y ver deportes) es imposible sin el trabajo de otras personas.

Las Escrituras nos muestran una realidad diferente, una que dice que el trabajo es una parte integral del plan de Dios para el mundo. Hemos sido creados a la imagen del Dios que trabajó en la creación. Él nos dio su ejemplo trabajando en la creación para que podamos seguirle y reflejarle en nuestro trabajo. Esta es la razón por la que Dios dio a Adán el “mandato cultural” de sojuzgar la tierra y tener dominio sobre cada cosa viviente (Gn. 1:28).

El mandato de trabajar vino antes de la Caída. El pecado pervirtió el buen diseño de Dios, resultando en que el trabajo fuera difícil y doloroso (Gn. 3:17-19). Sin embargo, aunque el pecado haya cambiado muchos aspectos del trabajo para nosotros hoy, no cambió el propósito de Dios.

Mentira 2: Mi trabajo se trata de mí

Creí esta mentira por mucho tiempo. En mi corazón y mi mente, el que se beneficiaba más de mi trabajo era yo. Quería el dinero, la oportunidad, y el estatus que viene con mi trabajo. Cuando algo en el trabajo impedía mi habilidad de alcanzar lo que yo quería, me frustraba y causaba que mi actitud y motivación sufrieran.

Las Escrituras dicen que nuestro trabajo debe ser como “para el Señor” (Co. 3:23). Esto significa que Él es nuestro Jefe principal y tendremos que rendirle cuentas sobre nuestro trabajo. Dios creó el trabajo para bendecir a otros. Esto es tan cierto para el cocinero, como lo es para el conductor, el vendedor, el maestro, y el banquero, entre otros. Este nuevo enfoque hacia otros nos ayuda a obedecer los dos grandes mandamientos: amar a Dios y a nuestros prójimos.

Mentira 3: El único trabajo que Dios aprecia es el ministerio a tiempo completo.

Por mucho tiempo luchaba con mi llamado porque creía que no podía servir a Dios y tener un trabajo “normal” al mismo tiempo. Es cierto que un trabajo ministerial, como pastor o misionero, es uno que de manera más directa parece avanzar el reino de Dios, pero no significa que un trabajo no ministerial a tiempo completo no le sirva también a Dios. Si haces tu trabajo para el Señor, Él te puede usar.

Piensa en José, quien honró a Dios como pastor de ovejas, prisionero, oficial en la casa de Potifar, y eventualmente el hombre a la mano derecha del faraón. Daniel trabajo similarmente en el gobierno de Babilonia, permaneciendo fiel contra las presiones culturales y malas, y resistiendo hasta leyes y reyes que deseaban quitarle su vida. Abdías también trabajo como oficial del rey, protegiendo y alimentando a los profetas de Dios quienes estaban siendo perseguidos por la reina (1 Re. 18:3-4).

En pocas palabras: somos siervos de Dios no importe dónde trabajemos.

Mentira 4: El reposo es opcional.

Un verano durante mis estudios en el seminario, mi jefe me ofreció una gran oportunidad: “Kevin, este verano, puedes trabajar todas las horas que quieras, incluso sean horas extra, y te pago más”. ¿Horas extra y me pagará más? Decidí aprovechar esta oportunidad.

Después de unas semanas en las que trabajé más de 55 horas (sin mencionar mis responsabilidades en la iglesia), me di cuenta que empecé a odiar mi trabajo, mis responsabilidades en la iglesia, y hasta pasar tiempo con mis amigos. Tanto trabajo me desanimó física y espiritualmente. ¡Necesitaba un descanso!

A mi plan le faltaba una parte integral del plan de Dios para el trabajo: el reposo. Nuestro reposo imita al reposo que Dios tuvo después de crear al mundo (Éx. 20:8-11) y en las palabras de Timothy Keller, es “una celebración de nuestro diseño”. El reposo verdadero enfoca nuestros corazones en el Creador y nos rejuvenece para poder trabajar más.

El reposo tiene muchas dimensiones. Existe más que solo el reposo físico. El reposo espiritual se encuentra en Cristo cuando ponemos nuestra fe en Él. En Cristo reposamos del deseo de ganar la aprobación de Dios con nuestras obras (Mt. 11:28-30He. 4:3). Necesitamos los efectos rejuvenecedores del reposo espiritual en comunión con Dios a través de la oración y de las Escrituras, del tiempo a solas con Él, y en comunión con otros creyentes.

Mentira 5: Mi trabajo me da mi identidad.

Es cierto que nuestro trabajo nos da parte de nuestra identidad terrenal. Pero si encuentro mi identidad y valor en mi trabajo, ellas dependerán de lo que hago. Y cuando haga bien, rápidamente mi trabajo se convertirá en un ídolo. Y cuando me vaya mal, tendré dudas si lo que estoy haciendo es lo que Dios realmente quiere.

Hay varias verdades que contradicen esta mentira sobre el trabajo. Somos pecadores perdonados, comprados por la sangre de Cristo y somos hijos de Dios. Por esta razón Jesús murió, para “redimirnos de toda iniquidad y purificar para si un pueblo para posesión suya” (Ti. 2:14). Si crees en Cristo, tu identidad no está en tu trabajo sino en Cristo. Este aspecto fundamental de tu identidad debe tocar las profundidades de tu ser hoy y 100,000 años en el futuro.

Trabajando en el poder del evangelio

La muerte y resurrección de Cristo otorga a cada creyente una nueva identidad y un nuevo poder en el Espíritu Santo para hacer su trabajo. En vez de separar nuestro trabajo de la adoración y la alabanza, debemos juntarlos para la gloria de nuestro Rey. En vez de enfocarnos en las frustraciones de trabajar en un mundo caído, el evangelio nos recuerda que gracias a la obra de Cristo en la cruz no siempre será así. Y en lugar de luchar para encontrar nuestro valor propio, podemos descansar en la verdad de que en Cristo, ya tenemos valor infinito en los ojos de nuestro Padre.

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Especial: La Biblia y el trabajo

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Editorial JUCUM presenta: “Manos a la obra: una mirada bíblica sobre el trabajo”.

RUE presenta:  Maneras en que la fe cristiana ayuda en el trabajo, por Timothy Keller.

POIEMA presenta: Trabajo y redención, de Tom Nelson.

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