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La Biblia y la salud: un cuidado integral

Por Alejandra Lovecchio de Montamat

Cuando la OMS definió a la salud humana como el completo bienestar físico, psíquico y social, los cristianos ya conocíamos por la Biblia que salud no es meramente la ausencia de alguna enfermedad y que la vida interior de cada ser humano tiene una profunda influencia tanto en su estado físico como en sus relaciones interpersonales.
El pensamiento hebreo que domina la escritura del Antiguo Testamento no concibe una división entre mente y cuerpo por eso cualquier aflicción mental tiene su correspondencia en un signo físico que puede ser visto por los testigos (Pr. 17:22). Aunque el Nuevo Testamento persiste en considerar al hombre como una integridad (1ª Ts. 4:23), el pensamiento griego que influyó la cultura cristiana promovió la errónea idea de estimar la mente (y el alma) por sobre el cuerpo.
Hasta nuestros días llegan las derivaciones entre algunos cristianos: maltratan el cuerpo subestimando su santidad o menosprecian la mayordomía sobre la salud física (1ª Co 6:19-20).

Ciertamente Dios comienza su obra de salvación en el corazón y aunque no podemos percibir el milagro del nuevo nacimiento, podemos evidenciar sus primeros efectos en el cambio mental que genera la presencia del Espíritu Santo en la vida. Luego el permanente camino hacia la santidad incluye no sólo proveer, nutrir y proteger al espíritu sino también al cuerpo humano (3ª Juan 1:2). Las buenas relaciones interpersonales son posibles al unirnos a la familia de la fe (Gálatas 6:10).

La ciencia médica ha avanzado en el reconocimiento de las enfermedades congénitas y adquiridas; examina los agentes exógenos que por sí solos o asociados a desequilibrios endógenos (genes, señales erróneas, estrés prolongado, etc.) inducen desequilibrios que conducen a distintos tipos de trastornos orgánicos. Por los conocimientos modernos se pueden prevenir, tratar y rehabilitar un gran número de dolencias y se está en constante trabajo para implementar nuevas prácticas que ayuden individual o colectivamente a promover el bienestar físico. Debemos dar gracias a Dios por tener el progreso científico a nuestro favor y debemos glorificar su nombre siendo responsables en el cuidado del cuerpo.
El amor ágape, aquel que somos llamados a ejercer los cristianos unos a otros, parte de un correcto cuidado de nuestro propio ser. El Señor Jesús resumió la ley y los profetas en dos grandes máximas: amar a Dios con toda nuestra integridad y al prójimo como a nosotros mismos.

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#YoMeQuedoEnCasa – Recursos alrededor de la Biblia para este tiempo

Recursos alrededor de la Palabra de Dios para toda la familia

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Verdades bíblicas en tiempos de pandemias

Este recurso permite enseñar a los niños, a lo largo de siete días, verdades bíblicas para recordar en este tiempo complejo.

Guías para aprender con la Biblia App

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Lecciones de la Biblia: Aislados, pero no tanto.

Este material presenta tres historias de la Biblia donde los personajes estuvieron aislados y muestra cómo Dios estuvo con ellos.

El arca de Noé para armar

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Juego y aprendo

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Historias bíblicas para pintar

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Los cuatro Evangelios en la pantalla

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La biblioteca de videos bíblicos más completa

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Curso online: Predicando la Palabra

Este recurso tiene el objetivo de llamarnos a volver a la centralidad de la predicación bíblica en la vida y ministerio de las iglesias locales.

PARA LEER

5 preguntas para guiar la lectura de la Biblia

Descubrí cinco preguntas que pueden guiar tu lectura de la Biblia y ayudarte a entender la historia de las Escrituras.

La esperanza de la Biblia para tu ansiedad

Explorá cómo las Escrituras nos entrenan para responder al miedo, sin importar cuáles sean las circunstancias que nos rodean.

8 cosas que el coronavirus debería enseñarnos

¿Qué quiere el Señor que aprenda a través de esta pandemia? ¿Cómo intenta cambiarme? Aquí hay ocho cosas que podemos aprender.

DEVOCIONALES Y LECTURAS BÍBLICAS

Más allá del desastre: primeros auxilios espirituales

Este material presenta formas prácticas de cuidarte y recuperarte emocional y espiritualmente luego de una situación de dolor.

