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#YoMeQuedoEnCasa – Recursos alrededor de la Biblia para este tiempo

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Lecciones de la Biblia: Aislados, pero no tanto.

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El arca de Noé para armar

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Curso online: Predicando la Palabra

Este recurso tiene el objetivo de llamarnos a volver a la centralidad de la predicación bíblica en la vida y ministerio de las iglesias locales.

PARA LEER

5 preguntas para guiar la lectura de la Biblia

Descubrí cinco preguntas que pueden guiar tu lectura de la Biblia y ayudarte a entender la historia de las Escrituras.

La esperanza de la Biblia para tu ansiedad

Explorá cómo las Escrituras nos entrenan para responder al miedo, sin importar cuáles sean las circunstancias que nos rodean.

8 cosas que el coronavirus debería enseñarnos

¿Qué quiere el Señor que aprenda a través de esta pandemia? ¿Cómo intenta cambiarme? Aquí hay ocho cosas que podemos aprender.

DEVOCIONALES Y LECTURAS BÍBLICAS

Más allá del desastre: primeros auxilios espirituales

Este material presenta formas prácticas de cuidarte y recuperarte emocional y espiritualmente luego de una situación de dolor.

Meditando en el Salmo 23 con Christopher Shaw

Te invitamos a reflexionar en la Palabra de Dios con una serie de seis devocionales pensados especialmente para este tiempo.

¿Qué nos dice el Salmo 91 sobre el coronavirus?

El Salmo 91 habla de la confianza en Dios en los tiempos más oscuros. Una lectura especial para el día de hoy.

Versículos bíblicos para tiempos de desesperanza

Esta publicación digital contiene una selección de textos bíblicos especiales para este tiempo de crisis. Un recurso especial para compartir.

Plan de lectura de 3 días para descargar

La lectura y reflexión de estos pasajes bíblicos te guiarán a conocer el único camino que nos puede llevar a Dios: Jesucristo.

Leonel: Devocional para padres y niños

Un tiempo para que las familias estudien la Biblia juntas. Contiene recursos en audio y actividades para realizar.

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Cinco preguntas para guiar tu lectura de la Biblia

Autora: Tara-Leigh Cobble*

Aunque había crecido en la iglesia y había ganado mi parte de las insignias de memoria de las Escrituras en la escuela dominical, ya era una adulta cuando me di cuenta de que en realidad no entendía gran parte de la Biblia. Sabía cómo sacar un versículo de consuelo cuando necesitaba esperanza, y sabía cómo identificar el pecado en mí y en los demás, pero realmente no había aprendido mucho sobre quién es Dios o qué podría estar tratando de comunicar al mundo a través de su Palabra. Uno de los errores que cometía era acercarme a las Escrituras con un enfoque para mí misma en lugar de poner atención en Dios.

Lo principal que me ayudó a cambiar mi perspectiva fue hacerme cinco preguntas cada vez que leía las Escrituras. Revisaba las preguntas antes de comenzar a leer la Biblia, y nuevamente después de leerla. A veces olvidaba lo que estaba buscando y volvía a mis viejos patrones, pero con el tiempo, estas preguntas comenzaron a surgir de forma natural.

Pregunta 1: ¿Qué dice o hace Dios en este pasaje?

Este tipo de pregunta será fácil de responder cuando el versículo dice algo como: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra» (Génesis 1:1) o «[Jesús] tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio» (Lucas 24:30) o «todos quedaron llenos del Espíritu Santo» (Hechos 2:4), pero podría ser más difícil en lugares donde la acción de Dios no se menciona expresamente.

Aquí hay dos ejemplos de pasajes en que las acciones de Dios podrían ser más difíciles de encontrar. Primero, Mateo 6:33 señala: «Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas». ¿Qué acción está tomando Dios en este versículo? Al principio, puede parecer que no está haciendo nada en absoluto. Pero, ¿quién está haciendo la parte de dar lo que «recibirán (todas estas cosas)»? ¡Dios es el que hace eso! Luego, en la segunda carta de Pablo a la iglesia en Tesalónica, dice: «Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor» (2 Tesalonicenses 1:3). Las personas crecen juntas en fe y amor, Pablo le agradece a Dios, pero ¿qué está haciendo Dios? Aquí hay una pista: ¿a quién agradece Pablo por su crecimiento y su amor? ¡Está agradeciendo a Dios! Pablo reconoce a Dios como el agente activo en el crecimiento de la iglesia y su amor.

Pregunta 2: ¿Qué revela esto acerca de lo que Dios ama?

Algunas veces las Escrituras declaran directamente lo que Dios ama, como «Dios ama al que da con alegría» (2 Corintios 9:7b), pero a veces es evidente en lo que implica el pasaje. Por ejemplo, Proverbios 19:17 dice: «Un préstamo al pobre es un préstamo al Señor, y el Señor mismo pagará la deuda ». Este pasaje transmite no solo el amor de Dios por los pobres sino también por un corazón de generosidad.

Este tipo de pregunta puede parecer que requiere una capa adicional de pensamiento, pero hacemos esto en nuestras relaciones todo el tiempo. Por ejemplo, si alguien dice: «Tienes que ver esta película», entonces naturalmente supongo que les encanta esa película. No es diferente en nuestra relación con Dios y su Palabra. La mayoría de las veces, no es difícil ver lo que ama.

Pregunta 3: ¿Qué revela esto acerca de lo que Dios odia?

Hay algunas personas que piensan que Dios no odia nada. Pero cualquiera que realmente ame una cosa odiará lo que amenace esa cosa. Hay una lista completa de cosas que las Escrituras dicen abiertamente que Dios odia, y son todas las cosas que se oponen a su carácter o hieren a su pueblo.

Por ejemplo, Zacarías 8:17 dice: «No se hagan daño a otros ni juren en falso. Porque yo odio todo eso. Yo, el Señor, lo afirmo». Está claro que Dios odia cuando las personas planean hacerse daño o mentir el uno al otro. Pero también hay versículos donde su odio está implícito, como en Mateo 23:25, donde Jesús dice: «¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpian por fuera el vaso y el plato, pero no les importa llenarlos con el robo y avaricia». Aquí, vemos que Dios odia el robo y la avaricia.

Cuando pensamos en esas tres primeras preguntas, sobre las acciones de Dios, lo que ama y lo que odia, aprendemos mucho sobre cómo abordar nuestra próxima pregunta.

Pregunta 4: ¿Qué revela esto acerca de lo que motiva a Dios a hacer lo que hace?

Las motivaciones de Dios a veces se expresan directamente, pero a veces solo se distinguen leyendo la historia completa. A menudo es útil considerar las primeras tres preguntas para llegar a esta cuarta pregunta. Aquí hay un resumen de una historia que ocurre repetidamente en el Antiguo Testamento. Busquemos la motivación de Dios detrás de lo que hace aquí:

Dios proveyó para el pueblo de Israel. Prometieron seguirlo, pero luego se rebelaron. Les había prometido que no los iba a dejar, pero que cuando pecaran y se apartaran de él, él traería consecuencias por sus pecados para que se arrepientan. Cuando Israel confió en los ídolos para ayudarlos y desobedeció los mandamientos de Dios, lo que Dios les había dicho que sucedería sucedió: su sociedad, sus relaciones y sus vidas se rompieron, generalmente, a manos de una nación extranjera. Finalmente, se arrepentirían y volverían a Dios nuevamente, y él demostró ser fiel a su promesa de cuidarlos.

Al mirar las primeras tres preguntas, vemos:

  • Las acciones de Dios: advertir a Israel, hacerles una promesa, traer consecuencias
  • Dios ama: Israel y la obediencia.
  • Dios odia: el pecado, la idolatría, el impacto que tiene en su relación con su pueblo.

Considerando todo eso, podemos ver que la motivación de Dios para poner a Israel bajo una opresión temporal no es que se esté volviendo loco o que los odie. En cambio, es que él tiene un propósito, un plan y una meta de restauración. Está actuando por amor a Israel para ayudarlos a encontrar la libertad de su idolatría para que puedan caminar en la verdad. Él sabe que la idolatría es onerosa y sabe que una alegría más profunda proviene de volverse hacia él. ¡Solo podemos entender la historia de la relación de Dios con su pueblo cuando entendemos que el amor es su motivación!

Si Dios estuviera motivado solo por su odio por el pecado, si no fuera superado por su amor por Israel, probablemente los destruiría. Pero vemos su amor actuando como el motivador. De hecho, es un motivador tan común que podemos asumir con seguridad que siempre está entretejido con los motivos de Dios.

Pregunta 5: En todo eso, ¿qué atributos de Dios se muestran?

¿Ves la misericordia de Dios? ¿Su gracia? ¿Su paciencia? ¿Dónde ves su soberanía o su atención al detalle? ¿Dónde ves su generosidad? Toma nota del carácter de Dios. Cuando hagas esto, comenzarás a verlo más claramente. Saber quién es Dios, quién es realmente, no solo forma nuestra relación con él, sino también toda nuestra vida.

Estas preguntas pueden ser difíciles de recordar. Anótalas en tu diario o en un marcador que usa en tu Biblia, como recordatorio. Eventualmente, buscar a Dios y su carácter en las Escrituras se convertirá en una segunda naturaleza y cambiará la forma en que ves la Palabra de Dios. Y cuando tratas de buscarlo, y luego lo encuentras, ¡creo que te darás cuenta de que él está donde está la alegría! 

*Originalmente publicado en inglés en Engager’s Blog de American Bible Society el 4 de noviembre de 2019.

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8 cosas que el coronavirus debería enseñarnos

Por Mark Oden para The Gospel Coalition

Me desperté esta mañana en Nápoles, la tercera ciudad de Italia, para ser puesto en encierro. Las reuniones públicas, incluidos los servicios religiosos, han sido prohibidas. Bodas, funerales y bautizos han sido cancelados. Se han cerrado escuelas y cines, museos y gimnasios. Mi esposa y yo acabamos de regresar de un viaje de compras que duró dos horas debido a las largas colas. Actualmente, Italia tiene el número más alto de casos de coronavirus fuera de China: 9.172 casos y 463 muertes. Como resultado, se les ha dicho a 60 millones de personas que permanezcan en sus hogares a menos que sea absolutamente necesario.
¿Cómo debemos nosotros, como cristianos, responder a tal crisis? Respuesta: con fe, no con miedo. Debemos mirar al ojo de la tormenta y preguntar: “Señor, ¿qué quieres que aprenda a través de esto? ¿Cómo intentas cambiarme? Aquí hay ocho cosas que todos haríamos bien en aprender, o reaprender, de este susto del coronavirus.

1. Nuestra fragilidad

Esta crisis global nos está enseñando cuán débiles somos como seres humanos. Al momento de escribir este artículo, se han reportado 98,429 casos de coronavirus en todo el mundo, causando 3,387 muertes. Estamos haciendo todo lo posible para contener su propagación. Y, en su mayor parte, creo que confiamos en el éxito final.
Ahora imagine un virus aún más agresivo y contagioso que el coronavirus. Ante tal amenaza, ¿podríamos evitar nuestra propia extinción como especie? La respuesta es claramente no. Es fácil de olvidar, pero los humanos son débiles y frágiles.
Las palabras del salmista suenan verdaderas: “El hombre, como la hierba son sus días: florece como la flor del campo, que pasó el viento [o COVID-19] por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más” (Salmo 103: 15–16).

¿Cómo llega a casa esta lección de nuestra fragilidad? Quizás recordándonos que no tomemos nuestras vidas en esta tierra por sentado. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría ” (Sal. 90:12).

2. Nuestra igualdad

Este virus no respeta las fronteras étnicas o las fronteras nacionales. No es un virus chino; Es nuestro virus. Está en Afganistán, Bélgica, Camboya, Dinamarca, Francia, Estados Unidos: 77 países (y creciendo) han sido contaminados por el coronavirus.

A los ojos del mundo, todos somos diferentes; a los ojos del virus, somos lo mismo.


Todos somos miembros de la gran familia humana, creada a imagen de Dios (Génesis 1:17). El color de nuestra piel, el idioma que hablamos, nuestros acentos y nuestras culturas no cuentan para nada a los ojos de una enfermedad contagiosa.

En nuestro sufrimiento, en el dolor de perder a un ser querido, somos completamente iguales, débiles y sin respuestas.

3. Nuestra pérdida de control

Todos amamos tener el control. Nos imaginamos capitanes de nuestro destino, dueños de nuestro destino. La realidad es que hoy, más que nunca, podemos controlar partes importantes de nuestras vidas. Podemos controlar la calefacción y la seguridad de nuestra casa de forma remota; podemos mover dinero alrededor del mundo con un clic de una aplicación. Incluso podemos controlar nuestros cuerpos a través del entrenamiento y la medicina.
Pero tal vez esta sensación de control es una ilusión, una burbuja que el coronavirus ha reventado, revelando la realidad de que realmente no tenemos el control.
Ahora, aquí en Italia, las autoridades están tratando de contener la propagación de este virus cerrando, abriendo y volviendo a cerrar las escuelas de nuestros
hijos. ¿Tienen la situación bajo control?
¿Qué pasa con nosotros? Armados con nuestros aerosoles desinfectantes, tratamos de reducir los riesgos de infección. No hay nada malo con esto. ¿Pero estamos en control de la situación? Apenas.