Meditando en el Salmo 23 con Christopher Shaw

Te invitamos a reflexionar en la Palabra de Dios con una serie de seis devocionales pensados especialmente para este tiempo.

¿Qué nos dice el Salmo 91 sobre el coronavirus?

El Salmo 91 habla de la confianza en Dios en los tiempos más oscuros. Una lectura especial para el día de hoy.

Versículos bíblicos para tiempos de desesperanza

Esta publicación digital contiene una selección de textos bíblicos especiales para este tiempo de crisis. Un recurso especial para compartir.

Plan de lectura de 3 días para descargar

La lectura y reflexión de estos pasajes bíblicos te guiarán a conocer el único camino que nos puede llevar a Dios: Jesucristo.

Leonel: Devocional para padres y niños

Un tiempo para que las familias estudien la Biblia juntas. Contiene recursos en audio y actividades para realizar.

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Cinco preguntas para guiar tu lectura de la Biblia

Autora: Tara-Leigh Cobble*

Aunque había crecido en la iglesia y había ganado mi parte de las insignias de memoria de las Escrituras en la escuela dominical, ya era una adulta cuando me di cuenta de que en realidad no entendía gran parte de la Biblia. Sabía cómo sacar un versículo de consuelo cuando necesitaba esperanza, y sabía cómo identificar el pecado en mí y en los demás, pero realmente no había aprendido mucho sobre quién es Dios o qué podría estar tratando de comunicar al mundo a través de su Palabra. Uno de los errores que cometía era acercarme a las Escrituras con un enfoque para mí misma en lugar de poner atención en Dios.

Lo principal que me ayudó a cambiar mi perspectiva fue hacerme cinco preguntas cada vez que leía las Escrituras. Revisaba las preguntas antes de comenzar a leer la Biblia, y nuevamente después de leerla. A veces olvidaba lo que estaba buscando y volvía a mis viejos patrones, pero con el tiempo, estas preguntas comenzaron a surgir de forma natural.

Pregunta 1: ¿Qué dice o hace Dios en este pasaje?

Este tipo de pregunta será fácil de responder cuando el versículo dice algo como: «Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra» (Génesis 1:1) o «[Jesús] tomó en sus manos el pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio» (Lucas 24:30) o «todos quedaron llenos del Espíritu Santo» (Hechos 2:4), pero podría ser más difícil en lugares donde la acción de Dios no se menciona expresamente.

Aquí hay dos ejemplos de pasajes en que las acciones de Dios podrían ser más difíciles de encontrar. Primero, Mateo 6:33 señala: «Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas». ¿Qué acción está tomando Dios en este versículo? Al principio, puede parecer que no está haciendo nada en absoluto. Pero, ¿quién está haciendo la parte de dar lo que «recibirán (todas estas cosas)»? ¡Dios es el que hace eso! Luego, en la segunda carta de Pablo a la iglesia en Tesalónica, dice: «Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor» (2 Tesalonicenses 1:3). Las personas crecen juntas en fe y amor, Pablo le agradece a Dios, pero ¿qué está haciendo Dios? Aquí hay una pista: ¿a quién agradece Pablo por su crecimiento y su amor? ¡Está agradeciendo a Dios! Pablo reconoce a Dios como el agente activo en el crecimiento de la iglesia y su amor.

Pregunta 2: ¿Qué revela esto acerca de lo que Dios ama?

Algunas veces las Escrituras declaran directamente lo que Dios ama, como «Dios ama al que da con alegría» (2 Corintios 9:7b), pero a veces es evidente en lo que implica el pasaje. Por ejemplo, Proverbios 19:17 dice: «Un préstamo al pobre es un préstamo al Señor, y el Señor mismo pagará la deuda ». Este pasaje transmite no solo el amor de Dios por los pobres sino también por un corazón de generosidad.

Este tipo de pregunta puede parecer que requiere una capa adicional de pensamiento, pero hacemos esto en nuestras relaciones todo el tiempo. Por ejemplo, si alguien dice: «Tienes que ver esta película», entonces naturalmente supongo que les encanta esa película. No es diferente en nuestra relación con Dios y su Palabra. La mayoría de las veces, no es difícil ver lo que ama.

Pregunta 3: ¿Qué revela esto acerca de lo que Dios odia?