4. El dolor que compartimos al ser excluidos

Hace unos días, una miembro de nuestra iglesia viajó al norte de Italia. A su regreso a Nápoles, fue excluida de una cena con colegas de trabajo. Le dijeron que sería mejor para ella no venir debido a sus recientes viajes al norte, a pesar de que no había estado cerca de las zonas rojas y no mostraba ningún síntoma de coronavirus. Obviamente, este distanciamiento la lastimó.
El dueño de un restaurante de 55 años del centro de Nápoles ha sido puesto en cuarentena recientemente. Después de haber dado positivo por COVID-19, se dijo que se sentía relativamente bien físicamente, pero se entristeció por las reacciones de muchos de sus vecinos: “Lo que lo ha lastimado más que su diagnóstico positivo por el coronavirus, es la forma en que él y su familia han sido tratados por la ciudad en la que vive” (periódico Il Mattino, 2 de marzo de 2020).
Ser excluido y aislado no es algo fácil, ya que fuimos creados para una relación.
Pero muchas personas, ahora, tienen que lidiar con el aislamiento. Es una experiencia que la comunidad de leprosos de la época de Jesús conocía demasiado bien. Forzados a vivir solos, caminando por las calles de sus pueblos gritando: “¡Inmundo! ¡Inmundo!” (cf. Lev. 13:45).

5. La diferencia entre el temor y la fe

O tal vez esta crisis nos está desafiando a reaccionar con fe y no con miedo. Más bien, fe en Jesucristo, el buen pastor.

¿Cuál es tu reacción ante esta crisis? Es tan fácil dejarse llevar por el miedo. Es fácil ver el coronavirus en todas partes: en el teclado de mi computadora, en el aire que respiro, en cada contacto físico y en cada esquina, esperando infectarme. ¿Estamos en pánico?

O tal vez esta crisis nos está desafiando a reaccionar de una manera diferente, con fe y no con miedo. Fe no en las estrellas o en alguna deidad desconocida.

Más bien, fe en Jesucristo, el buen pastor que también es la resurrección y la vida.
Seguramente solo Jesús tiene el control de esta situación; seguramente solo él puede guiarnos a través de esta tormenta. Nos llama a confiar y creer, a tener fe y no miedo.

6. Nuestra necesidad de Dios y nuestra necesidad de orar

En medio de una crisis global, ¿cómo podemos nosotros como individuos hacer una diferencia? A menudo nos sentimos tan pequeños e insignificantes.
Pero hay algo que podemos hacer. Podemos llamar a nuestro Padre en el cielo.
Ore por las autoridades que dirigen nuestros países y ciudades. Ore por los equipos médicos que tratan a los enfermos. Ore por los hombres, mujeres y niños que han sido infectados, por las personas que tienen miedo de abandonar sus hogares, por aquellos que viven en zonas rojas, por aquellos en alto riesgo de otras enfermedades y por los ancianos. Ore para que el Señor nos proteja y nos guarde. Ore para que nos muestre su misericordia.
Ore también por el retorno del Señor Jesús, para llevarnos a la nueva creación que ha preparado para nosotros, un lugar sin lágrimas, sin muerte, sin luto, llanto o dolor (Ap. 21: 4).

7. La vanidad de muchas de nuestras vidas

“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ec. 1: 2).

Quizás esta crisis nos está enseñando lo que es realmente importante en nuestras vidas y lo que es vanidad.

Es muy fácil perder la perspectiva en medio de la locura de nuestras vidas. Nuestros días están tan llenos de personas y proyectos, trabajos y listas de deseos, hogares y días festivos, que podemos llegar a luchar para distinguir lo importante de lo urgente. Nos perdemos en medio de nuestras vidas.

Quizás esta crisis nos está recordando con qué deberíamos preocuparnos. Quizás
nos esté ayudando a distinguir entre lo que tiene sentido y lo que no tiene sentido. Quizás la Premier League, o esa nueva cocina, o esa publicación de Instagram no son esenciales para mi supervivencia. Quizás el coronavirus nos está enseñando lo que realmente importa.

8. Nuestra esperanza

En cierto sentido, la pregunta más importante no es, “¿Qué esperanza tienes frente al coronavirus?” porque Jesús vino a advertirnos de la presencia de un virus mucho más letal y generalizado, uno que ha afectado a todos los hombres, mujeres y niños. Un virus que termina no solo en una muerte segura, sino en la muerte eterna. Nuestra especie, según Jesús, vive en las garras de un brote pandémico llamado pecado. ¿Cuál es tu esperanza frente a ese virus?

La historia de la Biblia es la historia de un Dios que entró en un mundo
infectado con este virus. Vivía entre personas enfermas, no vestía un traje de
protección química, sino que respiraba el mismo aire que nosotros, comiendo la
misma comida que nosotros. Murió aislado, excluido de su pueblo,
aparentemente lejos de su Padre en una cruz, todo para proporcionar a este
mundo enfermo con un antídoto contra el virus, para sanarnos y darnos vida
eterna. Escucha sus palabras:

Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11: 25–26)

Mark Oden es pastor de la Chiesa Evangelica Neapolis en Nápoles, Italia.

Traducción: Ruben A. Del Ré

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Cristo en el centro del matrimonio

Por Marcos Buzzelli *

Las Sagradas Escrituras son fundamento y fuente constante de gracia para todas nuestras relaciones y en especial la de pareja. Uno de los pasajes que ha sido de mucha ayuda para mi propio matrimonio se encuentra en Gálatas 6:1-2: “Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado. Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.” 

Pablo escribió esto para una comunidad de fe, pero creo que puede aplicarse también a esta dimensión de la vida. La relación de pareja nos presenta uno de los privilegios y desafíos más grandes de la vida, una cercanía sin igual con otro ser humano. Con ello, no solo acercamos lo que, por la gracia de Dios es fuerte, bello y constructivo de nosotros. También acercamos lo débil y vergonzoso.

Pablo comienza esta porción de la carta con la frase “si alguno es sorprendido en alguna falta”. ¡Vamos a “sorprender” y “ser sorprendidos” en tantas faltas al caminar juntos la vida! Frente a esto, con frecuencia nos frustramos, juzgamos y tomamos distancia. Pablo es claro, la verdadera madurez espiritual pasa por un accionar completamente opuesto. “Ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre”. La relación de pareja debe ser esencialmente restauradora. Luego continúa: “Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado”. Pablo animaba a sembrar en el presente la clase de trato que querríamos cosechar en un futuro. Creo que honestamente podemos también mirar a nuestro pasado y presente para encontrar razones para “pensar en nosotros mismos” y “restaurar con mansedumbre”.

El Apóstol dice: “Sobrelleven los unos las cargas de los otros”. Hay allí un compromiso cercano, tan cercano que la falta y la lucha de mi pareja es ahora también mía. ¿Cómo es esto posible? Sin duda alguna, no será viviendo nuestra relación de pareja en base al modelo social que promueve como valor absoluto el bienestar propio.

Pablo nos lleva a Cristo; y solo cuando Cristo es el centro de nuestra relación de pareja y la fuente de gracia podremos vivir relaciones restauradoras. “Y cumplan así la ley de Cristo”. ¿Cuál fue esa ley? Que no nos juzgó desde la distancia entre cielo y la tierra. Se acercó a nosotros, se “desposó” con nosotros pecadores. Si Cristo siendo yo pecador me “desposó” y llevó mis cargas, ¿cómo no he de hacerlo yo con las de mi pareja?

Les animo, me animo, a vivir nuestra relación de pareja a la luz de las Escrituras centradas en Cristo. Es en ese encuentro con Aquel a quien toda la Escritura revela que encontraremos sabiduría, ánimo y gracia para seguir caminando juntos.

* Magister en Biblia con especialidad en Misiología. Director de iniciativas latinoamericanas de The Grace Institute.

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Sueños y metas

Todo en la Biblia se trata de Dios. Es la historia de un Dios que invita a participar al hombre en su plan perfecto y que le dará al ser humano un sentido de satisfacción y propósito pleno. Desde el comienzo de la historia humana se manifestó la intencionalidad de Dios de que seamos participantes activos de su reino, fructificando, multiplicando, señoreando, poniendo nuestra impronta y creatividad en la transformación permanente de lo inicialmente creado.

Dentro de esa bendición inicial se le dio al hombre la libertad e inteligencia para gobernar, planificar y dirigir. Y es justamente en la plena comunión con la trinidad donde encontramos un sentido de valor como seres, mientras el uso de la imaginación, el trabajo, los objetivos y planes se conjugan extraordinariamente con el hacer de Dios.

Somos llamados colaboradores de un Dios que claramente tiene un plan, un diseño, un propósito manifiestamente definido que le llevará gloria a Su Nombre.

Pero no somos lanzados al desafío de vivir nuestros sueños y alcanzar con esfuerzo nuestras metas sin más. La Palabra de Dios nos advierte del peligro de hacerlo sin la perspectiva de Dios. Es que esa capacidad inicial del hombre fue enormemente dañada por la introducción del pecado en la humanidad y, por lo tanto, también sus sueños, metas y propósitos han sido corrompidos.

Sería arrogante pensar que Dios nos acompaña en todo emprendimiento que instauremos en nuestro corazón pretendiendo sujetar a Dios a acompañar y bendecir nuestros propios sueños y planes. Por el contrario, los grandes hombres y mujeres de fe fueron interrumpidos por Dios en sus proyectos personales, para ser llevados a los pensamientos y metas de él. Jamás se propusieron en su corazón ser quienes fueron ni hacer lo que hicieron. Por subordinar sus vidas a los grandes propósitos de Dios tuvieron que pagar un precio enorme de olvido, sacrificio, dolor, desarraigo e incomprensión.

Solo una clara dependencia de Dios, un caminar diario con Jesús y una visión renovada en el Espíritu por la lectura de su Palabra, puede ayudarnos a adquirir el entrenamiento necesario para comprender y subordinar toda meta personal al propósito eterno de Dios en todas las áreas de nuestras vidas. Solo así el propósito final será que su reino se establezca en la tierra y se manifieste así su voluntad en la tierra como en el cielo.

Pr. Juan Carlos Gervilla

Pastor en la Iglesia de los Libres en Mendoza. Contador Público Nacional. Docente en colegio secundario.

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Siete propuestas para poner La Biblia en el centro

Hace 200 años no había iglesias evangélicas en la Argentina naciente. Ni siquiera había misioneros. Pero llegaron aquellos primeros hombres y mujeres de la Sociedad Bíblica, recorriendo pueblo por pueblo, rancho por rancho, con el objetivo de sembrar la semilla de la Palabra en terreno duro y difícil, cuyo fruto podemos ver hoy.

Hoy, como Sociedad Bíblica Argentina tenemos un anhelo que seguramente vos y yo compartimos:

Queremos que toda la gente, en todo lugar, se encuentro con Dios y su Hijo Jesucristo a través de la Biblia, en el idioma en el que piensa y siente, en formatos que favorezcan el entendimiento, y sin que el dinero sea un impedimento. Para esto servimos a las iglesias, traduciendo, publicando, difundiendo y exaltando la Palabra de Dios.

La tarea de traducción de la Biblia sigue siendo un enorme desafío para la iglesia del Señor. Pero no alcanza con poner la Biblia al alcance de la gente. Queremos ayudar a los cristianos a leer, comprender y atesorar las Escrituras, y a las iglesias a poner el Libro de Dios en el centro de su vida y su misión, partiendo de tres convicciones centrales:

 Todo cristiano evangélico estará de acuerdo en que la Biblia debe estar en el centro de la vida y la misión de la iglesia. Es parte de las convicciones más profundas de nuestra fe. Entonces la pregunta lógica es: ¿cómo manifestamos esa centralidad de las Escrituras en nuestras comunidades de fe?

Presentamos 7 propuestas que surgieron del diálogo con pastores, líderes, presidentes denominacionales, creyentes de años, jóvenes universitarios, etc., como así también de diversos trabajos de investigación.

Toca en el título para desplegar mas información acerca de cada propuesta.

El joven pastor Timoteo tenía que lidiar con muchos temas en la iglesia de Éfeso, pero Pablo le hace un encargo muy preciso: Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Tim. 4:13).

Enfrentamos el desafío de reinstalar la lectura pública de las Escrituras en nuestros cultos y en todos nuestros encuentros. Tal vez sea necesario cantar una canción menos o repetirla menos veces, entendiendo que la lectura pública de la Biblia es un componente central de la adoración del pueblo de Dios.

¿Podemos asumir el compromiso de hacer de la lectura pública de las Escrituras, un momento imprescindible, intenso y solemne para niños, jóvenes y adultos en todos nuestros cultos?

El apóstol escribe sus últimas líneas desde la cárcel, listo para ser sacrificado. Te encarezco (solemnemente) delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra (2 Tim. 4:1-2).

Necesitamos confiar más en el poder del Espíritu Santo y menos en nuestras propias capacidades. Proponemos regresar a la predicación expositiva de la Biblia, pero no tanto como método homilético (aunque es muy bueno), sino como la sencilla práctica de comenzar con la pregunta: “¿Qué dice el texto?”

La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples (Sal. 119:130).