Hay algunas personas que piensan que Dios no odia nada. Pero cualquiera que realmente ame una cosa odiará lo que amenace esa cosa. Hay una lista completa de cosas que las Escrituras dicen abiertamente que Dios odia, y son todas las cosas que se oponen a su carácter o hieren a su pueblo.

Por ejemplo, Zacarías 8:17 dice: «No se hagan daño a otros ni juren en falso. Porque yo odio todo eso. Yo, el Señor, lo afirmo». Está claro que Dios odia cuando las personas planean hacerse daño o mentir el uno al otro. Pero también hay versículos donde su odio está implícito, como en Mateo 23:25, donde Jesús dice: «¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpian por fuera el vaso y el plato, pero no les importa llenarlos con el robo y avaricia». Aquí, vemos que Dios odia el robo y la avaricia.

Cuando pensamos en esas tres primeras preguntas, sobre las acciones de Dios, lo que ama y lo que odia, aprendemos mucho sobre cómo abordar nuestra próxima pregunta.

Pregunta 4: ¿Qué revela esto acerca de lo que motiva a Dios a hacer lo que hace?

Las motivaciones de Dios a veces se expresan directamente, pero a veces solo se distinguen leyendo la historia completa. A menudo es útil considerar las primeras tres preguntas para llegar a esta cuarta pregunta. Aquí hay un resumen de una historia que ocurre repetidamente en el Antiguo Testamento. Busquemos la motivación de Dios detrás de lo que hace aquí:

Dios proveyó para el pueblo de Israel. Prometieron seguirlo, pero luego se rebelaron. Les había prometido que no los iba a dejar, pero que cuando pecaran y se apartaran de él, él traería consecuencias por sus pecados para que se arrepientan. Cuando Israel confió en los ídolos para ayudarlos y desobedeció los mandamientos de Dios, lo que Dios les había dicho que sucedería sucedió: su sociedad, sus relaciones y sus vidas se rompieron, generalmente, a manos de una nación extranjera. Finalmente, se arrepentirían y volverían a Dios nuevamente, y él demostró ser fiel a su promesa de cuidarlos.

Al mirar las primeras tres preguntas, vemos:

  • Las acciones de Dios: advertir a Israel, hacerles una promesa, traer consecuencias
  • Dios ama: Israel y la obediencia.
  • Dios odia: el pecado, la idolatría, el impacto que tiene en su relación con su pueblo.

Considerando todo eso, podemos ver que la motivación de Dios para poner a Israel bajo una opresión temporal no es que se esté volviendo loco o que los odie. En cambio, es que él tiene un propósito, un plan y una meta de restauración. Está actuando por amor a Israel para ayudarlos a encontrar la libertad de su idolatría para que puedan caminar en la verdad. Él sabe que la idolatría es onerosa y sabe que una alegría más profunda proviene de volverse hacia él. ¡Solo podemos entender la historia de la relación de Dios con su pueblo cuando entendemos que el amor es su motivación!

Si Dios estuviera motivado solo por su odio por el pecado, si no fuera superado por su amor por Israel, probablemente los destruiría. Pero vemos su amor actuando como el motivador. De hecho, es un motivador tan común que podemos asumir con seguridad que siempre está entretejido con los motivos de Dios.

Pregunta 5: En todo eso, ¿qué atributos de Dios se muestran?

¿Ves la misericordia de Dios? ¿Su gracia? ¿Su paciencia? ¿Dónde ves su soberanía o su atención al detalle? ¿Dónde ves su generosidad? Toma nota del carácter de Dios. Cuando hagas esto, comenzarás a verlo más claramente. Saber quién es Dios, quién es realmente, no solo forma nuestra relación con él, sino también toda nuestra vida.

Estas preguntas pueden ser difíciles de recordar. Anótalas en tu diario o en un marcador que usa en tu Biblia, como recordatorio. Eventualmente, buscar a Dios y su carácter en las Escrituras se convertirá en una segunda naturaleza y cambiará la forma en que ves la Palabra de Dios. Y cuando tratas de buscarlo, y luego lo encuentras, ¡creo que te darás cuenta de que él está donde está la alegría! 

*Originalmente publicado en inglés en Engager’s Blog de American Bible Society el 4 de noviembre de 2019.