Pero no como simple actividad para los niños en la escuela dominical sino como disciplina espiritual para todas las edades. El conocido autor Dallas Willard escribió: “Si yo tuviera que elegir entre todas las disciplinas de la vida espiritual, escogería a la memorización de la Biblia, porque es un camino fundamental para llenar nuestra mente con lo que ella necesita.”

La memorización de las Escrituras ayudará a nuestros niños a ser transformados a imagen de Cristo, a nuestros jóvenes a vencer el pecado, a los padres a repetir estas palabras a sus hijos al acostarse y al levantarse, y a los mayores a encontrar fortaleza en tiempos de debilidad.

A no conformarse con meros slogans evangélicos, sino a enfrentar los desafíos de un mundo secularizado y de un sistema educativo que abrazó el naturalismo ateo.

Necesitamos animar a las nuevas generaciones no solo a leer la Biblia sino también a pensar desde la Biblia. A entender el mundo y el rol de ellos desde la poderosa Palabra de Dios. Como dice el Dr. Piper, a que la Biblia no sea simplemente el cuadro que analizo sino la ventana desde la cual miro todas las cosas. ¿Podremos ayudarles a construir puentes entre el sermón del domingo, la oficina del lunes y la universidad del martes? ¿Les daremos las herramientas para cerrar la brecha entre lo sagrado y lo secular?

En los últimos años ha habido un descenso notable en las actividades de enseñanza bíblica en muchas congregaciones. Programas como la “escuela bíblica dominical” han sido discontinuados, pero, lamentablemente en muchos casos, no reemplazados por nuevas propuestas de enseñanza bíblica. En lo que se refiere al programa para niños, a veces hemos puesto demasiado esfuerzo en el entretenimiento (que “no molesten durante el culto”), o en el simple conocimiento intelectual de historias.

¿Podemos asumir el compromiso de desarrollar programas de enseñanza bíblica para todas las edades?

Los puritanos consideraban que el culto familiar era tan fundamental que excluían de comunión a un hombre si no conducía a su familia a la adoración. Ellos pensaban que el culto familiar era la columna vertebral de la sociedad.

Claro que uno podría decir: “Pero estamos en el siglo XXI, no en el XVII, el tiempo de los puritanos”. Es verdad. Los horarios y el ritmo de la vida actual atentan contra estas prácticas, pero podemos encontrar maneras de hacerlo. Deuteronomio 6 sigue vigente en el siglo XXI. Y esto es particularmente importante para los nuevos creyentes. Podemos imaginar a una madre sola, de aquellas que tanto vemos en nuestras iglesias, luchándola con la vida y su pequeño hijo. ¿Podremos enseñarle a que, cuando llega de ganar el pan, antes de comer los fideos pueda abrir la Biblia y leérsela a su hijo?

Si la Biblia preside la mesa familiar, la iglesia local lo va a notar. Se creará una atmósfera de adoración, de confesión, un clima de comunión, un nivel de conversación y de diálogo que revolucionará a las familias y será un testimonio para los que no conocen al Señor.

Como Sociedad Bíblica Argentina, entidad sirviente de las iglesias, queremos asumir el compromiso público de ayudar a las iglesias locales en cada uno de estos desafíos, a través de materiales, programas, conferencias y eventos. Estamos en diálogo con ministerios y editoriales para sumar fuerzas con este propósito. Trabajamos juntos para ver una Argentina transformada por el poder de la Palabra de Dios. Tenemos las inquietudes, pero no tenemos todas las respuestas. Necesitamos de sus ideas, sus propuestas, su colaboración, sus ofrendas y sus oraciones. Quisiéramos hacer comunidad alrededor de esto, a través de las cuales una iglesia pueda bendecir a otras. Porque servimos a las iglesias para ver una Argentina transformada por la Palabra de Dios.

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Centrados en Su Palabra

La iglesia encuentra su mensaje en un Libro que fue fijado hace muchos años, y no cambia ni una coma. Y el desafío es transmitir esas verdades fijas, que no cambian, a todas las naciones y culturas, y en todos los tiempos.

Alguien podría argumentar: “Bueno, pero nuestro mensaje es Cristo, no un Libro”. Y eso es verdad. Pero es solamente cuando leemos, estudiamos, meditamos y predicamos este Libro, que podemos tener una visión clara de Jesucristo.

Como escribió John Stott hace varios años: “Hay una sola manera de obtener conceptos claros, verdaderos, elevados de Cristo, y es mediante la Biblia. La Biblia es el prisma que descompone la luz de Jesucristo en sus muchos y hermosos colores. La Biblia es el retrato de Jesucristo”.

Por esto proponemos una serie de desafíos —elaborados a partir del diálogo con pastores, líderes, presidentes denominacionales, creyentes maduros y jóvenes universitarios— que tienen como propósito recuperar la centralidad de la Biblia en la vida y la misión de la iglesia:

1. Apartar un tiempo en todos nuestros cultos para la lectura pública de las Escrituras.

Mientras llego, dedícate a leer en público las Escrituras, a animar a los hermanos y a instruirlos (1 Timoteo 4:13 DHH).

Enfrentamos el desafío de reinstalar la lectura pública de las Escrituras en nuestros cultos y en todos nuestros encuentros. La lectura pública de la Biblia es la transmisión pública de la voz de Dios, la misma voz que creó el mundo, la que “desgaja las encinas, y desnuda los bosques” (Sal. 29:9), la voz que calma la tempestad y la voz que levanta a los muertos.

2. Promover la predicación expositiva de la Biblia.

“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Salmos 119:130).

Proponemos regresar a la predicación expositiva de la Biblia, pero no tanto como método homilético (aunque es muy bueno), sino como la sencilla práctica de comenzar con la pregunta: “¿Qué dice el texto?”. A veces hemos creado un conflicto entre hacer énfasis en la Palabra o hacer énfasis en el Espíritu. Pero ese conflicto no debe existir porque son inseparables. “La Palabra de Dios es la espada del Espíritu”.

3. Fomentar la memorización bíblica.

“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra… En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:9 y 11).

El conocido autor Dallas Willard escribió: “Si yo tuviera que elegir entre todas las disciplinas de la vida espiritual, escogería a la memorización de la Biblia, porque es un camino fundamental para llenar nuestra mente con lo que ella necesita. ‘Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca’. ¡Es aquí donde usted la necesita! ¿Cómo podrá ponerla en su boca? Por medio de la memorización”.

4. Ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar una cosmovisión bíblica.

¿Podemos asumir el compromiso de ayudar a las nuevas generaciones a entender el mundo y el rol de ellos desde la poderosa Palabra de Dios? ¿Podremos ayudarles a construir puentes entre el sermón del domingo, la oficina del lunes y la universidad del martes? ¿Les daremos las herramientas para cerrar la brecha entre lo sagrado y lo secular? ¿Podremos acompañarles en el arduo proceso de ir más allá del uso devocional y eclesial de la Biblia para pensarla y vivirla en relación con las leyes, la bioética, la economía, la política, las artes, la educación y las problemáticas sociales, constituyéndose en la base de una nueva cultura alternativa?