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8 cosas que el coronavirus debería enseñarnos

Por Mark Oden para The Gospel Coalition

Me desperté esta mañana en Nápoles, la tercera ciudad de Italia, para ser puesto en encierro. Las reuniones públicas, incluidos los servicios religiosos, han sido prohibidas. Bodas, funerales y bautizos han sido cancelados. Se han cerrado escuelas y cines, museos y gimnasios. Mi esposa y yo acabamos de regresar de un viaje de compras que duró dos horas debido a las largas colas. Actualmente, Italia tiene el número más alto de casos de coronavirus fuera de China: 9.172 casos y 463 muertes. Como resultado, se les ha dicho a 60 millones de personas que permanezcan en sus hogares a menos que sea absolutamente necesario.
¿Cómo debemos nosotros, como cristianos, responder a tal crisis? Respuesta: con fe, no con miedo. Debemos mirar al ojo de la tormenta y preguntar: “Señor, ¿qué quieres que aprenda a través de esto? ¿Cómo intentas cambiarme? Aquí hay ocho cosas que todos haríamos bien en aprender, o reaprender, de este susto del coronavirus.

1. Nuestra fragilidad

Esta crisis global nos está enseñando cuán débiles somos como seres humanos. Al momento de escribir este artículo, se han reportado 98,429 casos de coronavirus en todo el mundo, causando 3,387 muertes. Estamos haciendo todo lo posible para contener su propagación. Y, en su mayor parte, creo que confiamos en el éxito final.
Ahora imagine un virus aún más agresivo y contagioso que el coronavirus. Ante tal amenaza, ¿podríamos evitar nuestra propia extinción como especie? La respuesta es claramente no. Es fácil de olvidar, pero los humanos son débiles y frágiles.
Las palabras del salmista suenan verdaderas: “El hombre, como la hierba son sus días: florece como la flor del campo, que pasó el viento [o COVID-19] por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más” (Salmo 103: 15–16).

¿Cómo llega a casa esta lección de nuestra fragilidad? Quizás recordándonos que no tomemos nuestras vidas en esta tierra por sentado. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría ” (Sal. 90:12).

2. Nuestra igualdad

Este virus no respeta las fronteras étnicas o las fronteras nacionales. No es un virus chino; Es nuestro virus. Está en Afganistán, Bélgica, Camboya, Dinamarca, Francia, Estados Unidos: 77 países (y creciendo) han sido contaminados por el coronavirus.

A los ojos del mundo, todos somos diferentes; a los ojos del virus, somos lo mismo.


Todos somos miembros de la gran familia humana, creada a imagen de Dios (Génesis 1:17). El color de nuestra piel, el idioma que hablamos, nuestros acentos y nuestras culturas no cuentan para nada a los ojos de una enfermedad contagiosa.

En nuestro sufrimiento, en el dolor de perder a un ser querido, somos completamente iguales, débiles y sin respuestas.

3. Nuestra pérdida de control

Todos amamos tener el control. Nos imaginamos capitanes de nuestro destino, dueños de nuestro destino. La realidad es que hoy, más que nunca, podemos controlar partes importantes de nuestras vidas. Podemos controlar la calefacción y la seguridad de nuestra casa de forma remota; podemos mover dinero alrededor del mundo con un clic de una aplicación. Incluso podemos controlar nuestros cuerpos a través del entrenamiento y la medicina.
Pero tal vez esta sensación de control es una ilusión, una burbuja que el coronavirus ha reventado, revelando la realidad de que realmente no tenemos el control.
Ahora, aquí en Italia, las autoridades están tratando de contener la propagación de este virus cerrando, abriendo y volviendo a cerrar las escuelas de nuestros
hijos. ¿Tienen la situación bajo control?
¿Qué pasa con nosotros? Armados con nuestros aerosoles desinfectantes, tratamos de reducir los riesgos de infección. No hay nada malo con esto. ¿Pero estamos en control de la situación? Apenas.