5. Revitalizar la enseñanza de toda la Escritura en nuestras iglesias.

En los últimos años ha habido un descenso notable en las actividades de enseñanza bíblica en muchas congregaciones. En lo que se refiere al programa para niños, a veces hemos puesto demasiado esfuerzo en el entretenimiento (que “no molesten durante el culto”), o en el simple conocimiento intelectual de historias. Otras veces hemos caído en aplicaciones moralizantes de las Escrituras, olvidando que el centro de la Biblia es Dios, no nosotros ¿Podemos asumir el compromiso de desarrollar programas de enseñanza bíblica para todas las edades? ¿Podemos soñar con familias enteras yendo con gozo a la casa de Dios a aprender sus leyes y testimonios?

6. Incentivar la lectura diaria de las Escrituras en el seno del hogar.

Si la Biblia preside la mesa familiar, la iglesia local lo va a notar. Se creará una atmósfera de adoración, de confesión, un clima de comunión, un nivel de conversación y de diálogo que revolucionará a las familias y será un testimonio para los que no conocen al Señor.

7. Manifestar el poder de la Palabra en la vida pública, sirviendo en cada área de nuestras vidas, venciendo el pecado y amando al prójimo de manera práctica y sacrificial.

La mayoría de estas acciones están relacionadas con el uso de las Escrituras y no tanto con la aplicación de sus enseñanzas. Son desafíos para la iglesia de Cristo en Argentina.

Como Sociedad Bíblica Argentina, entidad sirviente de las iglesias de Argentina, queremos asumir el compromiso público de ayudar a las iglesias locales en cada uno de estos desafíos, a través de materiales, programas, conferencias, propuestas y eventos.

¡La Biblia en el centro, Cristo en el centro!

 

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El uso apropiado de la Biblia al ministrar a otros

Por Alejandro Peluffo, master en Divinidad y en Teología

Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:14-17)

El texto que estamos considerando es parte de la última epístola de Pablo, escrita poco antes de morir y con un evidente peso por encomendar a su discípulo dilecto a continuar su trabajo apostólico en medio de una creciente apostasía. La situación en la que Timoteo se encontraba es la misma situación en la cual ministramos nosotros.

En tiempos peligrosos como los que describe Pablo aquí, y como evidentemente vivimos nosotros, hay una presión constante a darle la espalda a la verdad (3:8; 4:4). El argumento es muy viejo: Las personas hoy en día, con todos los avances que ha habido, no pueden guiarse por un libro tan viejo como la Biblia.

Se avecinan “tiempos difíciles”, cuando muchos abandonarán la sana doctrina y se volverán a “vana palabrería” (1 Tim 1:6). Mientras muchos negarán la verdad, yendo detrás de enseñanzas novedosas, Timoteo es llamado a ser diferente (“pero tú”), no a desarrollar algo nuevo o ingenioso, sino a ser fiel a las cosas que habían sido recibidas. El ministro fiel debe permanecer en las verdades aprendidas de las Escrituras (3:14), para predicarlas y enseñarlas fielmente a la iglesia. “Persiste” es el verbo μένω, que significa quedarse, permanecer o continuar en cierto estado, condición o actividad. El justificativo para tal exhortación es el poder vivificante único que posee la Biblia por haber sido soplada por Dios, el cual hacen de ella el instrumento suficiente para traer fe salvadora (v. 15), para producir cambios en la vida de un cristiano una vez salvo (v. 16 b), y para equipar a quienes ministran en la iglesia (v. 17). En el centro de estas funciones de la Palabra de Dios, se describe su naturaleza divina, en virtud de la cual todo lo demás es posible.

Cualquier conocedor de la Biblia, como lo era Timoteo, al leer que la Escritura es “Dios soplada”, inmediatamente piensa en Génesis 2:7, cuando Dios “sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Hay en el contexto alguna insinuación a que, por ser vieja, algunos menospreciarían la Biblia, en busca de enseñanzas más actuales. Se le dice a Timoteo que persista en lo que ha aprendido antes, sabiendo de quien lo ha aprendido. Por eso la mención de “desde la niñez”. De manera que decir que toda Escritura es “soplada por Dios” remite a que posee la vida que viene directamente de Dios, y por eso es “útil” (paralelo a “eficaz” en Heb 4:12).

Por ser la Palabra de Dios, las Escrituras son siempre vigentes, por lo que no es necesario buscar enseñanzas novedosas o “más creativas” para insuflar frescura a nuestro ministerio, sino, todo lo contrario, necesitamos persistir en ellas. Pero, por ser la Palabra de Dios, las Escrituras son también ὠφέλιμος, “útiles”, esto es provechosas, que producen un beneficio o ventaja práctica. Por ser la Palabra de Dios, las Escrituras son útiles para traer salvación. Por ser la Palabra de Dios, las Escrituras son útiles para actuar en el pueblo de Dios. Por ser la Palabra de Dios, las Escrituras son útiles para hacer la obra de Dios.

Aquellos que somos llamados a ministrar en la iglesia de Cristo, se nos pide que realicemos las mismas funciones que ejecuta la Palabra de Dios. Por implicación, la única forma de realizar eso adecuadamente es usando las Escrituras.

La Biblia puede guiar a alguien a la salvación que es por la fe en Cristo. La Biblia es útil para transformar al ser humano, por medio de la salvación y la santificación. La Biblia hace que un pastor o ministro esté completamente equipado para cumplir con su llamado. Esa es sin duda la convicción de las Sociedades Bíblicas Unidas procurando poner un ejemplar de la Biblia en cada hogar. Pero es urgente, por la salud de la Iglesia, que la Biblia regrese al púlpito para que se predique y explique en cada reunión y servicio cristiano.

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Miel que sale de la roca

Autor: Thomas Wilcox

Creer es la cosa más maravillosa del mundo. Agregar tu propia obediencia terminará estropeándolo todo. Lo más difícil en el mundo es tomar a Cristo como mi propia justicia: eso es lo que significa reconocerlo como «Cristo». Si le agregas algo tuyo lo haces un no-Cristo.

Cuando te acercas a Dios buscando aceptación, a cualquier cosa que ingrese (de tu parte) aparte de Cristo, llámala anticristo, ordénale que se vaya; que triunfe solo la justicia de Cristo. Cuando Satanás carga el pecado de tu conciencia entonces cárgalo sobre Cristo. Esto es el evangelio: es decir, hacerlo «Cristo». Cuando el alma, con todo sus deberes y aflicciones, sus obligaciones y fracasos, puede decir «nada sino Cristo, solamente Cristo, para la justicia, la justificación, la santificación y la redención» (1 Corintios 1:30), ese alma se ha levantado por encima de la olas de la desesperación.