4. El dolor que compartimos al ser excluidos

Hace unos días, una miembro de nuestra iglesia viajó al norte de Italia. A su regreso a Nápoles, fue excluida de una cena con colegas de trabajo. Le dijeron que sería mejor para ella no venir debido a sus recientes viajes al norte, a pesar de que no había estado cerca de las zonas rojas y no mostraba ningún síntoma de coronavirus. Obviamente, este distanciamiento la lastimó.
El dueño de un restaurante de 55 años del centro de Nápoles ha sido puesto en cuarentena recientemente. Después de haber dado positivo por COVID-19, se dijo que se sentía relativamente bien físicamente, pero se entristeció por las reacciones de muchos de sus vecinos: “Lo que lo ha lastimado más que su diagnóstico positivo por el coronavirus, es la forma en que él y su familia han sido tratados por la ciudad en la que vive” (periódico Il Mattino, 2 de marzo de 2020).
Ser excluido y aislado no es algo fácil, ya que fuimos creados para una relación.
Pero muchas personas, ahora, tienen que lidiar con el aislamiento. Es una experiencia que la comunidad de leprosos de la época de Jesús conocía demasiado bien. Forzados a vivir solos, caminando por las calles de sus pueblos gritando: “¡Inmundo! ¡Inmundo!” (cf. Lev. 13:45).

5. La diferencia entre el temor y la fe

O tal vez esta crisis nos está desafiando a reaccionar con fe y no con miedo. Más bien, fe en Jesucristo, el buen pastor.

¿Cuál es tu reacción ante esta crisis? Es tan fácil dejarse llevar por el miedo. Es fácil ver el coronavirus en todas partes: en el teclado de mi computadora, en el aire que respiro, en cada contacto físico y en cada esquina, esperando infectarme. ¿Estamos en pánico?

O tal vez esta crisis nos está desafiando a reaccionar de una manera diferente, con fe y no con miedo. Fe no en las estrellas o en alguna deidad desconocida.

Más bien, fe en Jesucristo, el buen pastor que también es la resurrección y la vida.
Seguramente solo Jesús tiene el control de esta situación; seguramente solo él puede guiarnos a través de esta tormenta. Nos llama a confiar y creer, a tener fe y no miedo.

6. Nuestra necesidad de Dios y nuestra necesidad de orar

En medio de una crisis global, ¿cómo podemos nosotros como individuos hacer una diferencia? A menudo nos sentimos tan pequeños e insignificantes.
Pero hay algo que podemos hacer. Podemos llamar a nuestro Padre en el cielo.
Ore por las autoridades que dirigen nuestros países y ciudades. Ore por los equipos médicos que tratan a los enfermos. Ore por los hombres, mujeres y niños que han sido infectados, por las personas que tienen miedo de abandonar sus hogares, por aquellos que viven en zonas rojas, por aquellos en alto riesgo de otras enfermedades y por los ancianos. Ore para que el Señor nos proteja y nos guarde. Ore para que nos muestre su misericordia.
Ore también por el retorno del Señor Jesús, para llevarnos a la nueva creación que ha preparado para nosotros, un lugar sin lágrimas, sin muerte, sin luto, llanto o dolor (Ap. 21: 4).

7. La vanidad de muchas de nuestras vidas

“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ec. 1: 2).

Quizás esta crisis nos está enseñando lo que es realmente importante en nuestras vidas y lo que es vanidad.

Es muy fácil perder la perspectiva en medio de la locura de nuestras vidas. Nuestros días están tan llenos de personas y proyectos, trabajos y listas de deseos, hogares y días festivos, que podemos llegar a luchar para distinguir lo importante de lo urgente. Nos perdemos en medio de nuestras vidas.

Quizás esta crisis nos está recordando con qué deberíamos preocuparnos. Quizás
nos esté ayudando a distinguir entre lo que tiene sentido y lo que no tiene sentido. Quizás la Premier League, o esa nueva cocina, o esa publicación de Instagram no son esenciales para mi supervivencia. Quizás el coronavirus nos está enseñando lo que realmente importa.

8. Nuestra esperanza

En cierto sentido, la pregunta más importante no es, “¿Qué esperanza tienes frente al coronavirus?” porque Jesús vino a advertirnos de la presencia de un virus mucho más letal y generalizado, uno que ha afectado a todos los hombres, mujeres y niños. Un virus que termina no solo en una muerte segura, sino en la muerte eterna. Nuestra especie, según Jesús, vive en las garras de un brote pandémico llamado pecado. ¿Cuál es tu esperanza frente a ese virus?

La historia de la Biblia es la historia de un Dios que entró en un mundo
infectado con este virus. Vivía entre personas enfermas, no vestía un traje de
protección química, sino que respiraba el mismo aire que nosotros, comiendo la
misma comida que nosotros. Murió aislado, excluido de su pueblo,
aparentemente lejos de su Padre en una cruz, todo para proporcionar a este
mundo enfermo con un antídoto contra el virus, para sanarnos y darnos vida
eterna. Escucha sus palabras:

Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11: 25–26)

Mark Oden es pastor de la Chiesa Evangelica Neapolis en Nápoles, Italia.