Haz de Cristo tu paz, «porque Cristo es nuestra paz» (Efesios 2:14), no tu obediencia y tus lágrimas. Cristo es tu justicia, no tu crecimiento en la gracia. Puedes destruir a Cristo al sentirte aceptado por Dios a causa de tu obediencia, de la misma manera que tu a causa de tus pecados.

Las personas que temen ver la peor corrupción por el pecado, y el más grande infierno del corazón, dudan de los méritos de Cristo. Si tratas de hacer algo por ti mismo para compensar el pecado, renuncias a Cristo como el justo que se hizo pecado por ti (2 Corintios 5:21).

¿Acaso tu pecado te hace mirar más a Cristo, y menos a ti mismo? Mirar tu obediencia, tus cambios, tu crecimiento, en lugar de mirar a Cristo, es peligroso. Mirar tu éxito espiritual te haría sentir orgulloso; mirar la gracia de Cristo te hará sentir humilde.

No quites ni un momento la mirada de Cristo. No mires primero tu pecado; mira a Cristo primero. Cuando te lamentes por el pecado, si puedes ver a Cristo, entonces echa fuera la culpa del pecado (Zacarías 12:10). Deja que el pecado quiebre tu corazón, pero no tu esperanza en el evangelio.

Cuando nos acercamos a Dios, no debemos traer nada sino a Cristo. Cualquier ingrediente, o cualquier calificación por nosotros mismos, va a envenenar y corromper la fe. La persona que edifica su fe en lo que hace o en como cambia, no conoce todo lo que Cristo ofrece.

¿No tienes consuelo a causa del pecado? Miras a tu derecha y a tu izquierda y preguntas: «¿dónde puedo encontrar la bendición?». Te estás tropezando con tus tareas y ocupaciones para remendar una justicia que te salve. Mira de cualquier lado que no sea Cristo y estas acabado. Dios no va a mirar otra cosa que no sea Cristo; tú tampoco debes mirar otra cosa.

Acércate a Cristo con toda tu rebelión y falta de fe, para tener fe y arrepentimiento de parte de Él, esa es la gloria del Evangelio. Dile a Cristo: «Señor, no traigo justicia, no tengo gracia para ser aceptado ni por la que ser justificado; he venido por tu gracia y tu justicia».

Esto es fe verdadera: descansar sobre las montañas eternas del amor y la gracia de Dios en Cristo y vivir continuamente a la luz de la infinita justicia y los méritos de Cristo.

 

Extractos de “Miel que sale de la roca”, de Thomas Wilcox (1621-1687).

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Dios en la ciencia del siglo XXI (Entrega 5)

El caso Flew 

“La ciencia en cuanto tal no puede proporcionar un argumento que demuestre la existencia de Dios. Pero las leyes de la naturaleza, la vida con su organización teleológica y la existencia del universo sólo pueden resultar explicables a la luz de una Inteligencia que da razón de su propia existencia y de la del mundo”. Antony Flew, del libro: Dios existe

 

En uno de sus más destacados ensayos filosóficos titulado Del sentimiento trágico de la vida, Miguel de Unamuno, entonces rector de la Universidad de Salamanca, escribió: “El odio antiteológico, la rabia cientificista (no digo científica)…es evidente. Tomad, no a los más serenos investigadores científicos, los que saben dudar, sino a los fanáticos del racionalismo, y ved con qué grosera brutalidad hablan de la fe”.

Resulta curioso que esta frase fuera escrita en 1912, aunque ciertamente podría haberse escrito la semana pasada. Todo cristiano puede constatar al recorrer las librerías seculares más importantes de nuestra ciudad y del mundo occidental, que cualquier tema filosófico o científico se presenta al lector contemporáneo casi exclusivamente desde un sólo punto de vista, aquel que ignora o niega a Dios. La filosofía de la ciencia, una rama fundamental que estudia las bases del pensamiento científico, puede dar pruebas de esta animosidad contra todo lo que signifique la existencia de Dios en especial para la investigación en ciencias naturales.

Al iniciar la Reforma Protestante había equilibrio y un diálogo implícito entre tres disciplinas: ciencia, filosofía y teología. Pero llegado el siglo XX ese equilibrio se rompió y una gran parte de las mentes científicas no sólo decidió desmantelar todo vestigio de la presencia divina en la naturaleza sino que objeta que la filosofía sea una disciplina necesaria para hacer ciencia. Leemos en el libro del profesor Stephen Hawking titulado El gran diseño cuando se refiere al origen del universo y la naturaleza de la realidad: “Tradicionalmente, éstas han sido cuestiones filosóficas, pero la filosofía está muerta. La filosofía no se ha mantenido al día con los avances modernos de la ciencia, particularmente de la física. Los científicos se han convertido en portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda del conocimiento”.

Dice el profesor Idelfonso Murillo Murillo, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Salamanca: “El avance de la razón científica parece hacer innecesario el recurso a Dios. Y es que las ciencias por sí mismas no conducen a Él. Sus métodos y contenidos nos encierran en un mundo de fenómenos relativos sin referencia a un fundamento absoluto…lamentablemente muchos científicos y filósofos no son conscientes de sus límites y muchos otros no se atreven a creer que podamos conocer la verdad…”

Puede llegar a sorprendernos descubrir que la ciencia no es una disciplina autorizada para afirmar o negar la existencia de Dios. Claro que es necesario que esté comprometida con el materialismo metodológico ya que todo científico utilizará instrumentos que sólo servirán para investigar el mundo natural constituido por masa-energía; pero el materialismo ontológico, el pensamiento que asume a la materia como origen de todas las cosas incluidas la razón y la mente, es una posición filosófica.

Esta posición se contrapone al pensamiento cristiano bíblico que asume primero la existencia de una mente divina pensando e iniciando la creación; por esto creemos que la ciencia sólo puede indicar si el resultado de sus investigaciones inclina la balanza hacia una u otra posición.

Hoy las ciencias naturales están descubriendo las estructuras complejas del universo y la vida hasta sus mínimos detalles, y muchos resultados dan indicios a los científicos de una razón (o inteligencia) fundante; por esto no corresponde abandonar o prohibir la idea de Dios como la mente creadora. Además las leyes que rigen el funcionamiento de la naturaleza plantean problemas que no se pueden resolver dentro de las mismas ciencias, hace falta la participación de la filosofía y también de la teología como una posición válida para responder a ciertas inquietudes. Por anular a la filosofía y a la teología sabemos cada día mejor cómo es el mundo, cómo es el hombre, pero ignoramos por qué son así.