Traducción: Ruben A. Del Ré

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8 recordatorios ante la pandemia del coronavirus

La cura para la ansiedad latente

Estos son días extraños, días de miedo, días de histeria. En otras palabras, días que simplemente traen a la superficie todas nuestras ansiedades latentes; ansiedades que estuvieron allí todo el tiempo pero que ahora se hacen visibles para otros. ¿Qué debemos recordar en estos días de alarma?

1. El mundo de la Biblia

Ahora sabemos cómo se sintió el pueblo de Dios en toda la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento. Los Profetas y muchos de los Salmos hablan a personas atrapadas en la histeria colectiva o sometidas a pandemias. Quizás el momento cultural actual es precisamente la hermenéutica que necesitamos para leer el Antiguo Testamento – que de otra manera puede sentirse tan extraño – profundamente por primera vez.

2. Nuestra verdadera confianza

Los tiempos de pánico público nos obligan a alinear nuestra creencia que profesamos con nuestra creencia real. Todos decimos que creemos que Dios es soberano y que nos está cuidando. Pero revelamos nuestra verdadera confianza cuando el mundo entra en crisis. ¿Cuál es realmente la lealtad más profunda de nuestro corazón? La respuesta se ve obligada a salir a la superficie en tiempos de alarma pública, como los que estamos entrando ahora.

3. Amor al prójimo

Cuando la economía se está hundiendo, surgen las oportunidades para sorprender a nuestros vecinos con nuestra confianza y alegría provenientes del evangelio. Ahora es el momento de estar más afuera, amar más, ser más hospitalarios. El amor se destaca más cuando es menos esperado, más raro, pero más necesario.

4. Discipulado familiar

Los maestros de nuestros hijos les dicen que se laven las manos por más tiempo. ¿Por qué? Sus maestros no se lo dirán, pero es porque hay un virus peligroso que infecta a miles de personas en todo el mundo en este momento, tanto jóvenes como viejos, y algunas de esas personas morirán. El cielo y el infierno están mirando a la cara a todos los niños de cuarto grado. Por eso se les dice que se laven las manos durante veinte segundos. Tenemos la oportunidad de inculcar en nuestros hijos una conciencia más profunda de la eternidad de la que jamás hayan conocido. Hay un efecto saludable en todo esto porque el cielo o el infierno esperan a cada alumno de cuarto grado, ya sea por causa de un virus el próximo mes o por causa de la vejez dentro de muchas décadas. Dentro de diez mil años, la diferencia entre haber muerto a los diez años o a los ochenta parecerá trivial. Esta es una oportunidad para discipular a nuestras familias en la vigorosa realidad de la eternidad.

5. Esperanza escatológica

Quizás este sea el final. Lo dudo, pero tal vez. Jesús dijo que nadie sabe el día ni la hora (Mateo 24:36). Quizás la vista de Jesús descendiendo del cielo, vestido de gloria, rodeado de ángeles, está a la vuelta de la esquina. Si es así, aleluya. Si no, aleluya. Se nos recuerda que él volverá algún día. De cualquier manera, regocijémonos en nuestro camino a través del caos. Desde la costa del cielo veremos cuán eternamente seguros estuvimos todo el tiempo.

6. Providencia invencible

Ninguna molécula infectada puede ingresar a sus pulmones, o los pulmones de su hijo de tres años, a menos que sea enviado por la mano de un Padre celestial. El Catecismo de Heidelberg define la providencia de Dios como “El poder de Dios omnipotente y presente en todo lugar, por el cual sustenta y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas de tal manera, que todo lo que la tierra produce, la lluvia y la sequía, la fertilidad y la esterilidad, la comida y la bebida, la salud y la enfermedad, riquezas y pobrezas, y finalmente todas las cosas no acontecen sin razón alguna como por azar, sino por su consejo y voluntad paternal”. Esa verdad es como el inhalador de un asmático para nuestra alma: nos calma, nos permite respirar de nuevo.

7. El corazón de Cristo

En épocas de agitación, en épocas de angustia, Jesús se siente más con su pueblo que nunca. Hebreos nos dice que Jesús experimentó todo el horror de este mundo que nosotros hacemos, menos el pecado (Hebreos 4:15). Así que aparentemente él sabe – él mismo lo sabe – en el fondo, lo que se siente al ver la vida cerrarse sobre ti y que tu mundo entre en crisis. Podemos ir a él. Podemos sentarnos con él. Su brazo nos rodea, más fuerte que nunca, en este momento. Sus lágrimas son más grandes que las nuestras.

8. El cielo

Desde la costa del cielo veremos cuán eternamente seguros estuvimos todo el tiempo, incluso en medio de la agitación global y las ansiedades que se ciernen tan grandes mientras los atravesamos. Los peligros que existen son reales. Las precauciones son sabias. Nuestros cuerpos son mortales, vulnerables. Pero nuestras almas, las de aquellos que estamos unidos a un Cristo resucitado, están fuera del alcance de todo peligro eterno. No hay de qué temer. Estamos en Cristo. Quédate en paz. Todo está asegurado.

Autor: Dane Ortlund, director editorial y editor bíblico de Crossway.

Traducción: Ruben A. Del Ré

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La canasta que le permitió tener el Nuevo Testamento en su idioma

Menette Cingenga, de 37 años, estaba emocionada: el primer Nuevo Testamento en su idioma, el nkumbi, iba a ser lanzado por la Sociedad Bíblica de Angola. Ella y sus amigos son miembros del coro de su iglesia y esperaban con ansias cantar en el servicio de dedicación en la ciudad de Xangongo.

Menette sabía exactamente lo que iba a vestir para la celebración: la falda blanca luminosa y la blusa colorida que los otros miembros del coro vestirían.  Pero lo que ella no sabía era si iba a poder volver de allí con su propio ejemplar del Nuevo Testamento.

Aunque la Sociedad Bíblica estaba ofreciéndolo a un precio especial de 500 kwanzas (un dólar) el día del lanzamiento, Menette no tenía suficiente dinero para comprarlo. Hasta que se le ocurrió una idea.

El 21 de septiembre, el día del lanzamiento, Menette viajó a Xangongo y llevaba con ella una canasta con un diseño colorido que había sido tejida a mano con hojas de palma. “Traje esta canasta que mi madre hizo para poder venderla y comprarme el Nuevo Testamento,” explicó.

Menette vendió la canasta y estaba desbordada de alegría al poder obtener su propio ejemplar de las nuevas Escrituras.

“Estoy muy contenta y agradecida de tener el Nuevo Testamento en nuestro idioma, el nkumbi”, sonrió. “No es como leer la Biblia en oshikwanyama [un idioma usado en el sur de Angola que ya tiene la Biblia]. Esto es nuestro, ¡nuestro propio Nuevo Testamento! ¡Lo comprendemos todo!”

Menette con el Nuevo Testamento en su lengua.

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Capacitación para maestros y voluntarios

¿Cuándo?

Sábado 7 de marzo 2020 – 10 a 12.30 horas.

¿Dónde?

Casa de la Biblia Almagro. Av. Rivadavia 3402, Buenos Aires.

¿Quiénes pueden asistir a este evento?

Pastores, maestros, tutores y líderes de ministerios para niñez y adolescencia.

¿Quién organiza?

Sociedad Bíblica Argentina organiza esta capacitación en el marco de su nuevo proyecto para la evangelización de niños y adolescentes. Este programa es desarrollado en alianza con OneHope, ministerio internacional que busca compartir las Escrituras con niños y jóvenes de todo el mundo. 
OneHope tiene el deseo de presentar la Palabra Viva de Dios de una manera atractiva para niños y jóvenes. A partir de este llamado y esta visión nace la iniciativa Avivemos.

Programa:

Plenaria 1: Ministerio basado en impacto.
Plenaria 2: Programas impresos y digitales para evangelismo.
Al finalizar se entregarán y llenarán los formularios para solicitud de recursos de OneHope.

Capacitador:

Mauricio Hinojosa. Es director regional de OneHope para Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Licenciado en Teología de la Universidad Evangélica Boliviana, cuenta con diplomados en Biblia y liderazgo a nivel nacional e internacional.  Y actualmente se encuentra realizando una Maestría en administración de empresas en la escuela europea de negocios, España.

Costo:

$200.- Incluye: inscripción, refrigerio y recursos gratuitos para acompañar actividades de evangelismo local.

Contacto:

Pablo Quiñones – pabloq@biblica.org 

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