Hemos mencionado en entregas anteriores, que el cristianismo híbrido del siglo XX quizá deslumbrado por las conclusiones de la razón científica en la esfera de las ciencias humanas, se ha quedado sin argumentos. Podemos mencionar al menos dos motivos fundamentales: perdió sus convicciones en las verdades y hechos bíblicos por un lado, y despreció la dialéctica filosófica que requiere un saber profundo sobre los problemas del conocimiento, del lenguaje y de la realidad, dejando vacía la silla que debería ocupar el teólogo cristiano.

¿Pero no hubo en la historia del siglo XX algún cristiano que no temiera dar la batalla de las ideas ante un mundo cada vez más secularizado? Sí, posiblemente varios, pero queremos recordar a uno en especial. Cuenta en su introducción Antony Flew: “Es verdaderamente paradójico que mi primer argumento público a favor del ateísmo fuera presentado originalmente en un foro presidido por el más grande apologista cristiano del siglo XX…Y otra paradoja es el hecho de que mi padre fuera uno de los escritores y predicadores metodistas más destacados de Inglaterra”. Relatando su adolescencia y primera juventud, expresó: “Hacia 1946, cuando tenía casi 23 años, se había extendido (y llegado a mis padres) el rumor de que yo era ateo y ‘mortalista’ (escéptico respecto de la vida después de la muerte), y que había pocas probabilidades de que retrocediera”…El Socratic Club era un activo foro de debates entre ateos y cristianos, su temible presidente fue entre 1942 y 1954 el famoso escritor cristiano C S Lewis…Muchos de los ateos más prominentes de Oxford cruzaron sus espadas con Lewis y otros cristianos”.

A mediados del siglo pasado, el autor se comprometió con la disciplina filosófica académica y sistematizó (entre muchos otros temas) la argumentación sobre temas religiosos. Sus tres famosas obras: Teología y falsificación, Dios y la filosofía y La presunción del ateísmo siguen siendo libros de consulta y estudio de muchos filósofos y pensadores interesados. Su inspiración a seguir los argumentos donde la evidencia le condujera (un principio socrático), fue la máxima que lo inspiró desde su relación con Lewis.

Junto con Flew, muchos pensadores del siglo XX abrazaron las ideas darwinistas de la biología ya que éstas proporcionaban una garantía del progreso tanto natural como social. Julian Huxley escribió Ensayos de un biólogo sugiriendo esta idea y los pensadores marxistas se apoyaron en la idea de la existencia de leyes universales que regirían la evolución de la sociedad llevando a la lucha de clases y ésta, al inevitable progreso humano. La relación entre ciencia y filosofía ha sido habitual en la historia; al presente casi todas las ciencias naturales y la mayoría de las ciencias sociales asumen al materialismo como postura casi excluyente al momento de pensar el origen del mundo, del hombre y de la sociedad.

Pero el principio filosófico que guió a Antony Flew de “seguir las evidencias a dónde quiera que ellas conduzcan”, le obligaron a ser coherente cuando una evidencia (en especial aquella respaldada por un descubrimiento científico) le conducía hacia otra dirección, entonces este filósofo estuvo abierto a transitar nuevas posturas.

Como sucede en el ámbito científico cuando un nuevo descubrimiento desplaza un concepto que se asumía verdadero, Flew escribió que la filosofía también puede progresar aunque sus objetos sean la argumentación y la premisa o conclusión de una verdad. Pero lo que no previó fue que su último cambio de posición desde el ateísmo hacia el teísmo filosófico, fue un giro que se dio de bruces contra la corriente de pensamiento del siglo XX y XXI, y este choque trajo fuertes consecuencias dialécticas.

El famoso epistemólogo austríaco Karl Popper expresó en una frase que deberían tener en cuenta los científicos: “Lo que caracteriza al hombre de ciencia no es la posesión del conocimiento o de verdades irrefutables sino la búsqueda desinteresada en incesante de la verdad”. Aunque mucho de lo que sabemos acerca del universo y la vida nos obliga a considerar que el puro azar y las leyes naturales no alcanzan para explicar la organización y complejidad que nos rodea, los divulgadores científicos hacen caso omiso a la frase de Popper. Cual fanáticos religiosos se han atrincherado en el materialismo más acérrimo cuando las evidencias sugieren cuanto menos que la materia orgánica, la vida, la reproducción, todas las constantes físicas que mantienen el equilibrio de nuestro universo conocido, el material genético y muchos otros complejos sistemas químicos y biológicos no pudieron llegar a existir sin información previa proporcionada por un agente inteligente.

La información es a juicio de muchos filósofos de la ciencia una magnitud fundamental, es decir, un conjunto de datos ya ordenados que constituyen un mensaje que otorga sentido y significado a la realidad. Un mensaje puede ser sencillo, de hecho muchas especies transmiten información por medios relativamente simples que le permiten la supervivencia. Pero el hombre es la única especie que posee la capacidad para armar códigos y símbolos con significados complejos, y es ese pensamiento conceptual el que da origen al lenguaje humano. Resulta sorprendente reconocer que un lenguaje tan complejo como el humano precede al origen de la célula y continúa rigiendo la organización de la vida en nuestro planeta; esa información robusta y estable a través de las eras geológicas se encuentra en el código genético.

Los neurolingüistas indican que existe un fuerte vínculo entre la información, los datos, el conocimiento, el pensamiento y el lenguaje. Por ello es necesario acudir a los filósofos para considerar si es posible que las moléculas, siguiendo un derrotero azaroso y sometidas sólo leyes naturales (gravedad, electromagnetismo, nuclear fuerte y débil) pudieron: recabar datos, ordenarlos, adquirir conocimiento, formular pensamiento y luego transmitirlo en lenguaje de ADN y ARN.

Entrado el siglo XXI los científicos deben volver a buscar el diálogo con los filósofos, sean estos teístas o no; ignorar las inquietudes que aparecen con el cúmulo de conocimiento en especial sobre el lenguaje de la vida, lleva a varios divulgadores científicos a emular la intransigencia que endilgan a los religiosos del siglo XVI.

Los cristianos no debemos temer presentar nuestra posición ante una comunidad ciega y rebelde a la obra de Dios en el mundo y en las vidas de las personas. Estamos llamados a estar siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros. El caso Flew es un buen ejemplo de cómo Dios utiliza a hombres probos como el grupo de filósofos que debatieron pacientemente con nuestro protagonista dando razón de la existencia y acción divina.

Alejandra Montamat

Nota de la autora:

Recomendamos la lectura de las obras de destacados filósofos y científicos como Richard Swinburne, John Polkinghorne, William Lane Craig, Robin Collins, Michel Heller, Alvin Plantinga, William Alston, Hugh Ross, Brian Leftow, John Leslie, John Lennox y Thomas Woodward.

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